Entretiempo

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Para el cuarto cumplemes ya se me habían acabado las ideas. Le había regalado a Tommy unas zapatillas de Adidas, una campera de Lacoste, un simpático bolso con la inscripción NO PUEDO, TENGO ENSAYO. Además, me daba cuenta de que se sentía mal al no poder regalarme cosas tan caras como las que yo le regalaba. Imaginé que en algún momento tendríamos que retomar esa conversación, que había quedado pendiente desde la noche de nuestro primer beso.

Así que hice lo siguiente: compré pan, jamón, queso, salame, aceitunas, mayonesa, una botella de Coca-Cola, una de cerveza, dos vasitos de plástico..., metí todo en una heladerita portátil, metí la heladerita en el baúl del auto, y a eso de las seis de la tarde, pasé a buscar a Tommy por su casa. Salió a los diez minutos, recién bañadito y oliendo a perfume.

—Mnn, ya me la pusiste dura —le dije cuando dejamos de besarnos.

—Lo mismo digo... —susurró, agarrándome la mano y apretándola contra su entrepierna.

—Uy, mi amor. Qué ganas que le tengo...

—¿Vamos a ir a un telo? —preguntó.

Oh.

—En realidad te quería llevar al río...

Y le dije que tenía la cena ahí atrás, en el baúl. Se rio. Y respondió que buenísimo, que le encantaba la idea.

Agarré la Avenida Congreso, luego Constituyentes, de ahí la General Paz y finalmente, la Panamericana. Pasamos por el Jockey Club Golf, por el Hipódromo de San Isidro y, luego de un par de vueltitas, atravesamos el paso nivel del Tren de la Costa. Tommy miraba para todos lados; no conocía la zona.

—Cuánto cheto —se rio mientras pasábamos por los restaurantes, las parrillas, los clubes de surf y deportes náuticos.

—Y sí. Esto es zona norte, baby —le dije, imitando la tonada gangosa de las chicas chetas.

Estacioné enfrente del río. Tommy se quedó mirando el agua como embobado, como si en verdad...

—Nunca vine a este lugar. —Salió y cerró suavemente la puerta del auto.

—Para todo hay una primera vez.

Extendimos la manta sobre el pasto y saqué el pan y el jamón. Tenía demasiada hambre y Tommy solo miraba el río. De color gris metálico, ondeaba al compás del viento y relucía bajo la luz del sol. Se veían un par de barcos a lo lejos, había algunas personas andando en lancha...

—Cuando anochece se ven las luces de Uruguay.

—¿En serio? —exclamó emocionado.

La puta madre, teníamos que viajar juntos. Tommy aún tenía diecisiete años. Hasta para viajar en micro a la costa necesitaba autorización de sus padres. ¿Se la darían?

Cuando empezó a caer el sol, el río se tiñó de dorado y sus ojos miel se volvieron casi verdes. Y cuando oscureció, saqué del bolsillo de la camiseta lo que había comprado en el mercado chino, esa tontería que estaba junto a la caja, al lado de otras baratijas importadas de China: una velita LED. Al verla, Tommy se cubrió los labios con la punta de los dedos y se la quedó mirando, entre sonriente y pensativo. Luego, su sonrisa se ensanchó y me contempló divertido:

—Las chicas que están allá se están riendo —dijo.

Me di vuelta. Era un grupito de chicas jóvenes, solo vi un par de chicos. Cuando se dieron cuenta, intentaron disimular. Nos miraban sonrientes y curiosas, como si nunca hubieran visto a una pareja gay en un picnic romántico. Una de ellas sacó una botella de vino y fue sirviéndoles a sus amigos. Agarré mi vaso de cerveza y lo levanté hacia ellos, y las chicas se rieron más.

—¡Hacen relinda pareja! —gritó una, que al parecer estaba medio borracha.

A Tommy se le escapó una carcajada.

—¡Gracias! —le respondí.

La zona no estaba muy iluminada y ya había acabado de anochecer. Apenas podía distinguir el rostro de Tommy y eso que lo tenía a medio metro de distancia. Nos quedamos así un rato, recostados sobre la manta y mirando las estrellas, hasta que él dijo:

—Me están comiendo los mosquitos.

A mí me estaban picando desde hacía rato, pero me la había aguantado porque quería quedarme más tiempo con él.

Regresamos al auto. Dejamos en el baúl los despojos de la cena.

—Ahora sí podríamos ir a un telo —sugirió. 


*******

Chiquis! Gracias por seguir esta novela :D

Bueno, aquí tuvimos el cumplemes de los chicos. Quería escribir otra cosa, pero preferí dejarlo para el próximo entretiempo.

Y bueno, supongo que se habrán dado cuenta de quiénes son las chicas (y el par de chicos) que miran a los nenes ;D

Nos leemos el viernes!

Mi cielo al revés (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora