Capítulo 15
-Bievenido a casa-. Dije amargada con una sonrisa fingida.- Vamos a mi habitación-. Justo cuando llegamos sonó mi móvil. Damon.
-Contesta-. Lo miré, sonreí y contesté.
*-¿Qué demonios quieres ahora imbécil?- Phoenix me miró desconcertado pero pasé.*
*-Pues nada, ver qué tal estabas.*
*-No te me hagas el inocente. Sé que quieres algo. ¿Ya te enteraste? ¿Para eso llamas? ¿Para molestar?- Phoenix prestaba atención a mi entretenida conversación, y su rostro, como dije antes, seguía desconcertado. Era lógico, yo era un amor de persona y verme hablando en ese tono... Pues es algo extraño.*
*-Ya lo sabe todo el instituto, Axelia. ¿Estás bien? Sólo llamó para saber qué tal estabas tras romper con Nate.*
*-No hemos roto, sólo nos hemos tomado un tiempo.*
-Así que, tienes novio-. Interrumpió Phoenix, tapé el microfono del teléfono y le contesté.
-Cállate tú-. Me miró asesinamente.
*-¿Quién era...?- No le dejé terminar.*
*-No te importa-. Cotilla.*
*En fin, ¿me vas a contestar o no?*
*Estoy perfectamente, ahora, adiós.*
*¡No! Espera, espera, rompieron porque lo engañaste. Ese es tu amante, llamé en mal momento ¿verdad? Bueno os dejo con vuestras cosas.*
*¡No! ¡Es mi primo! Y ahora déjame en paz-. Corté.*
-¿Tu primo?- soltó una carcajada falsamente y le respondí con un sonrisa igual de falsa mientras le pegaba en la cabeza.
-Eres horriblemente...
-¿Irresistible? Me lo suelen decir-. Le pegué en el brazo con la boca abierta y rió, me cabreó. Cogí un vaso que tenía a mano y se lo tiré encima.
-Eso te pasa por imbécil-. Se quitó la camiseta y lo miré de arriba a abajo, luego lo miré a la cara y tenía una maldita sonrisa. Una maldita sonrisa.
-Voy a por una de mi padre.
-No hace falta, estoy cómodo así.
-Eres un maldito pervertido. Si no te pones la camisa que te voy a traer...
-¿Qué? ¿Le vas a pedir a tu amado padre que me mate?
-¡No! ¿Te crees que soy una bestia o qué?- Paré y mordí mi labio inconcientemente.- Te vas de mi casa.
-Vale, adiós.- Se levantó y tocó la puerta que se encontraba cerrada.
-Espera.
-Sabía que te arrepentirías.
-¿Y quién ha dicho que me he arrepentido?
-No te me hagas la difícil, a otros les gustará, pero yo me canso. Pero tampoco me gustan las fáciles-. Le tendí la mano.
-¿Compañeros?- Asintió y salí en busca de una camisa.- ¡Y no me hago la díficil! ¡Ni soy fácil, así que acostúmbrate!- Grité desde el pasillo. Sentí como se asomaba a la puerta y sonreí mientras negaba con la cabeza divertido.
Cogí la camisa y volví. Para mi sorpresa Phoenix se encontraba escribiendo en él.
-¿Qué demonios haces?- Pregunté furiosa y preocupada a la vez, mientras quitaba el móvil de sus manos.
-Creo que era el "imbécil" con el que hablabas antes. Sólo le preguntaba que quién era su padre. Sé que tu padre no te deja salir, entonces todos tus amigos deben ser dioses, semidioses o mestizos-. Me puse nerviosa-. No mientas más. Te escapas.
-Yo no lo diría así. Yo sólo vivo mi vida, no me escapo.
-Desafías a tu padre.
-No se tiene porque enterar, porque no se lo vas a decir.
-Que mandona, uh que miedito-. Era retrasadamente... Irresistible. Debía admitirlo, me volvía loca, pero no era mi tipo. Demasiado malote.
-Y al contrario, yo cumplo su sueño. Él quiere que sea feliz, y eso es lo que hago.
-Sí, sí, lo que tú digas. ¿Quieres?
-¿Qué es?
-Cigarrillos
-Oh, hace tiempo leí un libro en el que el protagonista siempre llevaba uno sin encender entre los labios-. Finalmente acepté su oferta. Salímos a la terraza vigilando que no me viese mi padre.
Charlamos durante un rato, y descubrí que iba al mismo instituto que yo, solo que se hacía pasar por otro chico. Es decir, tenía otro nombre y todas esas cosas. Y a decir verdad, me sonaba su cara. Todas las chicas del curso babeaban detrás de él, al igual que yo. La diferencia, ellas estaban detrás y yo, junto a él.
-Oye Ax (mi nuevo apodo), mañana voy a ir a una fiesta, ¿quieres venir?- Habías cogido mucha confianza esa noche.
-Por supuesto que sí, en el instituto había un baile pero no pienso ir sola ¿quién ira?
-En realidad, es el baile-. Moríos de celos malditas ratas babeadoras, y tú, Damon, te digo lo mismo.
-Vale, perfecto. ¿Cuándo... Comenzaremos?
-Tranquila, dejaremos pasar un tiempo.
-Phoenix, debo contarte algo. La profecía dice que debo derrotar a uno de los tres grandes dioses, ¿es así no?
-Eso creo, podemos mirarlo en el gran libro de las profecías-. Fuimos camino al Olimpo. La profecía decía derrotar. Volvimos a mi cuarto, nadie podía oirlo, allí tenimos más intimidad.
-A ver Phoenix, la profecía en ningún momento nombra la palabra matar, o aniquilar. Eso es bueno, yo puedo derrotar a mí padre sin matarlo, ¿comprendes? Si él muriese yo sería la legítima heredera al trono, pero si yo se lo quito, se lo robó, el lo perdería. Yo lo derrotaría. ¿Eso puede pasar?

ESTÁS LEYENDO
Inframundo
De TodoHasta el momento, yo seguía encerrada en aquel tétrico castillo, pero lo que no sabía era que mi vida pudiese dar un giro tan grande en apenas días y luego, mi historia continuaría.