Entretiempo

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—No te mentí ese día, cuando te declaraste —susurró la voz de Tommy en medio de la oscuridad—. No nos conocíamos. Bueno, por ahí vos me conocías un poco más porque te habías fijado en mí..., pero yo... Bueno, nunca había pensado en vos como una posibilidad. En serio. No porque me parecieras feo, nada que ver. Como que me parecías lejano. Por eso cuando te declaraste me resorprendí, ¿te acordás? Me sorprendí, primero porque nunca me habría imaginado que eras gay. Y segundo, porque... no sé, como que me pareció reloco que vos te hubieras fijado en . Nunca habíamos hablado mucho, además. Nunca habíamos tenido una charla. ¡Y vos llegás y me decís que te gusto! Me dejaste duro... o sea, sorprendido; sí, reíte, boludo... Helado me dejaste. No supe muy bien qué decir. Después me di cuenta de que te habías puesto triste. No supe qué decir para arreglarla y bueno, no dije nada.

—¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Te incomoda la diferencia social?

—Sí.

Silencio.

—¿Por qué te incomoda?

Habíamos descubierto que era muy fácil hablar de temas complicados a oscuras. Tommy suspiró.

—Te voy a contar algo. ¿Viste que a dos cuadras de mi colegio hay un colegio privado recheto? El Sir Thomas Malory. Cuando estaba en segundo año, había un grupo de pibes de ahí que venían a la puerta de mi colegio. Creo que salían con unas chicas. Un día se pelearon en la puerta, no sé por qué. Uno de los pibes gritaba mugrienta, piojosa, andá a lavarte el culo... Y la chica, la novia supongo, se puso a llorar. Yo la conocía de gimnasia. Después de eso siempre estaba triste...

—Qué caballerito... —suspiré—. Pará, ¿qué me querés decir?

Quise prender la luz y cuando me erguí, me golpeé la cabeza contra la cama de arriba. Qué comodidad, las camas marineras. Me mordí la lengua. Me hubiera mordido el pensamiento si hubiera podido.

—Que no me gusta ese tipo de... discriminación.

—Clasismo.

Silencio otra vez.

—A mí tampoco me gusta eso, mi amor. No te preocupes, que de parte mía nunca vas a sufrir eso.

¿Acababa de hacer una promesa? Supuse que sí. Y creo que él sabía que no tenía que preocuparse por mí. Era mi familia la que le preocupaba. Y ahora... mientras iba comprendiendo todo, me preocupaba a mí.

Tomás se acurrucó contra mí y extendió la manta (una más gruesa que la manta de la noche pasada) para taparnos a ambos.

—Se siente raro...

—¿Qué cosa?

—El mi amor.

—¿No te gusta?

Lo sentí reír, temblar contra mí. Me tensé de sorpresa cuando sus manos se escabulleron por mi pecho. Apoyó la cabeza en el hueco de mi hombro y me susurró al oído:

—¿Cómo no me va a gustar? Se siente raro nomás. Todo se siente raro.


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Hola, gente!

Como pueden ver, decidí que este entretiempo sea escrito :) Muchísimas gracias por todos los hermosos comentarios que dejaron en el pasado capi. El domingo no pude agradecerles tranquila porque fue un día súper agitado, con todo el tema navideño. Me dejaron súpersorprendida con todos esos comentarios en las frases :D Gracias!!! <3

Nos vemos en el siguiente capi, el viernes :)

Besos!!!

Mi cielo al revés (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora