¿Por qué piensas que somos pareja?

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Regina pasó el día en la alcaldía firmando algunos documentos, leyendo algunas cartas de moradores insatisfechos, las mismas peticiones de siempre, las personas querían ir y venir libremente. Resolvió algunas cuestiones burocráticas referentes a la mina, que, de acuerdo a los ingenieros, todavía podía reactivarse, salvando Storybrooke de cualquier amenaza, en caso de que volvieran a conseguir polvo de hada.

Cada cierto tiempo, la alcaldesa pensaba en Emma. Quería saber si estaba bien o si necesitaba algo. Miró el móvil diversas veces, pero no llamó a la rubia. Su orgullo y su dolor hablaban más alto.

Emma, al otro lado de Storybrooke, en la comisaria, pasó buena parte del día vomitando. Pensó varias veces en llamar a Regina, solo para saber cómo estaba o saber lo que estaba haciendo, pero no lo hizo. Tuvo un día sin ningún contratiempo, con excepción del robo en el establo.

Emma no conseguía entender cómo alguien robaba un caballo en Storybrooke y pensaba que no sería descubierto, alguien lo vería. No necesitaba ser una buena sheriff para solucionar eso, su experiencia le decía que bastaban unos días y el mismo bandido aparecería sobre el caballo y Emma estaría con los ojos bien abiertos hasta entonces.

La rubia empezó a extrañar el hecho de que la alcaldesa no la hubiera llamado durante todo el día, se podía decir que se estaba acostumbrando a la atención que estaba recibiendo de Regina y al no tenerla, comenzó a echarla en falta. Decidió ir a tomar un chocolate caliente a Granny's, ignorando completamente el hecho de que la leche la haría vomitar más.

Regina quería distraerse y dejar de pensar que algo malo podría haber pasado con Emma y el bebé y decidió salir a tomar un chocolate caliente a Granny's, en vez de pedirlo por teléfono como de costumbre.

«¡La pareja del momento ha llegado!» exclamó Ruby llamando la atención de todos en el bar.

Emma se paró en la puerta antes de pisar dentro y miró hacia un lado, sin entender a quién se refería la camarera, ya que ella estaba sola. Pero, a unos pasos detrás de ella, divisó a Regina.

«Señorita Lucas, creo que será mejor que no diga nada más, a no ser que quiera formar parte del cuento de los tres cerditos transformándose en uno de ellos. En un simple chasquido de dedos puedo retorcer su cola. Ya me entiende»

Ruby tragó saliva ante las palabras que dijo, pero también se tragó la risa que insistía en escaparse.

«Emma» la saludó Regina fríamente al pasar por delante de la rubia sin demostrar ningún sentimiento.

«Hola Regina» respondió, y sin tener oportunidad de decir nada más, la alcaldesa continuó caminando sola hacia una de las mesas sin mirarla.

«Problemas en el paraíso...» provocó Ruby en voz baja al notar la tensión entre las dos mujeres

«Cierra la boca, Ruby» pidió Emma

«Pero, ¡qué mal humor el de ustedes dos! Venga, Emma, ¿qué vas a tomar?»

«Nada, se me han quitado las ganas»

«Ok. Con permiso»

«Entonces, señora alcaldesa, ¿qué va a querer?» preguntó Ruby

«Nada, se me han quitada las ganas, señorita Lucas»

«Ok» respondió Ruby «Con permiso»

Ruby atravesó el salón una vez más y volvió a la mesa de Emma, se inclinó sobre ella y dijo en voz baja.

«Mira, creo que deberías ir a hablar con ella. No es lo mío meterme en la vida ajena, pero, no sé qué hay entre ustedes dos, pero claramente tú eres la menos orgullosa, así que hazte un favor a ti misma y vete a charlar y resolver lo que sea que haya pasado»

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