No se oían más que el bullir del agua hirviendo y el soplo de alguna respiración descompasada. Draadan habría jurado que escuchaba cómo los impulsos eléctricos movían sus pensamientos, trastocados estos por el anuncio que aquella mujer —¿mujer?— había soltado con tanta despreocupación. Ella... ¿era Eal? Porque su tono de voz, sus expresiones, su sonrisa, eran tan familiares que la semejanza lo asustaba. Desde un punto de vista técnico cabía la posibilidad, eso era cierto, si bien no se le ocurría la manera de que un solo navegante —así se tratase del Primer Ingeniero— se las arreglase para fabricar un cuerpo en secreto y transferirle sus archivos de personalidad después de destruir el viejo. Pero ¿por qué el cambio de género? Sintió deseos de abofetearse; ese disfraz se había paseado ante sus narices y él no había sido capaz de identificarlo, cegado por la presunción de que Eal seguiría siendo el mismo. Su olfato lo había engañado, había fallado como supervisor.
Cuando hubo dejado de flagelarse pensó en Neudan, una estatua con una taza de infusión en las manos. Para su vergüenza, él había visto más allá del subterfugio y había acabado conduciéndolos a ambos hasta su examante. Las implicaciones de la historia lo golpearon con más fuerza que su propia incompetencia. ¿Había quedado algo en Neudan que lo guiase hasta Eal? Era una idea descabellada, en realidad, a menos que los años pasados estudiando la figura del ingeniero fugado hubiesen implantado ciertas sugestiones. Lo que sí era un hecho era la atmósfera serena que los envolvía, y la mirada fija de la mujer, y la suya, a ratos esquivándola, a ratos buscándola. Estaba ante la persona que —tal vez— lo había asesinado, y Neudan se dedicaba a beber hierbas hervidas y a mostrar su cara más civilizada. Como si no tuviese sangre en las venas.
Hasta que el más joven de los navegantes dejó que su vaso medio vacío se estrellase contra el suelo y aferró con furia la muñeca de la dama. Draadan casi respiró aliviado.
—¿Por qué lo hiciste? —siseó Neudan. A diferencia de su compañero, no parecía abrigar dudas respecto a la identidad de Eal—. No me refiero a robar los datos y marcharte sin que nadie supiera la razón, me refiero a mí. ¿Por qué te llevaste mis recuerdos? ¿Por qué, si yo era tu... tu...?
—Es una historia demasiado larga para contarla ahora, Nudd. Me temo que deberá esperar.
Alzó una ceja el supervisor ante la calma de la interpelada y también ante la desfachatez con la que usaba el apelativo cariñoso de su antiguo amante, Nudd; una violación flagrante de las normas de protocolo que nadie cometería en público. Este ni siquiera reparó en el detalle.
—No tienes nada más que hacer —le espetó—. Dispongo de todo el día. De todos los días que necesite hasta entender...
En medio del ardiente discurso, varios zumbidos se convirtieron en heraldos de otros tantos problemas. Draadan y Neudan actuaron por impulso y encañonaron con sus armas a los camaradas que se materializaron ante ellos, la acólito del Primer Ingeniero y tres acompañantes. El supervisor era un guerrero astuto y con recursos; tal vez habría intentado alguna maniobra de distracción de no ser por la implacable figura que siguió a las anteriores, completamente fuera de lugar en la mundana cocina lombarda: Shaal en persona. La presencia del Primer Biólogo, alguien que jamás descendía de las alturas, bastó para diluir la entereza de los conspiradores. No así la de la supuesta Eal, quien se adelantó con una mueca entre cortés y sarcástica.
—Saludos, Shaal. ¿Cuánto ha sido? ¿Un par de años? —bromeó—. Galaxias en colisión, cómo pasa el tiempo cuando no estás encerrado en una bonita caja de cuatro lados. Me disponía a conversar con mis... viejos amigos, pero imaginaba que tú rondarías las inmediaciones y no tardarías en presentarte. Siempre has sido desconfiado por naturaleza.
ESTÁS LEYENDO
Con la vista al cielo
Ficção CientíficaFlorencia, año 1470. La apacible sesión de posado para la nueva obra del maestro Verrocchio se ve interrumpida por los visitantes más extraordinarios que cabría imaginarse: surgen de la nada, visten ropas nunca vistas, poseen habilidades sobrenatura...