Como siempre recogí las llaves escondidas detrás de la planta, por milésima vez había olvidado llevarlas, ahora dejar cosas en casa era lo común, y a pesar de llevar casi un año en el mismo lugar a mi mente le parecía uno extraño cada vez que llegaba. Entré con la comida mexicana que compré en el local a dos manzanas de mi "hogar". Vivía en una cuidad un tanto despoblada, la gente aquí era humilde y eso me había conquistado desde el principio, por lo demás me aburría la mayor parte del día, daba clases en una escuela sencilla a niños pequeños y la paga no era mala, de mis ahorros aún quedaba dinero pero no podía darme el lujo de desperdiciarlo.-Ya llegué amigo-Crock era mi gato de hace dos meses, el pequeño había sido abandonado a pocas calles de aquí, me daba tristeza dejarle solo y maullando desamparado, le acogí con todo el amor y cariño que no podía expresar hace tiempo- tranquilo ya te llevaré comida-era completamente blanco y de ojos avellanos, me recordaban a los de Eva. Negué con la cabeza, Eva ahora solo era una ilusión, solo la recordaba como alguien pasado.
-Pues tu madre también quiere comer Crock-me senté en el sillón, una televisión era el único artefacto electrónico que podía tener, de vez en cuando echaba una ojeada a los periódicos. Crock se subió a mi lado ronroneando. Le acaricié su pelaje y encendí el televisor, siempre buscaba algo relacionado a la cuidad de Eva, me había permitido olvidarle y lo había logrado perfectamente durante catorce meses y tres días, contaba cada vez que podía. Mi vida se resumía en levantarme por las mañanas e ir a trabajar a la escuela hasta el atardecer, había cogido horas extras, no soportaba estar en casa así que daba largos paseos luego del trabajo hasta que me sentía demasiado cansada como para solo llegar a dormir. Hoy había sido un día distinto, me habían despachado temprano y aproveché este tiempo para pasarlo con Crock, que vivía de la soledad tanto como yo. Según un noticiero en una semana sería navidad, el año anterior había escapado por poco de la ley, metiéndome en diferentes ciudades hasta hallar esta, un punto en medio de la nada. Me resigné a comer y dormir un poco.
Desperté en medio de la noche, encendí un cigarro en la oscuridad, el humo me traía recuerdos de tiempos en donde me sentía viva, donde podía sonreír a todo el mundo. A veces me preguntaba ¿Qué habrá sido de Eva? ¿Tendría novio? ¿Estaría de viaje? No, Eva era más terrenal, quizás después de saber que no volvería continuaría con su vida, en cambio yo aún no podía parar de pensar en ella como los primeros días. Dejé el cigarro a un lado, y en medio de recuerdos felices junto a Eva cerré mis ojos.*
-Gracias-recibí el cambio de toda la comida que había comprado, faltaban dos días para navidad y deseaba pasarlo con una buena comida y mucho alcohol. Salí al frío viento que corría a una velocidad sorprendente, estos días la temperatura había bajado y todos debíamos llevar abrigos para afrontarlo. Caminé con las bolsas de comida en las manos, iba a cruzar a la siguiente manzana cuando una persona llamó mi atención. Me quedé pasmada, era una figura alta y delgada, de cabello largo, con un gorro azul y jeans. Se parecía demasiado a Eva, dolorosamente demasiado. Hablaba con una mujer ya pasada en años y esta respondía negativamente, continúe caminando más lentamente, la posibilidad de que fuese ella me abrumaba ¿estaría tan loca como para imaginar a Eva? Negué, estaba en una cuidad de una en un millón, Eva no podría haberme encontrado tan fácilmente. Di vuelta antes de llegar a la mujer y me volví en mis pasos para caminar por la otra calle. Cuando llegué a casa pude sostener el aire contenido, no pienses en ella, no lo hagas, pero a los segundos sentí mis lágrimas caer, me sentía como una niña, no debía llorar, Eva ya tendría su vida en otro lugar, no conmigo.
Me dispuse a comer algo rápido, me serví un copa de vino y encendí la radio, me gustaba el ambiente cálido que se tenía con buena música y vino.
Esa noche mis sueños fueron repetitivos, Eva riendo, Eva besándome, Eva en diferentes momentos de mi vida, se sentía real, por un momento me abandoné a la fantasía que todo volvía a ser como antes, ella y yo, juntas por siempre. Despertar fue doloroso pero necesario, al menos podía tenerle en mi mente.El día de navidad transcurrió lento, desde temprano cociné filete al horno, no me molestaba gastar mi tiempo en que todo quedara sabroso, sería una noche larga pero satisfactoria, para gozar momentos de mi vida y para intentar pensar en algún futuro, después de tanto tiempo huyendo me daba un suspiro y pensaba lo que sería de mi. Llegando la noche puse cubiertos y una copa, no había decorado, no tenía ánimos de hacerlo, pero a la luz de las velas era el mejor momento que había pasado en meses, la soledad me había trastornado un poco pero podía continuar cuerda para vivir.
-Un brindis por mi y por esta desastrosa vida-suspiré- y por ti mi Eva
Cuando iba a tomar el vino dos toques en la puerta me alarmaron. La policía, ¿pero cómo? Había sido cuidadosa, me levanté rápidamente y busqué mi abrigo, si debía huir en medio de la noche fría pelearía contra ellos, ya nada importaba. Caminé decididamente hasta la puerta, sentía impotencia y rabia, los golpearía si fuese necesario, abrí la puerta en posición de ataque y cuando iba a saltar unos brazos cálidos se unieron a mi cuerpo. Tardé en reaccionar, cabello largo, figura alta y delgada, era ella, era mi Eva.
-..¿Eva?-como no reconocer esos ojos, y esa boca que ahora me daba una tímida sonrisa, era mi Eva y no daba crédito a lo que mis ojos veían.
-Eugenia-le di un beso, ella me correspondió rápidamente.
Muchas gracias por acompañar esta historia durante tanto tiempo, aún queda el epílogo que explica varias cosas que aún quedan pendientes, quería que este capítulo fuese más cariñoso.
Pd: Pueden dejar sus comentarios sobre la historia, prometo leer y responder cada uno.
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Enamorada de mi alumna
RomanceAntes de comenzar, el que quiere puede continuar y leer mis más profundos secretos, hágalo, algunos son perversos y lujuriosos, otros pacifistas y sin sentido, no me responsabilizaré si algún trauma los asecha a lo largo de la historia, mi fin no e...