Capítulo trece

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¡Hola! Se que mi novela va demasiado rápido, y me arrepiento. Sin embargo, he pensado que no ha sido tan horrible gracias a que sucederan cosas y que no quiero alargarla demasiado. Intentaré subir capítulos más largos, algo así como 2 en 1 e incluso a veces tardaré en subir ya que sigo escribiendo para no agobiarme, ¡gracias!

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Capítulo 13

Corrí y corrí hasta llegar a un largo corredero de paredes blancas y enormes cuadros de personas, personas que a mí, se me hacían demasiado familiares. No había salida, me encontraba en un enorme rascacielos de Nueva York, sin salida, en un pasillo sin retorno y grandes ventanales al final de él. Tras ello, volvió a aparecer, ese manto sin rostro, una capa negra sin rostro.

La muerte.

Elevó su cabeza y lo ví, ví su espantoso rostro, una maldita caravela, me perseguía, y tras ella, miles de personas de las que mi padre había robado sus almas. A menos de un metro de mí, y acercándose paso a paso, se encontraba la muerte. Miré a mi alrededor, pero nada, pensaba que sería como en las películas, cuando en el último momento, encontrabas la salida. Su mano salió a la luz y se intentó acercar a mí rostro, grité. De un momento a otro me encontraba cayendo del rascacielos, y cuando lo tenía todo perdido, desperté sudorosa con un grito. Había sido una pesadilla.

-¿Estás bien? ¡Cariño, ya ha despertado!- Intentaban llevarse bien delante mía, pero yo sabía perfectamente lo mucho que mi madre destestaba a mi padre.

Días antes, había tenido muchas pesadillas asociadas a la muerte, en algunas, yo mataba a mi padre, luego lloraba y acababa, esa profecía me tenía hasta las narices. Eran las cinco de la mañana, decidí que era inútil volver a dormirme, así que cuando mis padres se durmieron bajé al comedor, desayuné y dejé una nota.

<< He salido a dar una vuelta, si no me encuentras no le preguntes a Caronte, tengo un sitio secreto. Buenos días, aprovecha de tu desayuno, lo he dejado en la cocina.

Te quiere, Axelia.>>

Había sido "fin de semana", y por lo visto, allí no van a clases los fines de semana. Era algo que me había explicado Bastian, los días de la semana, y los meses y todos esos rollos que los terrestres encontraban tan lógico. Si alguien me viese, probablemente pensaría que no estoy cuerda. Después del incidente del otro día, me moría de vergüenza, pero total, no iba a pasar nada más malo que la muerte.

No me apetecía encontrarme con Bastian, y decidí que sería mejor pasear por la explanada del instituto y sentarme bajo un árbol a leer.

Caminaba tranquilamente mientras tarareaba una canción que adoraba, se me había olvidado el libro, y a mí no se me ocurre otra cosa que ponerme a caminar. Mientras iba caminando, ví varias escenas a las que no pude evitar sonreír, una de ellas fue Madison, Madison con un chico. Sí, Madison era la chica a la que Nate había pegado ante mis ojos. Se veían tan bien juntos, se sonreían mutuamente, manera en la que Nate nunca había hecho. Entonces sentí como alguien tocaba mi cintura y daba un beso a mi mejilla, Nate. Para mi sorpresa, me giré y era Damon, maldito. Con una flor en la mano, quedé atónita.

¿Y cómo no? Nate, miraba contrariado y enfurecido la escena, y de un momento a otro se encontraba llendo hacía Damon con la mirada más asesina que la de mi padre. Mientras tanto, Damon, me miraba con una sonrisa en la cara y yo, claro, esperaba a que llegase Nate, no era mala, pero esto se iba a poner interesante.

Lo mismo dije al encontrarme en la enfermería junto a Damon y Nate, sólo que esta vez con algo de sarcásmo. Nate tenía el labio partido, y Damon la nariz y el brazo, y como no, yo tenía un ojo morado, ¿Cómo demonios le iba a explicar esto a mi padre? Pues fácil, con una de mis excusas tontas, "me caí por la escalera papi, pero tranquilo, no me duele". ¿Quién se cree algo así? Si me hubiese caído por la escalera, tendría mis dos hermosas piernas y mis dos hermosos brazos rotos, aparte de la cabeza, la nariz y el labio, y como no, dolería.

Me encontraba en las nubes cuando Nate me dió la mano, ¡Damon, púdrete! Le estaban vendando el jodido brazo y mientras tanto, yo aquí, en mi mundo lleno de romanticismo. Nuevo integrante en la sala, el director. Sonreí al ver quiénes entraban tras él, Amelia, Lily, Siria, Marian, Ashton y Christopher. Y no olvidemos a la Señorita Anne, o como ella quería que yo le llamáse, Anne. Mis amigas corrieron a mí preocupadas, sobre todo Amelia, y aunque no nos conocíamos desde hace mucho, yo les importaba.

-Esto es inaceptable, ¿como puede haber sucedido esto?- Decía el director indignado, Nate tenía una reputación que mantener e intentó cortarle el rollo al director, pero el Sr. Andrews, el director, prosiguió.- Por esta vez, sólo castigaré a los señores, sólo por esta vez, porque sé perfectamente que se metió para intentar pararlos. Pero a la próxima, me veré obligado a ser mucho más estricto. En cuanto a ustedes dos, después charlaremos sobre el castigo merecido, y sobre el porcentaje de culpa de cada uno-. Intentaron interrumpir.- Antes de que comienzen con el estúpido jueguito de quien comenzó y quien se defendió, quiero decirles, que no los pienso escuchar, o hablan como adolescentes cultos que son o los dos tendrán doble castigo. Tengo una reputación que mantener, en cuanto a este instituto y su severidad y a mí, debo imponer respeto en mis alumnos, sino sería imposible dominar esta manada de leones. Y ahora, si me permiten, me despido-. Todos soltamos una risa, ¿leones? ¿De verdad? ¿No tenía nada mejor con lo que comparar a estos dos? Aunque a decir verdad era una buena comparación, los dos querían ser el rey de la selva. Imbéciles, eso eran, unos imbéciles.

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