Capítulo catorce

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Capítulo 14

Desperté en la enfermería y eran las cinco de la tarde, ¡mierda! Bueno, tranquilidad. Era fácil, le diría a mi padre que tras el golpe me quedé dormida de cansancio. Salí lo más rápido que pude sin despertar a Damon, ¿y Nate? ¿Dónde estaba? Mi pregunta fue respondida al verlo allí parado, esperandome.

-¿Estás mejor?- Acarició mi ojo morado.

-Auch, duele.

-Perdón, ¿quieres dar una vuelta? Podríamos tomar un helado y después ir a un sitio que conosco, seguro que te gusta-. Total, "me quede dormida".

Nos encaminamos a una heladería cercana, bastante bonita, a decir verdad, era como una casita de muñecas. Entramos y pedí un helado que llamó mi atención, era azul como el hermoso cielo de este planeta y por encima tenía "nubes", yo creía que las nubes no se comían, pero estaban bastante ricas. Antes de irnos me saqué una foto con una mujer inmóvil, bastante raro. Como no, una estatua, tan ingenua como siempre. Nos montamos en su "carruaje" y nos encaminamos hacia un hermoso bosque verde. Y luego caminamos de la mano hasta una gran explanada junto a un río y en medio de el terreno, un árbol. Bastante tétrico.

-Llegamos, ven-. Cogió mi mano y me llevó hasta el árbol.- ¿Subes? Desde aquí, hay unas vistas preciosas, pero no tanto como tú-. No pude evitar sonrojarme y soltar una sonrisa tímida. Subí. Fue difícil, costó, pero lo conseguí.

-Guau-. Dije asombrada, era lo más bonito que había visto en la vida.- Es lo más bonito que he visto en la vida.

-No seas exagerada, has visto muchas cosas en tu vida-. Sí claro, muchísimas, me gusta el tono irónico.

-Eso lo dices porque no sabes lo que soy-. Murmuré para mí mirando hacia otro lado.

-¿Y qué eres? No me digas que eres un vampiro. Claro, no puedes serlo, te estarías quemando con el sol. Un hombre lobo, un hada, una bruja, un zombie, ¿qué?- Se veía interesado.

-Una mestiza-. No debiste y lo sabes, dijo mi subconciente.

-¿Una qué? No me hagas nada, por favor-. Este chico podía llegar a ser más ingenuo que yo. Mi madre me dijo que era nuestro secreto, pero no tiene nada malo confiar en alguien, Nate me podría ayudar.

-Nate, escúchame, no seas tonto. Soy hija de Hades, dios de la muerte. Vivo en el Inframundo. Por eso soy tan "rara"-. Se puso serio y se fue alejando de mí, intenté tocarlo.

-¡Mentirosa, loca, aléjate de mí!

-Nate, es la verdad, te llevaré al Inframundo sin que mi padre se entere, por favor creéme. Sé que me tomas por loca pero...- Ya había bajado, me teletransporté.- Lo has visto, bajé, en realidad me teletransporte, ¡Nate espera por favor!- Tarde, se subió al coche. Arrancó y fuí a la carretera, dio un giro brusco, seguro me observó. Me teletransporte al coche.- Nate, ¿estás loco? No te voy a hacer nada, casi te matas-. No contestaba, frenó.

-Bájate.

-Eso iba a hacer-. Rápidamente y sin darle tiempo a reaccionar, besé su mejilla y desaparecí.

Aparecí en el Olimpo, ¿qué hacía allí?

-¡Qué grande estás! Axelia ¿qué te ha pasado?- Atenea, diosa de la sabiduría. ¿Y quién era el apuesto chico que se encontraba a mi lado? Mi padre me miraba esperando a que respondiera.

-Pues me caí por la escalera, gracias al cielo no fue nada grave. Y después me quedé dormida, por eso no estaba en casa.- Zeus, mi tío, hijo de Cronos, al igual que mi padre y todos mis tíos. En la sala de encontraba mi padre, Zeus, Poseidón, Atenea, Hera, Afrodita y el chico. A lo que iba, Zeus habló.

-Bueno, Axelia, te hemos convocado aquí para avisarte de que debes cumplir la profecía, junto a...- Me quedé de piedra, yo sabía perfectamente la profecía de la que hablaba, mi madre debió contarle a mi padre lo que sabía. Él no hablaba, simplemente pude notar el miedo en su mirada perdida. Atenea interrumpió a Zeus antes de que él continuase.

-Phoenix, mi hijo. Es mestizo y tiene la misma edad que tú. Él te ayudará, seguro que se llevan bien-. Sí, seguro. Me caía bien esa hermosa diosa, era algo hiperactiva y eso me hacía gracia. En cuanto al chico, no me parecía mala idea, pero le tendría que explicar mi plan. Lo miré y le devolví la dulce sonrisa que tenía en sus labios.

-Bonito nombre-. No se me ocurría decirle nada más ¿bonito?

-Bonita chica-. Me sonrojé.

-Lo mismo digo, es decir, en masculino-. Soltó una leve risa. Ese chico tenía, no sé si serían sus hermosos ojos azules o su sedoso pelo rubio, pero algo tenía.

-Ejem, creo que deberían dejar los cumplidos para otro momento. Y cuidado con la moqueta, no me la ensucien con sus "babas"-. Todos reímos, mi tío tenía razón. A mí se me caía la baba, tenía un cuerpo tan masculino e irresistible. Y a él, no lo sé. Lección aprendida: no hacer cumplidos a un chico en medio una reunión en el Olimpo.

-Hija, tráelo a casa. Deberán conocerse mejor.

-Papá, no te preocupes, tranquilo, iré a por ti. Pero no de la manera que piensas-. Le susurré en su oído y sentí como se estremecía.

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