25|Mamá.

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Capítulo 25:

"Mamá".





Una tontería. Eso era.
¿Cómo era posible que tenga un sueño tan extraño, que no recordaba, pero aún así lograba hacer un enorme vacío en mi pecho? ¿Despertar de esa manera, con un  de inquietud, pesadumbre, molestia, sin entender la razón pero a la vez sentirlo conocido?
¿Y porqué tía Christine está tan pálida desde que le comenté la situación?
¿Y porqué esa sensiblería se solidificó más que nunca cuando ví, esa tarde, con mis propios ojos a Damien?

-- ¿Porqué mejor no vas a jugar con Emilie? ¿Tu tío André estará contento de recibirte en su casa? --preguntó Christine.

De inmediato olvidé la angustia y curiosidad que me embargaba desde que desperté esta mañana, y una pregunta se me vino a la cabeza con rapidez.

-- ¿Tú irás conmigo? --dije-- No me gusta que no estés conmigo cuando veo a la tía Addeline.

-- Por supuesto. Pero primero tengo que hacer algo rapidito, iré en unos minutos. Vamos que te acompaño a la chimenea.

Y seguí a tía olvidando por completo el tema anterior, sin saber que eso tenía más importancia de lo que imaginaría alguna vez una niña de nueve años.

La escena se distorsionó. La casa de los abuelos Anna y Bob hizo acto de presencia. Todo estaba en silencio. La conmoción nos encargaba a todos.
Una culpa me recorría entera, estaba temblando, todavía con el momento donde los ojos de Damien se apagaban en mi mente. Tía Christine me tenía abrazada, frotandome los brazos en un intento de reconfortarme, y manteniendo una mirada de temor con tía Leyla.

La escena volvió a cambiar. Esta vez me encontraba en casa de tío André. Había pasado exactamente una semana desde aquél día que cambio nuestras vidas para siempre.
El tío André, Christine y Emilie estaban sentados a la mesa, donde Venus picoteaba la comida que posaba. De inmediato, el pulcro silencio se vio interrumpido por el fuego de la chimenea expandiéndose hasta casi dos metros. Por ella, una agobiada y desesperada Leyla salió, encontrándose rápidamente con los ojos de tía Christine.

-- Vengan --murmuró, y su voz sonó tan aguda como el sonido de una flauta de madera.

Tía Christine y André salieron corriendo trás de ella, subiendo las escaleras sin dirigirnos una sola palabra a Emilie y a mi. Largo rato estuvieron ahí arriba, hasta que unos rápidos pasos volvieron a retumbar por toda la casa. Tía Leyla apareció por el umbral.

-- ¿Estás bien, tía? --pregunté.

- No, mi amor. No estoy bien. Necesito que me digas ya mismo qué fue lo que soñaste hace dos semanas y porqué despertaste así de repente. Quiero que me digas porqué te pusiste a llorar cuando viste a Damien ese día --dijo con impaciencia. Más pasos se escucharon por las escaleras-- Dime, dime si viste algo, Hannah. ¡¿Viste algo?! ¿Tuviste alguna premonición? ¡¿Tú sabías que moriría Damien?!

-- Ya basta, Leyla, ya basta --Christine apareció de detrás de ella y la agarró de los hombros-- Cállate. Vamos, te vas.

-- ¡No me voy a ir! ¡Es mi hermano! ¡Tengo que saberlo! ¡Hannah, solo dímelo! ¡Tan solo dime si sabías que moriría! ¡Que pudimos haberlo evitado!

-- Creo que va a ser mejor que te vayas, Leyla. Ve a descansar --susurró tío André, y la empujó a la otra sala.

Ni siquiera pude preguntar qué era lo que sucedía. Un nudo en la garganta, una sensación de ahogo, algo me lo impedía.

Hannah Black En Hogwarts | Libro 1, 2 Y 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora