Tampoco es de tu incumbencia

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La alcaldesa estaba satisfecha de vivir en esa nueva Storybrooke, sin magia. La morena ya no sentía necesidad de recurrir a su antiguo recurso, realmente se estaba esforzando por llevar una vida normal.

Emma y Henry la admiraban por eso, y era suficiente para ella. Sabía que sin el apoyo de ellos, jamás hubiera conseguido alejarse tanto del camino de la oscuridad. Era por Henry. Era por Emma.

Reinaugurar la mina sería una ardua tarea. Además de todo el desgaste físico y el tiempo dedicado a esa misión, la mina sería la mayor fuente magia de Storybrooke. Una gran tentación para Regina.

Las decepciones y las pérdidas que la morena había sufrido la transformaron en una persona totalmente diferente a la que ella recordaba ser cuando pequeña, las tristezas y las exigencias hicieron que Regina abriera, en su vida, cada vez más espacio a la oscuridad. La morena conocía bien sus debilidades y sabía cuál era el límite de tolerancia con respecto a ellas.

Estar cerca de Emma significa estar cada vez más cerca de la luz y distante de todo aquel pesado pasado que había dejado atrás, pero los sentimientos que Regina nutría por la rubia laceraban su pecho exponiendo su corazón aún ennegrecido. El amor es debilidad, se acordaba de las duras palabras de su madre. A Regina no se le permitía amar.

Regina entendía de debilidades y hasta el momento en que dejó entrar a Emma en su casa, ella tenía el control de estas. Emma, sin quererlo, la confundía. No, el amor es fuerza.

Su mayor fuerza y su gran debilidad luchaban día tras día para saber quién salía ganando. Solo dependía de Regina mantenerse lejos de la oscuridad. A través de aquella nueva vida que crecía en el vientre de Emma, la alcaldesa conoció el peor de los sentimientos: la esperanza.

La ciudad, finalmente, podría ir y venir mientras la mina estuviese activa, y era lo que más deseaban. ¿Y quién podría culparlos por desear la libertad habiendo un mundo enorme fuera de los límites de Storybrooke?

La alcaldesa realmente quería poder hacer algo por ellos. Regina quería estar feliz con esa posibilidad, pero no lo estaba. Storybrooke abierta significaba que además de la magia, Hook, si así lo quisiese, podría regresar en cualquier momento.

Aunque no estaba preparada para enfrentar eso, Emma era una mujer libre, soltera. Si para amarla, fuese necesario dejarla ir, entonces Regina la dejaría marchar.

Regina no había mantenido ese tipo de conversación con Emma. Si Hook realmente apareciese, la morena perdería todo otra vez, y en ese momento, todo lo que su madre siempre le había dicho, cobró sentido. El amor es debilidad, niña tonta.

La alcaldesa estaba nerviosa ante las decisiones que tendría que tomar de ahí en adelante, pues marcarían toda su vida, pero prefirió concentrarse en la prueba de Emma. Ella, aún más que la rubia, quería ver la carita del bebé.

«¡Aquí está Emma! ¡Su hijo está bien!» dijo el Dr. Whale mientras pasaba el aparato por la barriga de la rubia

Regina estaba especialmente sensible ese día, en cuanto vio al bebé no consiguió contener su emoción y se echó a llorar.

«¡Regina! Ven aquí, habla un poco con el meloncito» pidió Emma

La morena reviró los ojos al escuchar el nuevo nombre que el bebé se había ganado y vio cómo el médico aguantaba la risa.

«¡Dr. Whale, espero que se esté concentrando solo en lo que está haciendo!» dijo mientras secaba sus lágrimas.

Regina agarró las manos de la rubia y su mirada se clavó en el monitor que mostraba al bebé. Después se dirigió a la barriga de Emma.

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