Capítulo veintinueve

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Capítulo 29

Cuatro meses después...

El desarrollo del feto iba perfectamente bien, su padre y su madre estaban unidos y sólo le quedaba un mes para que viese la luz por primera vez.

Tras ocho meses de embarazo había aprendido algo, es duro, pero también maravilloso.

Dormía soñando en que caminaba por las nubes con una hermosa niña, pero unos cortos besos interrumpieron mi descanso. Abrí los ojos y allí estaba Nate, con una resplandeciente sonrisa en la cara. Notaba algo extraño, habitualmente era él que dormía y yo le preparaba el desayuno, pero hoy era yo la que tenía el desayuno en la cama.

Comenzé a comer, y vomité. El desayuno quedo destrozado y Nate comenzó a buscar algo entre el vomito, pero finalmente se rindió.

Durante los siguientes días, se comportó de manera extraña y no entendía porqué.

- Nate, ¿qué te pasa? Últimamente estas diferente, pero en mal sentido- se retiró el pelo hacia atrás con la mano y contestó:

-Simplemente estoy cansado, necesito dormir.

-No estás cansado, nos pasamos el día dentro de la casa. Ni siquiera tenemos que trabajar gracias a mi padre. Anda, ve a comprarme otro bote de helado de chocolate- iba saliendo por la puerta y le grité-. ¡Que sean dos!

Por la tarde, tras haberme comido los dos botes enteros yo sola, sin exagerar, fui a comprar los últimos detalles para el bebé. Algún chupete, mantas,...

Asi que fui a la caja para pagarlo y ví a Nate en la sección de joyería.

No tenía ni idea de que hacía allí, faltaban meses para los cumpleaños de las mujeres, incluida yo, de su familia.

No me acerqué, si iba dejaría de hacer lo que estaba haciedo y no lo averiguaría.

Nadie lo estaba atendiendo, se desesperó y comenzó a dar vueltas como un psicópata alrededor del mostrador. Finalmente llegó una chica que comenzó a atenderle, pero no compró nada.

Me acerqué a la dependienta y le pregunté que le había dicho, se quedó dudando un momento, que bastó tanto como para que Nate llegara.

Volvimos a casa y nos fuimos a dormir. Me desvelé a la una de la madrugada y Nate no estaba a mi lado. Supuse que estaría en la cocina o viendo la televisión, pero no era así. En la barra de la cocina había una nota:

"He tenido que salir un momento, espero que no te importe."

¿Quién sale a la una de la madrugada? Me esta engañando.

¡Ni siquiera escribió "te quiero"!

¡Él siempre escribe "te quiero"!

No debo perder la calma, tal vez sólo fue a ver a su madre porque sucedió algo. Volveré a la cama y dormiré, mañana despertaré y Nate estará a mi lado.

Me quedé dormida en el sillón, y noté como a mitad de la noche unos brazos me llevaban a la cama y unos labios susurraron en mi oído "te quiero". Eso me bastaba.

Todo el misterio se solucionó al día siguiente. Como cualquier día habitual, me desperté y preparé el desayuno. Encendí la televisión y fuí cambiando los canales hasta que encontré uno que me gustaba.

Tras almorzar, me eché una siesta y como la noche anterior, mientras dormía, Nate me cogió y me trasladó hasta una barca. La barca del lago. Abrí los ojos y sonreí al ver como Nate fruncía todo el rostro haciendo fuerza con los remos.

Me senté y le dí un beso en la mejilla desde atrás.

Llegamos a nuestro destino, nunca había llegado hasta la otra orilla del lago, pero era precioso. Los altos pinos no dejaban a la vista el cielo azul, y la césped del suelo estaba lleno de pequeñas flores amarillas.

Los árboles formaban un pasillo y en cada uno de ellos había una nota y una rosa.

"Sólo quería decirte que te quiero."

"Esto es difícil para mí, pero hemos pasado por mucho juntos."

"Estaré contigo en lo bueno y en lo malo."

"Dentro de un mes, todo será perfecto."

Y llegué a la última nota:

"¿Quieres casarte conmigo?"

El mundo completo se había parado a mi alrededor. Me giré y Nate estaba arrodillado con un hermoso anillos en la mano.

-¿Y, qué opinas?

No tuve que contestarle, simplemente, me lancé sobre él y los dos caímos al suelo.

Pero no todo había terminado, me tapó los ojos y caminamos un poco más.

Cuando me destapó los ojos, fue un momento mágico. Georgia estaba ante mí, con un hermoso vestido de boda.

-Es tuyo.

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