Capítulo veinte

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Capítulo 20

-Este es-. Cogí el libro de "Las respuestas a la vida", según Phoenix allí estaría la respuesta a mi pregunta.

-Veamos que encontramos aquí. <<Las profecías deben ser cumplidas por obligación, blablabla...>> <<Cada valiente héroe que se haga cargo de cumplir la profecía, blablabla...>> ¡Aquí no hay más que boberías! ¡Todo esto ya lo sabía!

-Mira esto Phoenix, <<Para arrebatarle el trono a un dios debes quitarle su corona y su bastón. Después, con la corona puesta y el bastón en la mano deberás sentarte en su trono y surgirá la magia. Miles de chispas caerán sobre ti, mientras que salen de él.>> Esto parecen instrucciones, ja, ja. ¡Pero es...!

-¡Totalmente perfecto!

-¡No! ¿Cómo me voy a sentar en el trono de mi padre? Esta todo el maldito día sentado en él.

-Encontraremos una solución. Aparte, que yo sepa, tu padre duerme y come. Creo eh...

-Ya... Cuanto antes lo hagamos mejor.

Tras un largo sábado con Phoenix averiguando y creando planes, por fin era domingo. El día que Bastian me había dicho que fuese a su casa. Creía que era una ocasión especial así que me puse un bonito vestido blanco con escote y algo desarreglado pero a la vez elegante. El toque elegante, sobretodo, lo daban los tacones. Esos tacones blancos sentaban de maravilla con mi tez pálida. Me solté el pelo y cogí un pequeño mechón de la parte delantera que trabé con una florecita.

Llegué a casa de Bastian y me estaba esperando.

- Se nos hace tarde, ¿lo tienes todo preparado?

-Sí, pero ¿a dónde vamos?

-Ya lo verás, es una sorpresa. ¿Sabes cuál es tu segundo apellido?

-Pues... creo que Kennedith, igual que tú-. Paramos ante una bonita y grande casa que resaltaba entre las demás.

Bastian dijo algo que me hizo que mi mandíbula tocase el suelo:

- Bienvenida al hogar de los Kennedith.

-¿Qué... qué...?

- Nada de queque (pastel) que ya vamos a almorzar.

Entramos y había mucha gente, con razón la casa era grande. Eran una familia numerosa. Correción, éramos. Era mi familia, me tenía que incluir.

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Mis abuelos, Alexander y Natalie tuvieron seis hijos: Robecca, Vivianne, Jennete, Persephone, Robert y Simon

Robecca se casó con Francise y tuvieron dos hijos: Georgia y Tyson.

Vivianne se casó con un millonario, Terens, y gracias a eso toda la familia vive junta en una casa gigante. Tuvieron tres hijos: Elizabeth, Tara y Olly.

Resulta que Jennete existía de verdad, mi tía estaba amargada y sola como me había contado mi hermano mientras yo pensaba que era mentira.

Persephone es mi madre y fue obligada a casarse con mi padre, Hades, y nos tuvieron a mí, Axelia y a Bastian.

Robert se casó con Molly y tuvo a Jenna.

Y por último Simon, un hombre que trabaja como payaso para un hospital. Un hombre solidario y divertido que conoció a una enfermera con antepasados asiáticos, Ying. Junto a ella tuvo a Brian, un niño al que acosan en el colegio por sacar buenas notas. Un niño más bueno que el pan que nació con problemas en algunos órganos.

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Era increíble todos los primos que tenía. Georgia, Tyson, Elizabeth , Tara, Olly, Jenna y Brian.

Todos los de sexo masculino eran niños, Tyson tenía diez años; Olly tenía ocho y Brian tenía cuatro. Por otra parte, todas las de sexo femenino eras adolescentes, Georgia tenía mi edad, diecisiete; Elizabeth y Tara eran gemelas y tenían quince; y por último Jenna, que tenía catorce. Todos eran morenos y de ojos verdes o marrones. Y la tez de todos ellos era bastante morena al igual que la de mi madre, yo salía a mi padre.

Todos eran increiblemente simpáticos, eran una familia muy unida. Después de almorzar la rica comida de mi abuela, nos fuímos todos a la sala de estar y comenzamos a jugar a algunos juegos como las adivinanzas o la mímica. Reímos muchísimo, no dimos el juego por finalizado con palabras. Mi abuelo me preguntó sobre mi vida y entonces todos comenzaron a preguntar, me gustaba que se preocuparan por mí e intentasen que me sintiese parte de la familia.

-¿Quieres ir a mi habitación? Allí podremos hablar con más intimidad.- Asentí a la propuesta susurrada en mi oído de Georgia y subimos. Mientras subíamos las escaleras rompió el silencio.- Estas escaleras cansan mucho, es una casa grandísima. ¿Qué te parece la familia?

-Son todos bastante simpáticos y familiares.- Respondí con una sonrisa en la boca.- Estoy muy agradecida por todo.

-Recuerdo cuando Bastian nos encontró y nos lo contó todo. Nos ha hablado mucho sobre ti. Hemos intentado ir pero no hemos podido, nos ha sido imposible.

-Lo comprendo, es lógico.- Entramos en una puerta que se encontraba en un pasillo lleno de habitaciones. Era una habitación con tonos malvas y blanca.

-Y... ¿tienes novio? Es algo inapropiado, pero al fin y al cabo eres mi prima. Y tienes la misma edad que yo, ¡siempre he deseado esto!

-Yo también, me encanta tener gente que ms apoya, con tres personas me bastaría, pero al parecer tengo mucho más. Y pues bueno, me encuentro en una situación algo complicada. No tengo novio, pero me encuentro medio de un triángulo amoroso.

-¡¿De verdad?! Siempre he soñado con eso, soy fanática de las novelas y las películas de amor.

-Sí, yo también lo soñe siempre. El barquero Caronte...- Me interrumpió.

-¡Ese maldito nunca nos dejó pasar!

-¡No! Siempre fue mi gran apoyo. Y por favor, no interrumpas.- Me había criado en un castillo con un padre exigente, claramente tenía buenos modales.- Él me traía libros siempre, tengo poderes, heredados de mi padre, y lo ayudaba a pasar desapercibido.- Alguien tocó la puerta.

-Axelia, tenemos que irnos ya, sino se te hará tarde y tu padre te descubrirá.

-Vale deja que me despida de todos.- Georgia me hizo una petición.

-Prométeme que volverás. Todos los domigos hacemos lo mismo. Por favor ven a verme de vez en cuando.

-Tranquila Georgia, prometo que mientras el sábado no tenga nada que hacer, el domingo vendré a almorzar. Sólo salgo un día del fin de semana. Y antes de marcharme pasaré por aquí.

-Gracias. Te quiero, te quiero, te quiero. Vamos, debes despedirte.

-Espera, lo haremos teletranportándonos.

-¡¿Teletrans...?!- No la dejé terminar. Aparecimos en la sala de estar ante todos, y mientras yo y Bastian estábamos tan tranquilos, los demás tenían los ojos abiertos de par en par.
Georgia era la más espabilada y no se cortaba con nada, así que rompió el silencio.

-¿Qué fue eso?- dijo pausadamende.

-Guau.- Dijeron Elizabeth y Tara.- ¡No me repitas! ¡Arg!

-Axelia, hija, ¿cómo has aparecido aquí?- Preguntó mi abuela calmadamente.

-Mi padre es un dios, es lógico que tenga poderes. Simplemente me he teletranportado.

-Bueno, venga, despedíos que nos vamos.

Nos despedimos de todos, los volvería a ver pronto y se los dije. Se alegraron muchísimo de ello. Mientras íbamos en el coche me quedé pensando en un bonito reencuentro de la familia. Cuando reináse el Inframundo mi padre estaría obligado a dejar a mi madre libre, se que no lo dejaría pero podríamos irnos a vivir a casa de Bastian y mi madre se reencontraría con su familia. Llegamos y abrimos la puerta.

-¡¿Qué demonios haces aquí?!

InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora