Vamos camino a la fiesta que Daniel nos mandó, no se si él va a estar ahí, y la verdad es que me siento super nerviosa, pero se que son las ancias de volver a verlo, me tiemblan las manos, constantemente muevo mi pie nerviosa.
-deja de hacer eso- dice Cecilia por cuarta vez.
-lo siento, no se que me pasa- me excuso.
Llegamos a la fiesta y Miguel nos ayuda a bajar, Cecilia se adelanta contoneando sus caderas en ese hermoso vestido como tinto.
-Liv, esta noche es muy importante para el señor McNail- Miguel me llama.-¿él estará aquí?- pregunto emocionada.
-si, pero quiero decirte que las cosas no son lo que parece, solo confía en él, confía en su palabra aunque sus actos digan todo lo contrario- dice todo eso viendome a los ojos.
-¿que es lo que me estas tratando de decir?-
-Daniel tiene que recuperar lo...-
-Liv, pero si estas presiosa- llega Adrián dándome un beso en la mejilla.
-hola, tu te vez muy bien- sonrio notando semejante cuerpo enfundado en un traje negro.
No le había puesto la suficiente atención a Adrián, es más alto que yo por lo menos 25 centimentros, musculoso, de tez blanca, con cabello negro azabache y unos preciosos ojos azul zafiro, su barba bien cuidada de un par de dias le da un aspecto interesante, pero su sonrisa es su atractivo visual. Aparenta unos 30 años. Nada mal.
-¿me harías el honor de acompañarme?- me ofrece su brazo.
-claro- aceptó gustosa. Volteo a ver a Miguiel quien mueve la cabeza negando
-confía en él- le leo los labios a Miguel antes de marcharse.
Adrian y yo caminamos hacia la entrada del edificio, nos abren la puerta dejándonos pasar.
Todo está sobriamente decorado, nada exagerado, sencillo pero elegante.
Atraemos las miradas enseguida, Adrián levanta la cabeza orgulloso, yo sonrio educadamente. Seguimos nuestro paso a no se donde, sólo caminamos por el lugar.-¡¿Olivia?!- dice una mujer.
-¡mamá!- digo sorprendida al verla colgada de brazo de mi padre -¡mamá!- camino lo más rápido que me permiten las zapatillas.
-¡mi niña!- nos fundimos en un fuerte abrazo -¡oh mi niña!- llora mi madre.
-te he hechado mucho de menos- digo separándose de ella.
-¡Liv!- dice mi padre intentando abrazarme. Doy un paso hacia atrás chocando con el precho de Adrián.
Adrián me observa extrañado por la situación, mira a mis padres y luego a mi. Tengo que hacer algo para que después no me haga preguntas que no quiero contestar.
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Siempre Libre
RomanceToda apuesta consiste en 50/50 50% de ganar y 50% de perder. Liv es la típica niña de papi, minada, consentida pero no caprichosa. Tiene que vivir con la culpa de otros y pagar las consecuencias de actos ajenos. Daniel McNail, un empresario de casin...