Cuando tenía quince años fuimos de vacaciones a París y nos llevaron a conocer las catacumbas. No me pareció extraño. Sin embargo, un sábado de octubre fui a visitar a mi abuelo al cementerio de Chacarita y en mi camino por las calles empedradas vi a un grupo de turistas. Quizá se habían equivocado de cementerio; quizá habían querido ir al de Recoleta. Como fuera, lo primero que pensé al verlos allí, mirando los mausoleos y sacándoles fotos, con sus bermudas de color verde militar y sus sombreros color caqui... Lo primero que pensé fue mis muertos no son tu espectáculo.
Pero no les dije nada, claro.
Seguí caminando con las manos en los bolsillos hasta llegar al mausoleo de los Del Ponte. Ahí estaban mis tatarabuelos, mis bisabuelos, algún pequeño primo que no había llegado a la pubertad, algún tío abuelo, mi abuelita... y ahora, mi abuelo Maximiliano.
Quizás algún día mis huesos también descansaran en ese lugar.
Era una pequeña construcción de piedra blanca de estilo griego, bastante sobria y modesta comparada con los mausoleos que lo rodeaban, que hasta tenían estatuas de ángeles y santos.
Abrí la puerta y bajé las escaleritas.
El olor estaba enrarecido. Encerrado, aplastado. Había olor como a papel viejo mezclado con un leve aroma a barro, ya que el día anterior había llovido. Los jarrones con flores artificiales estaban repletos de polvo y telarañas, a pesar de que, supuestamente, alguien aseaba el lugar con cierta periodicidad.
—Tus flores siguen hermosas, abuelo —susurré apoyando la mano en el ataúd, que ya estaba cubierto de un delgada capa de polvo—. Ahora vivo yo en tu departamento, así que tengo información de primera mano. Gracias por dejármelo. ¿Sabés qué? Quisiera que estuvieras vivo solo para que me pidas que no sufra tanto...
No había un lugar donde sentarse, así que me quedé de pie, hablando y hablando...
—También querría preguntarte si pensabas que yo ya habría salido del armario cuando murieras. Porque no sé si te enteraste, ¡pero me sacaste del armario, abuelo! Todavía estoy un poco enojado con vos por eso. O sea, no porque lo hayas hecho, sino porque, bueno... Ese momento era mío. Si lo hiciste sin querer, te perdono.
«Estoy de novio con Tomás. Sí, el amigo de mi hermana. Supongo que lo conquisté, ¿no? Todavía no lo puedo creer. ¿Y papá? Bueno, el todavía no puede creer que sea puto, jaja. Estoy bastante bajoneado estos días. Ando triste.
»Ayer salí con él, con Tomás. Fuimos a Palermo y comimos arepas colombianas. Tommy quiere viajar, quiere conocer el mundo. Yo también quiero conocer el mundo. En realidad, no sé si quiero conocer el mundo o mandar todo a la mierda...
Suspiré.
»No sé. Quiero muchas cosas. Todavía no superé tu muerte. Tommy me está ayudando. Todo el tiempo hace cosas para que me sienta bien. Es muy dulce. Y a veces, cuando salimos, quisiera estar más contento, pero siento que no me sale.
»¿Sabés qué pasa, abuelo?
»Pasa que siento que tuviste que morirte para que mi vida cambiara.
»Tommy me dijo que es una pelotudez, pero no sé... Porque vos me sacaste del armario. Vos me dejaste el departamento donde estoy viviendo.
»¿Vos qué pensás? ¿Es una pelotudez?
Salí del cementerio y me crucé hasta El imperio de la pizza. Pedí dos porciones de napolitana y un porrón de cerveza.
Mientras comía, pensé que no me había atrevido a contarle a mi abuelo que había dejado la carrera.
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Gracias por leer :) Cómo andan? Yo estoy comiendo unos ricos chiricos colombianos!
Miren! Esta es la heladería que visitan Tommy y Maxi cuando salen juntos... en el tercer capítulo, si mal no recuerdo :) El lunes fui y no pude dejar de sacarle una foto:
Gracias de nuevo y nos leemos el viernes con un capítulo completo!!!
Besos!!!
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Mi cielo al revés (terminada)
RomanceMaximiliano está cansado de guardar secretos. Tiene bastantes, pero hay dos que últimamente le quitan el sueño. El primero: es gay y está enamorado de Tommy, el mejor amigo de su hermana. El segundo: no quiere ser abogado como su hermano, su padre y...