Junio- Primera Parte (1)

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Después de tanto tiempo, vuelvo, quizás no con uno de los mejores capítulos pero es lo que recuerdo de Eugenia.

Gracias por leer y votar, probablemente no actualize todos los días, pero si una vez por semana.

Ahora lo sé, puedo sentir cada vez que me observa, cuando me echa una ojeada y no puedo aguantar dar un suspiro, cuando me sonríe en medio de una explicación o cuando sus dulces labios están casi por tocar los míos cada vez que se despide.

Creo que la única razón por la que voy a enseñar es verla a ella, a saborear con la mirada a mi Eva, a volver a la vida cuando la veo.

Respiro entrecortadamente, veo mi reflejo en la ventana, afuera la luz empieza decaer, los arbustos de la casa del frente se mueven lentamente, y no puedo evitar dejar de pensar en ella, simplemente no puedo.

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Apenas abre la puerta, se da cuenta de lo que sucede, la forma en que camina apresuradamente hasta mi y como a unos pocos centímetros pregunta qué sucede. Estoy encima de la mesa, con las piernas colgando, mis brazos me rodean y lágrimas silenciosas son derramadas en estos.

No me atrevo a contestar, si lo hago probablemente explote y eso no sería bueno, no podría volver a tranquilizarme. Intento no mirarla pero sube mi cabeza con uno de sus dedos y me mira fijamente.

-Profesora, contésteme- miro sus ojitos, llenos de preocupación y como sus cejas casi forman una sola. Trago saliva, si supieras Eva, como me va doler en el alma decirte esto, como no voy aguantar el dolor de perderte, de no verte nunca más.

Me mira un rato, fijamente, casi sin pestañear, claramente espera una respuesta, pero mis labios no se mueven, mis lágrimas siguen corriendo, es algo inevitable.

Quito la mirada y vuelvo mi cabeza al suelo, se acerca más a mí, hasta que su cuerpo casi toca mis frágiles rodillas. Me estremezco, aléjate Eva por favor, haces que todo esto se vuelva más difícil. Ahora mi debilidad es evidente, cada vez mis sollozos son más altos, cada vez mi llanto amenaza inundar toda mi cara.

Eva me envuelve en un abrazo reconfortante, mis piernas le abren paso a su cuerpo, y se pega más a mí. Sus manos bajan y suben por mi espalda, mientras que mi cabeza está apoyada en su hombro. Siento su aroma, es algo indescribible, huele tan bien, demasiado bien, me embriago entre sus cabellos y un espacio de su cuello. Me besa la nuca y comienza a alejarse de mí.

No, por favor, estaría el resto de mi vida así, con ella abrazándome, tocándome, queriéndome. Ahora solo lagrimeo, comienza un lento accenso desde mi cuello hasta el inicio de mi frente, cierro los ojos del placer al sentirla acariciándome, sus suaves dedos me vuelven loca.

Se acerca más a mí, siento su respiración en mis mejillas, abro los ojos, se acerca a una de ellas y deposita un suave beso en una de las lágrimas que cae, luego repite el mismo proceso al otro lado de mi mejillas hasta que cae una última lagrima que no alcanza a durar, ya que vuelve a besarme.

Da un indicio de sonrisa, pero sus labios se vuelven una línea recta cuando los miro.

-Necesito que me digas algo, que me digas que te sucede, por favor- se aleja un poco más de mí, pero sin pensarlo alargo uno de mis brazos hacia ella y la atraigo de nuevo. Ahora respiro, ahora sonrío, ahora vivo.

-Eva- diría una y mil veces su nombre, hasta que el mundo acabara, hasta que muera, hasta el final. Acerco mi rostro hacia el de ella, me mira confundida, pero no rechaza ninguno de mis movimientos y se acerca más, hasta que nuestros rostros se miran a poca distancia, la observo desde los cortos cabellos de su frente hasta el lindo lunar de su cuello.

-No puedo estar contigo- la miro fijamente a los ojos, veo como cambia de diferentes expresiones hasta tomar una seria- creo que ya te lo he dicho en varias oportunidades, pero esta vez quiero ser clara. Eres mi alumna, eres menor de edad y al parecer tienes novio, quizás la última no es una de las mejores razones, pero todas ellas tienen un peso sobre mí, no debemos estar juntas.

Se aleja un poco, intenta hablar pero nada sale de su boca y tampoco nada dice su rostro, tan lívido y pálido que podría ser sobrenatural. Ahora se acerca, se acerca peligrosamente a mis labios, ahora todo lo que puedo ver son sus facciones, cada una mejor que la otra.

-No es cierto- me quedo perpleja- creo que te engañas a ti misma- ahora sus labios están en un punto peligroso cerca de los míos- esas son razones que crees que te servirán para olvidarte de mí, o hacer que me aleje, pero sabes perfectamente que no quieres ninguna de las dos.

Pienso en ello, lo sabe, me ha descubierto, pero como no lo iba a descubrir, están evidente lo que siento por ella que nada de lo que digo puede ser creíble, me hundo nuevamente en el mar oscuro que tiene mi alma, ¿qué otra cosa puedo hacer? Sabe que la amo, lo sabe, no puedo contra ello.

Intento mantenerme fuerte, pero las lágrimas pueden contra mí. Mi visión se inunda nuevamente y necesito de un tiempo para volver a controlarme. Eva me observa atentamente, pero con la mirada pérdida, sin prestar atención a mis torpes movimientos. Bajo de la mesa y comienzo a recoger mis cosas.

-¿Qué hace?- me observa melancólica. Intenta concentrarse en lo que estoy haciendo, pero ya es demasiado tarde, salgo hacha un lio del salón.

Corro hasta llegar a mi auto y huyo de allí, del dolor.

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Necesito pensar con claridad, necesito estar lejos de ella por un tiempo, lo necesito. Decido faltar unos días hasta el fin de semana, los días pasan iguales, sin ningún acontecimiento que me haga volver a la realidad, solo la presencia de Marcos me hace recordar que todavía tengo responsabilidades, que tengo que volver. Pero mientras tanto, mientras tanto necesito recuperar fuerzas, necesito volver a ser la misma Eugenia fuerte y dura que durante años perduro y lucho contra la vida y que a pesar de las dificultades salió adelante.

Ahora solo soy un mal recuerdo de mi misma, vagos son los pensamientos de una buena vida sin ella, quizás algún día la pueda olvidar y seguir viviendo. Por Dios, soy una persona madura, se supone que debería saber controlar todo esto, que debería actuar como tal y no andar enrollándome con niñitas.

Los pensamientos se arremolinan en mi cabeza y es difícil escoger cual seguir, las diferentes ideas y emociones forman parte de un torbellino que destruye toda mi cabeza a su paso. Las noches son largas y los días agotadores, no sé cuánto tiempo más estaré en este tiempo de indecisión,pero una cosa tengo clara, yo no puedo estar con Eva.

Enamorada de mi alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora