Imagine

¡Wow...Regina!

«Regina, ¿qué te parece si salimos a cenar fuera?»

«Emma, saqué la carne del congelador temprano. Pero si tienes mucha hambre, puedo hacer otra cosa más rápida, si prefieres»

«No. ¡Te estoy invitando a salir conmigo!»

«¿Como...como una cita?»

«¡Sí!»

La rubia tenía una enorme sonrisa, expectante ante la respuesta de Regina. A la morena le gustó la invitación, pero pensó si sería apropiado aceptar. Desde que habían acordado aquel trato suicida, nada había pasado y no habían vuelto a mencionar el asunto. Regina pensó si Emma había desistido o quizás había conocido a alguien, como ella misma le había sugerido. Aquel pensamiento dejó a la alcaldesa con celos.

La rubia continuaba subiéndose por las paredes de tensión. No quería forzar a Regina a nada o quebrar alguna de las reglas que la alcaldesa impusiera. Emma se esforzó para que ocurriese de forma natural.

La morena no daba muchas oportunidades para que la rubia tocase el asunto y mucho menos para que se acercase. Después de haber contado a sus madres que estaba saliendo con Philipe, Henry pasaba mucho tiempo más en casa, dificultando todavía más la aproximación de Emma.

Regina, por otro lado, continuaba enamorada de Emma.

«¡Venga, Regina! ¡Deja que te invite a salir! Vas al trabajo y vuelves a casa todos los días. Me haces la cena, el desayuno, prepararas el almuerzo para llevar, cuidas de Henry...¿Qué hay de malo en divertirse de vez en cuando?»

Aquellos malditos ojos encantadores estaban de vuelta.

Era imposible que Regina se mantuviese firme en sus racionales decisiones. Emma hacía que Regina se guiase por sus impulsos que siempre hablaban más alto. Cualquier día, aquellos ojos de cachorrito llevarían a Regina directamente al abismo.

La alcaldesa, una vez más, no consiguió rechazar la invitación de Emma.

«Está bien, pero necesito cambiarme. No voy a salir así»

«¡Genial! Yo también voy a tomar un baño»

Emma sabía lo que aquello significaba. Finalmente se iban a acostar. No resistió y decidió bromear con Regina antes de desaparecer de la cocina.

«Voy a dejar la puerta abierta mientras me baño, si quieres, solo tienes que entrar...»

Regina sintió su rostro arder de vergüenza, incluso estando sola. Sus piernas tambalearon y necesito sentarse para recuperarse.

La morena terminó de guardar las cosas que había sacado para la cena y subió para tomar un baño y prepararse para la cita con Emma. Pensó en qué ponerse. ¿Emma la habría invitado con la intención de una cita tradicional? Si así fuera, debía ponerse una ropa más adecuada y elegante. Pero, si fuese una cena más informal, común entre amigas, Regina no podría ir con una ropa demasiado extravagante.

Se preguntó si Emma realmente iría a intentar algo. Si aquella invitación se trataba de una invitación para llevarla a la cama al final de la noche. Las dudas estaban matando de ansiedad a la alcaldesa.

Al pasar por el pasillo, Regina consiguió oír la ducha de Emma funcionando. Si las puertas estuviesen cerradas, no habría oído el ruido del agua. La alcaldesa tuvo una certeza, Emma no estaba bromeando cuando la invitó a ir a tomar un baño.

Regina fantaseó mil cosas en su cabeza, pero trató de seguir su camino, antes de no poder resistirse y meterse en la bañera con Emma.