Este bebé es especial

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«¡Esmeralda, mi bebé adorable!» dijo Zelena acariciando a su hija «¡Robin, ven aquí!»

«¿Qué pasa Zelena?» respondió el ladrón con apariencia de cansancio, manteniendo una linterna dada por el hospital para que, al menos, pudieran iluminar el cuarto.

«Coge un momento a Esmeralda, tengo que levantarme de la cama, estoy cansada de estar echada todo el rato, creo que voy a ir a mi hermanita al cuarto de al lado...» provocó la pelirroja

«No, no tienes por qué hacer eso. Déjalas en paz...» dijo cogiendo en brazos a su hija mientras la pelirroja se apoyaba para levantarse.

«¿Todavía la defiendes, Robin?» preguntó refunfuñando «Te he dado un hijo, ¿lo olvidaste? Y mira lo bonita que es, Esmeralda es perfecta»

«¡Con certeza lo es, Zelena! No estoy defendiendo a Regina, solo creo que debemos dejarla en paz, a fin de cuentas, me ha dejado salir para estar aquí contigo»

«¡Bah!» se encogió de hombros «Solo ha cumplido con su deber, Robin, Regina ahora está con Emma, nunca te amo, querido»

El rubio se calló, ya que, además de no querer discutir con la pelirroja, en el fondo también supo desde siempre que algo había de equivocado en su relación con Regina, algo siempre impidió que la morena se entregase por completo a él. En algunos momentos, Robin creyó que Regina solo era una mujer insegura por lo mucho que había sufrido en el pasado, pero hoy veía que el motivo de esa falta de entrega siempre había sido la rubia de la que solía decir que la irritaba.

«¿Amor? ¡Creo que tenemos que cambiar a Esmeralda!»

«¿Me has llamado amor?» preguntó Zelena sonriendo

El rubio levantó el vestidito verde que su hija llevaba para oler su pañales y comprobar que necesitarían la ayuda de la enfermera para el primer cambio de pañales. Zelena observaba atentamente lo que Robin hacía, y entonces la pelirroja divisó algo inusitado en la espalda de su hija.

«Robin, levanta el vestido de nuevo»

«¿Qué pasa? ¿Qué tiene?»

«¡Vamos, hazlo!» pidió impaciente

En cuanto Robin levantó la ropita de Esmeralda, Zelena no pudo creer lo que estaba viendo. Su hija tenía la misma mancha de nacimiento que ella, en el mismo sitio. Una mancha de tono claro, casi imperceptible, con la forme de una fruta redondeada, y sus bordes levemente curvados.

«¿Hay algo malo, Zelena? ¡Por Dios, di algo!»

«¡Mira!» señaló la manchita en el bebé y Robin pareció no entender cuál era el problema con una mancha común, él mismo tenía algunas en su cuerpo «¡Ahora mira mi espalda!» pidió

Robin ayudó a Zelena a abrirse el camisón de hospital que llevaba y se quedó atónito con lo que vio. Las manchas eran exactamente iguales. El rubio volvió a mirar la mancha de su hija y, otra vez la de Zelena, y entonces, tuvo la certeza de que eran manchas idénticas.

«¡Increíble, Zelena!» constató asombrado «¡Debe ser hereditario!»

«Hm...Tal vez...Pero no sé si mis padres tenían una mancha, mi querida hermana me lo robó todo, ¿te olvidaste?»

«Amor, no conocí a Cora, pero puedo asegurarte que Regina tiene esa misma mancha también en el mismo sitio»


Regina caminaba con Henry a su lado, a paso firme por los oscuros pasillos de la maternidad, en dirección al cuarto de Emma. Nerviosa, pensó en cómo le iba a explicar a la rubia lo que estaba pasando sin que se asustase por completo y decidiese salir de ahí para ir a buscar a su hija. Regina haría eso por ella, la morena deseaba aplastar el corazón del capitán con sus propias manos desde hacía mucho tiempo.

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