Capítulo veintiuno

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Capítulo 21

No daba crédito a lo que estaba viendo. ¿Qué tipo de broma era esta? Había desaparecido, me había dejado en paz, y ahora volvía.

-Ah, hola tío, hola Axelia.

-¿Qué pasa tío?

-Sigo esperando a que alguien me responda. ¿Qué haces aquí, imbécil?- Recalqué la palabra imbécil.

-Pues nada, viendo la televisión un rato.

-Ya, eso lo sé. ¿Pero qué demonios haces en mi casa?

-Es la casa de tu hermano, y yo soy su mejor amigo y por lo tanto tengo la llave.

-Bastian, ¿algo que objetar?- Indignada, eso era como me sentía.- Y si yo estoy un día aquí con mi intimidad o en paños menores sin saber que está aquí, ¿qué? ¿Me ve y ya está?- Solté un soplido mientras que Bastian sólo miraba al suelo avergonzado por su acto.

-Pues... A mí no me importaría.- Dijo Damon y soltó una carcajada. Mi rabia hizo que parase de inmediato.

Iba a subir a mi habitación a relajarme un rato, pero una mano agarró mi brazo y lo impidió.

-Quédate un rato aquí, como amigos. Al fin y al cabo, eso es lo que somos, dos buenos amigos.- ¿Amigos? Sí claro, super amigos, notesé mi ironía. Ni loca me quedaba yo con ese, me metería mano o yo que sé. No me pensaba arriesgar, no, no, no. Ni loca.

Sólo me salió:

-Me voy a cambiar y bajo.

¡Maldita sea!

Terminé de ponerme el pijama y bajé. Bastian había salido y me había dejado a solas con el psicópata. Damon buscaba entre la inmensa torre de películas. Espero que no elija una de amor porque si se piensa que las cosas fluirán así, se equivoca.

Película de amor, lo que yo decía. No niego que la quisiera ver, quería. Pero no con él.

Comenzó la película y todo normal, comíamos palomitas y todo era según lo planeado. A la mitad de la película comenzé a llorar, era tan triste. Era perfecto y tuvo que arruinarse. Damon me atrajo hacia él y no me negué. Estuvimos un rato abrazados sin hacer nada, simplemente viendo la película. Pero entonces sentí que algo cayó sobre mi cara.

Una lágrima.

Nunca había visto a un hombre llorar, pero todos éramos personas y todos podíamos llorar. Recogí sus lágrimas con mi dedo, puede sonar romántico, dos jóvenes abrazados viendo una película de amor y quitándose las lágrimas él uno al otro. Esa no era mi versión. Yo, simplemente estaba "indefensa" esa película realmente era muy emotiva.

Para mí ese gesto no significo nada pero luego, él me dió un beso en la frente y sentí su cara mojada. Yo también estaba bañada en lágrimas, literalmente. Comenzamos a hablar y me pareció tan dulce que por un momento mi cabeza se hizo ilusiones pero esta vez fue el corazón el que lo negó. Siempre debe ganar el corazón, debe ser el ganador, y yo había aprendido ha hacer eso. Terminó la película y creo que nunca en mi vida había sonreido tanto. Miraba a Damon cada vez que podía y él me miraba a mí. Una sonrisa cálida invadía mi cuerpo y quería que esa sensación se compartiese.

Hablamos durante un rato hasta que tuve que ir al baño. Comenzé a sentir unos fuertes mareos. Era algo así como si una ola arrastráse con todo lo que tenía a su alcanze. Como si una grua destruyese un gran edificio y cayése desplomado al suelo. Damon gritaba a través de la puerta pero yo sólo intentaba concentrarme en que esos mareos se fuesen pero a mí cabeza venía un pensamiento, una sensación que hacía que las turbulencias en mi estómago desapareciesen.

Damon. Su sonrisa. La cálida y abrazadora sensación de sus perfectos y blancos dientes, de sus labios carnosos que formaban una media luna al sonreir.

El tornado fue disminuyendo dejando mi estómago libre al fin. Salí a beber un vaso de agua con algún calmante. Damon no paraba de preguntar y de mirarme preocupado con su hermosa sonrisa apenada. Tomé el vaso de golpe, lo solté sobre la mesa y apoyé mis manos sobre ella. Miré a Damon y solté una pequeña sonrisa con sonido. Miró para otro lado con una sonrisa algo más feliz y me abrazó.

Sentía como su calor llegaba hasta mi, su amor, su alegría, su cariño.

Sentía que mi cabeza quería, quería quererlo y dejarse de antiguos novios e hijos de diosas. Así no tendría una vida normal, pero mi corazón seguía sin estar del todo seguro. Durante esa tarde me sentí especial, me sentí como yo quería, normal. Una chica de diecisiete años. Y el merito no es mío, es de Damon. Si él no hubiese venido aquí, si no hubiese aceptado bajar a ver una película, si Bastian no se hubiese ido, nada habría sido igual. Había sido totalmente perfecto.

Damon me había perseguido durante un tiempo y finalmente me había dejado mi momento de paz. Jamás le dí una oportunidad, y a partir de ahora, daré oportunidad a todo el que se lo merezca.

El abrazo terminó, la separación fue lenta pero no completa. Nuestras mejillas se unieron y me dió un beso. Fue deslizando su rostro hasta que sus labios quedaron frente a los míos. La decisión no era mía, sino de mi corazón. ¿Qué digo? No me puedo quedar parada hasta que mi corazón decida, soy yo la que controla lo que siente. La dueña de este cuerpo. La que manda, mi corazón no manda. Yo sólo controlo mi cabeza y esa es la respuesta. No era un desconocido. era mi amigo, mi buen amigo, como dijo él. Pero yo no quería ser su amiga. Me lancé.

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