¿Ahogando las penas, alcaldesa?

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«Mamá, ¡el meloncito se movió cuando puse mi mano en la barriga de mi madre! ¡Ven a ver!»

«Ahora no, Henry, Estoy terminando la salsa de la carne»

«¡Ah, ma, ven! El meloncito está haciendo piruetas en la barriga, ¡es gracioso!»

«Ya te he dicho que estoy ocupada, Henry»

«Mamá, ¿Emma se va a ir cuando el bebé nazca?»

Esa era la pregunta que Regina se hacía todos los días. ¿Se iría Emma y se llevaría al bebé? Regina suspiró profundamente.

«Si ella lo quiere, se irá, hijo»

«¿Eso quiere decir que si ella quisiera quedarse, puede hacerlo?» preguntó el chico animado

«Claro que puede, mi amor. Ella y el bebé podrán quedarse el tiempo que quieran, al final, ¿no es lo suficientemente grande la casa?»

Henry apenas esperó a que Regina acabase de hablar, salió corriendo para, probablemente, contarle a Emma lo que la madre le acababa de decir.

Regina apagó el fuego y corrió tras el chico para intentar escuchar la conversación entre los dos. Sin que notaran su presencia, se escondió tras la columna del salón y consiguió escuchar claramente la risa de Emma, resonando en la sala de la televisión.

«¡Ven, chico, siente esto! ¡Wow!»

«¡Caramba, mamá! ¡El meloncito está animado!»

«Sí, se pone así con el chocolate. Lo descubrí estos días, estuvo un tiempo dándome patadas y pensé que estaba enfadado conmigo porque había discutido con tu madre. Pero leí que se agitaban con el chocolate, entonces, me acordé de que aquel día había tomado chocolate caliente»

Emma seguía comiendo porquerías a escondidas de Regina. ¿Qué adelantaba que la alcaldesa le mandase todos los días un almuerzo sano y equilibrado a la rubia si se iba a comer a Granny's de todas maneras? Hizo una anotación mental para reforzar el almuerzo de Emma.

«¿Por qué peleaste con mi madre?»

«¡Ya ni me acuerdo, chico! Últimamente me olvido de todo. Y tu madre pelea conmigo por todo. Ya ni sé»

A Regina no le gustó saber que Emma la culpaba por las discusiones que tenían. Como si Regina discutirse sola. La morena escuchó cómo Henry se reía ante el comentario de la madre.

«Pero, estáis bien, ¿no? Es decir, ella todavía te gusta, ¿no?»

«Claro que sí, Henry. A mí siempre me gustó tu madre, era a ella a quien yo no le gustaba. ¿Te acuerdas de cuando llegué y siempre me mandaba para la celda? Me costó librarme de aquel incordio»

«Pero creo que ahora le gustas. ¿Te puedo contar una cosa y me juras que no le contarás nada?»

«Ah, no, Henry. Le prometí que no le iba a esconder más cosas, llevamos una política de nada de secretos. No me pidas que le esconda de nuevo algo»

«No es ese tipo de secreto, mamá. Creo que a mi madre tú le gustas, gustas»

«¿Cómo que le "gusto, gusto"?»

Regina estaba aterrorizada detrás de la columna de la sala. Había entendido muy bien lo que su hijo quería decir al utilizar dos veces la palabra "gustar". No dudo en lo qué hacer. Sin pensarlo mucho salió de allí y apareció en mitad de la sala.

«¡Listo, también quiero sentir al meloncito haciendo piruetas!»

«Ah, Regina, acaba de parar ahora mismo. Pero si quieres esperar, solo tienes que sentarte a mi lado y conversar con él, y pronto volverá a moverse»

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