Era lunes y había prometido acompañar a Citlally a su cita con el psicólogo. Nos vimos a las tres en su casa y comimos juntos algo que ella preparó: sopa de municiones y enchiladas suizas. Acabando la comida me empezó a doler el estómago un poco, pero pensé que se me quitaría rápido y que seguramente había sido por tanta salsa, y sí, se me pasó rápido.
Manejé el carro de Citlally y llegamos a la asociación de su papá, donde él ni siquiera estaba, sino que había otra persona que atendía y todo eso. La psicóloga de Citlally, Mónica, nos saludó a ambos y Citlally le dijo que quería que esa cita fuera diferente, quería que yo estuviera presente y me incorporara y luego tuviera una cita de media hora. Mónica aceptó contenta y entramos a aquella sala donde Citlally solía contar sus problemas. Había un diván como esos que se ven en las películas y en efecto, Mónica tenía una libreta donde hacía anotaciones extrañas.
—Citlally, cuéntanos... ¿Has hecho algún amigo nuevo recientemente? —preguntó Mónica.
—No —contestó Citlally.
—¿Por qué? —volvió a preguntar Mónica.
—Mis únicos amigos son Patricio y Rodrigo, pero últimamente las cosas con Patricio han estado un poco extrañas —miré a Citlally—. Conocí a su novia el otro día, el sábado para ser exacta y creo que es un perra, todos tenían razón cuando le dijeron a Patricio eso —comencé a reír y Mónica me lanzó una mirada terminante para que dejara de reírme, Citlally lo notó—. ¡No, en serio! Es verdad, es una perra y no tiene nada de malo que se ría... ¿Sí o no es una perra, Rodrigo?
—Sí, sí es —contesté entre risas.
—¿Qué te hizo? —preguntó Mónica.
—Pues, nada en especial... Sólo ser una perra. La vieja Citlally la hubiera golpeado hasta dejarla sin dientes, pero la nueva Citlally ya no hace esas cosas.
—¿Hubieras golpeado a una embarazada? —pregunté riéndome. Citlally también comenzó a reír.
—¡No lo sé! —contestó Citlally riendo—. Es que en verdad se lo merece, es una perra desgraciada. En serio, ¡cómo te habló ese día, Rodrigo! Su manera de caminar y de ser... No sé, no me cae y creo que es una perra.
—Bueno, entendido. Ya he comprendido que no te cae bien la novia de Patricio, pero ¿eso qué tiene que ver con tu relación con él?
—Aparte golpeó a Rodrigo el otro día, y estoy un poco sentida con él por eso, porque nunca hace nada, nunca defiende nada.
—Sí, lo hace —refuté con vergüenza.
—¿Cuándo? —preguntó Citlally.
—El otro día hizo un pancho en una plaza porque te intentó defender de algo que yo dije de ti.
—¿Qué dijiste de mí?
—Am... —miré a Mónica que me miraba atenta—. Pues, esa cosa estúpida que dije, sobre que no te creía lo de la violación —Mónica levantó una ceja y apuntó en su libreta algo.
—Ah —dijo Citlally y miró apenada a Mónica.
—Ahora, Citlally y Rodrigo Castillo... Díganme, ¿cómo se conocieron?
—Es mi vecino, fui a ayudarle en su mudanza y él me dijo que tenía unos ojos bonitos.
—¡Y sí los tienes, Citlally! —comenté.
—Y a mí me daba pena que me hablara porque pensaba que sólo quería jugar conmigo y... él prometió portarse buena onda conmigo y pues...
—¿Y pues qué? —preguntó Mónica.
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Lo que no es para siempre (Cosas que no duran #2)
RandomCualquiera pensaría que Rodrigo es feliz con su vida. Tiene la novia más bonita de la escuela, tiene los mejores amigos, es súper popular, guapo y siempre está en las mejores fiestas. Rodrigo y la vida no se deben nada, sin embargo, ésta tiene tanta...