Agosto

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-Señorita Eugenia, lamento que su antiguo colega se haya retirado, pero me ha hablado de usted, cosas buenas, que me han dejado sorprendido, espero que ahora al igual que con el antiguo director tengamos una relación de cordialidad- me sentía cansada, seguía repitiendo las mismas palabras hace más de diez minutos y no hallaba como decirle amablemente que se fuera.

-seguro- le sonreí- si me disculpa, ya es mi hora de irme, fue un gusto..

-oh claro, el tiempo pasa volando ¿no?- río- le dejo, que tenga un buen día- y se fue, pude respirar tranquila, el hombre era bastante amigable, pero demasiado hablador para mi gusto. Cogí mis cosas a vuelo, dejé a Eva esperándome un buen rato. Subí al coche y conduje hasta llegar al lugar donde encontraría a Eva, eché un vistazo y no ví a su familiar sonrisa, seguí avanzando y tampoco. Siento vibrar mi celular y veo que es un mensaje de Eva.

Reacciona con normalidad, te están espiando, hay un hombre de vestimenta negra a tu izquierda, estoy en la calle en paralelo.

No levanté mi mirada hasta unos buenos segundos después, miré disimuladamente a mi izquierda y efectivamente un hombre calvo de jeans y camisa negra me miraba de reojo, continúe avanzando hasta doblar y ver la figura de Eva al final.

-¿Estás bien?¿lo viste?- subió y partí de inmediato, algo me picaba la nuca, sentía un leve miedo y una mezcla de nerviosismo, la presencia de Eva me tranquilizaba, al ver que no respondía  lentamente apoyó su mano en mi muslo.

-¿Qué sucede Eugenia?

Le miré cuando un semáforo tomo rojo, ella se veía preciosa, con el cabello suelto y esa figura moldeada me mataban, aún así contuve la respiración y solté el aire que pesaba dentro de mí.

-Tengo sospechas de que este hombre es uno de los policías que ese día me llevaron-me miró horrorizada- no hay ninguna otra razón como para que estén vigilándonos amor, ese día dejaron irme gracias a Marcos y sus contactos, pero aún así el imbécil que me llevó me amenazó sutilmente sobre lo que había encontrado.

Seguí conduciendo y el silencio de Eva se expandió hasta llegar a pocos manzanas de su casa, me dejé caer sobre el asiento a peso muerto, seguía nerviosa y las ideas locas que cruzaban por mi cabeza no servían para quitarlo, miré a Eva ensimismada en algún pensamiento, le di un corto beso en la comisura de los labios y pareció despertar de su ensoñamiento.

-Eugenia debemos tener cuidado- se acercó a mí- probablemente también nos vigilan aquí- asentí, ya no tenía seguridad de nada y creo que Eva tampoco, amabas miramos al frente sin ver nada sospechoso.

-Mi Eva, antes de que saquemos conclusiones apresuradas debemos conversar esto correctamente, mañana cuando vengas a mi departamento vigila que nadie te vea, haré lo mismo- intenté darle una sonrisa, pero se deformó a medio camino.

-Está bien Eugenia- nos quedamos abrazadas un rato, sabía que algo malo se avecinaba, ese presentimiento que tienes cuando se acerca la tormenta es inevitable, había sido despreocupada en mis movimientos, pensando en que los policías me dejarían en paz luego de verme con una adolescente en el mismo lugar, desnudas. Suspiré pesadamente y le di un beso en la nuca a mi Eva, había luchado tanto por tenerla, y ahora que al fin estábamos juntas y en paz las cosas volvían a ser difíciles. Nos despedimos con un par de besos cariños y puse en marcha el coche.

No podía quitar de mi cabeza la idea de que corríamos peligro, anteriormente también había sentido ojos observándome, pero nunca pensé que esos mismos ojos eran un gran problema, un problema que podría alejarme por siempre de mi Eva. Desvié el coche, debía hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados sin saber quienes eran los que me seguían, necesitaba actuar antes de que fuera demasiado tarde, así que fuí al lugar que jamás pensé que volvería, mi antiguo hogar.

Enamorada de mi alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora