18|La Piedra Filosofal.

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Capítulo 18:

"La Piedra Filosofal".





Hermione trataba de aportar algo leyendo un libro de gran tamaño, Ron estaba más nervioso y pálido que nunca y Harry ni siquiera tocaba su comida. Los cuatro estábamos más apartados del resto de Gryffindor en la cena, y esa fue la primera vez que me agradó la idea de que nadie se nos acercara a hablar.

- ¡Hannah! - Tyler se acercó justo antes de irnos a la torre. Con una disculpa me alejé del resto - Te quería preguntar algo, y rápido porque si mi casa me ve hablando contigo, no me hablarán más.

Lo dijo en tono de broma, pero como mis pensamientos estaban en lo que pasaría dentro de unas horas, apenas pude sonreír.

- Era un broma.. Bueno, quería preguntarte si te gustó el regalo de Navidad que venía con una carta - fruncí el ceño - Ya sabes, que no tenía firma.

- ¿La pulsera de plata?

- ¿Era eso? Oh, si. Bueno.. Christine me preguntó si te había gustado, pero yo no sabía que te habían enviado eso.

- ¿Fue ella la que me lo regaló? - pregunté con el desconcierto reflejado en mi rostro - No lo sabía.

- No, no fue ella - dijo Tyler - ¿Leíste la carta?

- Oh, no. No la leí, la había perdido.

- Bueno, pues búscala. Te agradará.

Por la noche, cuando ya todos estaban acostados y la sala común se encontraba desierta, salí con cuidado del dormitorio para no despertar a Lavender y Parvati.

- ¿Qué sucedió? - pregunté, cuando ví a mis tres amigos a un lado del sofá, rodeando un cuerpo rígido tirado en el piso.

Era Neville. Su rostro parecía aterrorizado y sus ojos se movían para todos lados.

- Hermione lo inmovilizó, no nos dejaba salir - explicó Ronnie.

- Lo siento, lo siento. Estábamos apurados y él quería pelear. No quería que nos resten puntos - la castaña parecía angustiada y tenía los ojos aguados.

Hice un gesto sin darle mucha importancia y después de pedirle disculpas una última vez a Neville, nos dirigimos al tercer piso.
Con los nervios a pelos de punta, cada sombra nos parecía la señora Norris, Filch o Snape. En un momento propuse ir a las mazmorras a ver si el profesor de Pociones ya había salido, pero ninguno de los tres pareció estar de acuerdo conmigo. Antes de llegar al quinto piso, la señora Norris se cruzó por nuestro camino y los cuatro nos quedamos como estatuas.

- Solo démosle una patada, una sola - rogó Ron.

Harry negó con la cabeza, pero cuando pasamos por su lado y la gata volteó y clavó sus ojos donde estábamos, no me resistí y le clavé mi zapato en su estómago. La señora Norris salió volando por las escaleras pero no tuve ni una pizca de remondimiento, a pesar del zape de mi amiga y el reclamo de Harry. Seguimos caminando por la oscuridad, en compañía de los murmullos de Ron felicitandome, hasta que nos cruzamos a Peeves ingeniando una broma para los estudiantes. Y al parecer se dió cuenta que algo sucedía, porque amenazó con llamar a Filch.

- ¿Qué haremos ahora? - susurró súbitamente Hermione.

Nadie dijo nada, y Peeves seguía hablando y alejándose para buscar al celador.

- Peeves - dijo Harry, con una voz ronca - El Barón Sanguinario tiene sus razones para ser invisible.

El Barón Sanguinario era el fantasma de Slytherin, el único al que Peeves parecía respetar y tener miedo. Parecía tener su vestuario salpicado en sangre y siempre tenía una cara de estar pasándola fatal. Ni siquiera a Draco parecía agradarle, siempre que cruzaba cerca nuestro él giraba la cabeza con el rostro ligeramente pálido de repente.

Hannah Black En Hogwarts | Libro 1, 2 Y 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora