Capítulo 17

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Fue jueves el día que mi papá cumplió dos meses de haber emprendido su viaje sin retorno. Patricio estaba tranquilo, al igual que mi mamá cuando llegamos a misa. Citlally también nos acompañó y Ana. Fue menos gente que la última vez, estaban comenzando a olvidar y mi mamá se dio cuenta de eso. Y así, mes tras mes, irían menos personas, y de pronto... ya no iría nadie.

Al salir de la iglesia, mi abuela dijo que sería bueno que comiéramos en un restaurante que ella sabía que le gustaba mucho a mi papá. La familia entera fue y me dio mucha alegría porque a todos les cayó muy bien Citlally. Dijeron que era una muchacha muy guapa y agradable, me gustó que lo notaran.

Cuando la cena terminó, Citlally yo nos subimos al Bora negro y nos encaminamos al parque del faje. Teníamos mucho sin visitarlo, y como ya casi estaba atardeciendo, no dudamos ni un segundo en ir.

Habían puesto pasto y éste estaba muy verde, corto y perfecto para sentarte sobre él para ver la ciudad de Monterrey.

—Extrañaba esto —dijo Citlally mientras se acomodaba su vestido de flores y el cabello se le volaba por el viento—. Estar aquí, contigo y saber que no necesito nada más.

Le tomé la mano y ella me miró a los ojos. Parpadeó dos veces y le sonreí tímido.

—Yo también lo extrañaba —contesté.

—Es bueno, sentir el aire, escuchar el viento y ver desde aquí cómo la tierra se mueve y no podemos hacer nada para que deje de hacerlo. Me gusta tener el control de las cosas, pero sé que hay cosas que no pueden controlarse, como el tiempo. Pero me gusta, me gusta no poder controlarlo, me gusta que pase sin pedir permiso, que actué y que no hable. Me gusta.

—Yo vengo sólo porque quiero estar contigo, no porque me guste ver mi vida pasar.

Citlally se recargó en mi hombro.

—Yo también vengo porque me gusta estar contigo.

—Es algo tan simple. Digo, estar sentados, admirando los colores, sintiendo el viento, casi siempre sin ninguno de los dos decir algo. Pero es perfecto. La gente se olvida de estas cosas simples y me alegra que tú no las olvides, Citlally. Me gusta que tú las valores, que vengas, hagas algo tan maravilloso y hermoso como lo es pensar y sólo dejarte llevar por la vida.

Citlally rió un poco extraño y después de unos minutos sin decir nada ella seguía sonriendo, con su cabeza en mi hombro.

—La vida es un atardecer y un amanecer. Muchos han dicho que el Sol es Dios.

—Eso no es cierto —reclamé.

—Quién sabe. ¿Cómo sabes qué no?

—Porque es imposible —volví a decir—. El día que el Sol explote, se tragará todo, todos los planetas y quién sabe qué pasará con nosotros. Así que, no. El Sol no es Dios. O al menos que Dios se quiera tragar nuestro planeta...

—No creo que estemos aquí para entonces...

—Oh no, ni tú ni yo estaremos aquí.

—Me refería a los humanos —dijo Citlally—. Somos inteligentes, haremos algo al respecto. No nos dejaremos vencer tan fácil. Iremos a otro planeta y nos esparciremos por el universo.

Negué con la cabeza.

—¿Cómo puedes ser tan así, después de lo que te ha pasado?

—¿Podrías ser más específico?

—Positiva —contesté.

—No soy positiva, sólo tengo fe.

—¿Fe a pesar de todo?

—Sí —respondió Citlally—. Fe en los humanos, fe en el amor, fe en que las cosas no son tan malas como pensamos. Queremos ver al Sol como enemigo al pensar que un día nos tragara y olvidamos todo lo que nos dio. Nos dio este sueño llamado vida, calor, días y esperanza. No puedo estar toda la vida culpándolo que algún día hará algo que acabará con nosotros...

Agaché la cabeza y suspiré.

—Has cambiado. Cuando te conocí, no eras quien eres hoy. Pero está bien, me gusta la nueva Citlally y tienes algo de razón —acepté.

—Te amo —me dijo Citlally al oído y me dio un beso en la mejilla—. Me gusta que me digas que cambié.

—Yo también te amo —contesté y me aclaré la garganta.

—No cambiaría lo que pasamos, me hizo ser quien soy hoy...—dijo Citlally tocándome la cara.

—Cit, ¿podemos ir al doctor? —pregunté rápido.

—¿Qué pasó? ¿Te sigues sintiendo mal?

—No mucho, pero para quitarnos de dudas.

Ella no dijo nada, movió su cabeza de arriba abajo.

—Tu metáfora del Sol me dejó pensando —confesé. Citlally levantó una ceja —. Tal vez, por eso aborrezco la idea de Dios. Tal vez... Sólo por eso.

Negó con la cabeza con una sonrisa.

—Sólo era un comentario. No quiero dejarte traumado de por vida.

—¡No! —contesté—. No me dejarás traumado, Cit. Pero tienes razón, no debemos de odiar los finales, debemos amar los caminos. Como lo que nos da el Sol.

—Amo nuestro camino —dijo Citlally y se sentó enfrente de mí, de espaldas y se dejó caer y la sostuve. Le di besos en la cabeza mientras ella cerraba los ojos, la abracé y le juré que estaría con ella, hasta que el Sol nos tragara.

Pero no era cierto. Y yo no lo sabía. El destino tiene mejores planes para nosotros de los que alguien planea.

Aquellos días, no voy a mentir, todo era felicidad. Yo estaba enamorado de Citlally y ella lo estaba de mí. Pasamos los últimos días de vacaciones tomados de la mano, viendo series en la sala de cine que había en mi casa. Ella se definía a sí misma como la mujer más feliz del mundo y a pesar de mis dolores constantes y mareos, yo también era feliz. Y supe que había cumplido mi cometido: la había hecho feliz. Y en ese momento, era lo único que quería de ella. Quería amarla, quería cantarle canciones, quería abrazarla y quería pasar los días del verano a su lado, sin importar el mañana. «Vive este día», era mi lema.

Me enseñaste muchas cosas, Citlally. Lamentohaberme dado cuenta tarde de lo mucho que valías. Créeme que te amé como nuncaamé a nadie. Cada cosa que hice a tu lado, fue como si tuviera la conscienciade que no iba a volver a suceder jamás. No te amé por sentirme solo, despechadoo por cualquier otra razón que se te pudo haber pasado por la mente. Te amé porquemereces ser amada, Citlally. La gente merece amarte, porque tal vez, sólo así,serán tan felices como tú me hiciste. Te amo, Citlally, te amo. Y amo todo loque pasamos, lo bueno y lo malo... Amo nuestro camino, tus ojos verdes, tucabello castaño y esa sonrisa tímida que cargas a casi todos lados. No eres comolas demás, Citlally, me lo demostraste cada segundo y estoy contento de habermetopado con alguien tan diferente a todos, porque eso también a mí me hizodiferente.

Lo que no es para siempre (Cosas que no duran #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora