El hombre recibió mis papeles, aún que no quisiese demostrarlo sentía miedo, las manos me temblaban y de vez en cuando miraba a mi alrededor. Había salido temprano del departamento, una mirada rápida fue mi despedida al hogar que en poco tiempo se había transformado en un refugio para Eva y yo.
-¿Necesita sacar todo el dinero Srta. Eugenia?- volví mis ojos al hombre.
-Sí por favor, ojalá lo más pronto posible-intenté esbozar una sonrisa.
El hombre me miró unos segundos y dio media vuelta, esperé pacientemente, un destello llamó mi atención desde lejos, el banco estaba con una cantidad mínima de personas, pero entre ellas un hombre bajo me miraba directamente, lo que me llamó la atención fueron unas esposas colgando de su cinturón, volví a mirar al frente, ¿es lo que creía que era? ¿habían venido por mi?
-Muy bien Srta. Eugenia-el hombre había vuelto, con un maletín negro en sus manos- necesito que firme y puede irse.
-Claro- firme rápido, tomé el maletín, la salida principal había sido ocupada por dos hombres más, miraban a mi dirección ¿Cómo era posible que me encontraran tan rápido?
-Disculpe-el hombre me miró sin expresión- ¿existe otra salida aparte de la principal?
Antes de contestar sentí unos pasos detrás de mí.
-No, solo esa.
-¿Hay baños?-hablaba nerviosa.
-Al fondo a la derecha.
Salí pitando de allí, a pasos rápidos para no llamar la atención entré en un pequeño cubículo cerrando la puerta.
-Eugenia tranquilízate-mire mi reflejo en el espejo-debes salir de alguna forma de aquí.
A pesar de tener presión tanto física como emocional debía escapar, y encerrarme en un baño no era la mejor opción.
-Piensa, piensa-tocaron la puerta, sentí un escalofrío.
Arriba una mediana ventana mostraba el cielo gris que tanto anhelaba ver, la pregunta era ¿Cómo llegar ahí? Vi mis posibles opciones, una, era saltar con el maletín e intentar llegar al otro lado, la segunda, subir el lavabo y lanzarme hacia la ventana, me pareció mejor opción.
Escalé sin problemas, la ventana estaba abierta y una corriente de aire frio llego hasta mi cuerpo. Necesitaba mis dos manos libres, no sabía lo que hallaría al otro lado, pero si quería salir de aquí tendría que tirar el maletín y mi bolso y luego saltar. Nuevamente tocaron la puerta.
-Muy bien Eugenia tu puedes hacerlo-respiraba agitadamente, lancé el maletín y luego el bolso- solo falta saltar. Cerré mis ojos y salté al vacío, por un momento pensé que caería al suelo, pero mis manos y torso dieron con el principio de la ventana, me impulse con brazos y piernas y ya había pasado medio cuerpo cuando el pestillo de la puerta fue sacado. Me lancé a la calle.
Afortunadamente mis pies dieron con el suelo frío de un callejón que estaba cerca de mi auto. Tomé las cosas y salí corriendo de allí, llevaba un conjunto deportivo, no demoré más de un minuto en llegar al auto y salir ferozmente del estacionamiento, en ningún momento miré atrás, mi mente estaba concentrada en una persona, y esa era Eva, no podía irme sin despedirme, había intentado no llorar y mantenerme fuerte hasta irme de esta cuidad, pero el solo recuerdo de ella y yo quizás nunca más juntas me dolía. Conducía rápido entre los autos, en este momento se estarían realizando las olimpiadas, mi último momento junto a Eva, y sabía que era arriesgado ir a verle, pero simplemente no podía dejarle así.
Después de veinte minutos llegué a la universidad, no conocía el sitio pero un letrero gigante me indicaba donde las olimpiadas estaban. Eché varias miradas a mi alrededor sin notar nada extraño, aún así me mantenía alerta. Entré a un enorme gimnasio repleto de estudiantes, todos hablaban entre murmullos, no fue difícil localizar a Eva, estaba sentada con su informe leyendo un folleto alejada de los demás, guardé mentalmente esa imagen, ahora todo sería un recuerdo de lo que éramos.
-Eva- sus ojos dieron con los míos, me sentía fatal.
-Profesora- se levantó, a pesar de toda la gente que había le acerqué a mi y le abracé, su carita de confusión me conmovió y solté una lágrima.
-Eva, tengo menos de cinco minutos-otra lágrima salió- tengo algunas cosas que hacer así que te dejaré por ahora ¿si?-tragué saliva, Eva seguía confundida.
-¿Qué cosa?-me miró a los ojos, evaluándome- se suponía que me acompañarías durante todas las olimpiadas ¿no?.
Más lágrimas salían, no podía ser fuerte todo el tiempo.
-Sí-intenté sonreírle- me ha surgido un inconveniente, tengo que irme mi amor.
-Pero te veré luego ¿cierto?
Dudé unos segundos y asentí, corrí un mechón de cabello detrás de su oreja, se veía hermosa.
-Sí mi amor-me acerqué mas- luego nos vemos.
-¿Por qué lloras Eugenia?-ahora un mar de lagrimas salían.
-Es solo.. estoy un poco sentimental, eso es todo- si supiera que era la última vez que nos veríamos quedaría destrozada. Sequé mis lagrimas y me acerqué hasta depositar un beso suave en sus labios. Inmediatamente se alejó y miró a su alrededor.
-Eugenia pueden habernos visto- no sabía que sus besos me llevaban a otro universo, debí besarle más.
-No importa, debo irme mi Eva- le di una última sonrisa- te amo y siempre lo haré.
-Yo también te amo Eugenia-seguía mirándome extrañada-esto suena como una despedida-negué.
-Luego nos vemos mi amor- le abracé por última vez-cuídate mi Eva.
Me di media vuelta pero fui arrastrada por sus manos, y fui besada por sus labios.
-Te amo mas que a nadie- Eva me sonreía, era suficiente para sobrevivir.
-Y yo a ti Eva- la última imagen de Eva fue verle entre la multitud, despidiéndose con su mano y una sonrisa en su rostro.
**
Salir de la cuidad no fue fácil, dejé mi auto estacionado a unas cuadras del aeropuerto, corrí a tomar algún pasaje de avión a cualquier lugar. Había un asiento disponible y el avión salía en diez minutos, agradecí mi suerte. Desvié miradas por mi alrededor, aunque mis lágrimas no me dejaban ver del todo bien. Había logrado subir y ahora partiría, nunca imaginé que las cosas se salieran de control hasta este punto, pero debía hacer esto por Eva, no se merecía sufrir, era joven y saldría adelante de algún modo, me aferraba a la esperanza de volver a verle en algún tiempo próximo, aunque era rápidamente desechada, pasarían años antes que la policía dejara de buscarme.
Y al final, fui feliz, por un tiempo breve pero lo fuí, nunca olvidaría a Eva, ni a su cuerpo, ni a sus sonrisas contagiosas que animaban mi día. Ni tampoco a nuestro primer beso, o la primera vez que me habló hace casi un año atrás, cuando todavía no sabía que tenía a una mujer maravillosa justo frente a mi. Cada momento junto a ella se clavaban como dagas en mi interior, y lloré todo el camino, porque por una vez en mi vida había decidido ser feliz y lo había perdido en un instante. En mi mente seguía Eva con su sonrisa, y creo que me costaría olvidar tanto tiempo junto a ella, porque fueron los mejores momentos de mi vida, y que quizás nunca mas tendré.
A pesar de todo, seguía amándole, y seguiría haciéndolo hasta el final de mis días.
Es año nuevo y un capítulo triste, se veía venir. Queda el último capítulo y un epílogo. Reitero, gracias por sus votos y comentarios, el próximo capítulo se llama:"el final" y es un poco extenso.
Besos y más besos.

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Enamorada de mi alumna
RomantizmAntes de comenzar, el que quiere puede continuar y leer mis más profundos secretos, hágalo, algunos son perversos y lujuriosos, otros pacifistas y sin sentido, no me responsabilizaré si algún trauma los asecha a lo largo de la historia, mi fin no e...