Capítulo 31.

294 12 2
                                    

CAPITULO 31.

Embarcamos en el avión. Estoy repleta de felicidad, y Xenia parece que también. Aunque sé que lo hace por mi, y que ella por dentro está destrozada. Sigo sin saber  que le ha pasado y tampoco he pensado en preguntarle.

Una vez dentro del avión. Xenia vuelve a derrumbarse, ahora mi felicidad se esfuma.

-¿Que ocurre? -Le pregunto limpiándole algunas lágrimas. Ella niega. -Vamos, dímelo. ¿Es por Alex? -Solloza, y ese sollozo es como un sí para mí. -¿Que te ha hecho? -Vuelve a sollozar.

Una azafata que se ha fijado en ella, insiste en ofrecerle agua. Xenia la acepta después de las insistencias por parte mía y de la azafata. Vuelve la azafata con una pequeña botella de agua y una caja de pañuelos de papel. Después de unos minutos, está más calmada. Y tengo miedo a insistir sobre lo que le pasa. Pero necesito saberlo.

-Vamos, ¿Qué ha pasado? –Le pregunto frotando su rodilla.

-Es un maldito cabrón… -Llora más, y decido no presionarla. –Iba a ir a su casa sin avisarle. Para darle una sorpresa.  –Solloza, yo sigo frotándole la rodilla. –Entré en su casa y le vi con otra en su cama.

Anonadada, no sé que decir. La verdad que yo nunca me he fiado de el.

-Ya está, ese cabrón perdió lo mejor que ha tenido en toda su vida. –Le doy un beso en la mejilla, y me alejo de ella.

(...)

Pisando tierras italianas, por fin. Son cerca de las once de la noche. Por suerte antes de salir de casa me dio tiempo para poder reservar habitación en un hotel. Para poder llegar al hotel, tuvimos que pedir un taxi.

Una vez en el hotel, dejamos todas nuestras cosas en la habitación y salimos para descubrir la preciosa ciudad de Milán.

Paramos en un precioso bar que mas que bar parece restaurante, es enorme y muy elegante. Yo me pido una ensalada waldorf que por suerte la conozco de haberla comido en España. Xenia escoge una pizza margherita.

Mientras esperaba a que Xenia terminara de comer. He llamado a Liam no contestaba y decidí llamar a Harry, tampoco contestaba así que finalmente me rindo por hoy, es demasiado tarde nosotras hemos viajados, ellos también por lo cual debemos de estar cansados. Por lo menos yo estoy muerta literalmente.

(...)

Despierto por el molesto sonido de mi alarma. Al principio me cuesta saber donde estoy, después ya caigo en la cuenta de mi locura. Ayer ni si quiera tuve tiempo para avisar a mi madre de que venía, así que me tocará avisarla hoy. Me doy una ducha rápida, para despejarme, antes de salir.

Aquí no hace el mismo tiempo que en Londres, hay un sol espléndido e incluso llega a hacer calor. Así que decido vestirme con unos pantalones cortos burdeos, una camiseta de tirantes con “NEW YORK" estampado en el pecho, y de zapatillas mis queridísimas convers blancas.

Al fin salimos del hotel y vamos andando sin rumbo alguno por las calles de Milán. Jeff, me ha llamado durante el desayuno, no le contesté a la llamada, simplemente le he mandado un mensaje diciéndole que no estaba en Londres. Mas tarde le mandé otro mensaje a Liam diciéndole que estoy en Milán y que me gustaría hablar con el para que me ayudase con mi relación con Niall, pero al parecer están todos totalmente desaparecidos.

Llevábamos un par de horas recorriendo las calles principales y no tan principales hasta que llegamos al parque donde nos encontramos. En un pequeño quiosco hemos pedido helados. El señor que nos ha atendido no sabía bien inglés, pero por suerte si le sonaba algo el español. Xenia bromea sobre mi acento inglés y comenta que cuando hablo español, lo camuflo muy bien. Pero yo en realidad jamás perdí mi acento inglés.

It's gotta be you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora