Un poco antes de Julio

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Sigo a Eva por la oscuridad, mi mano tiembla agarrada a la suya ¿pero qué más da? Estoy jodidamente feliz, sé que esto traerá consecuencias, pero por ahora, todo a la mierda. Caminamos varias cuadras hasta llegar a una gran avenida, ninguna de las dos hablamos, Eva de vez en cuando echa miradas hacia atrás de nosotras. Dudo que en esta inmensa penumbra alguien pueda vernos, la verdad apenas puedo ver el rostro de Eva junto a mí. No sé que estamos esperando, no sé tampoco que está sucediendo, solo sé que estoy con mi Eva, agarrada de su mano, sé que nada nos pasará. Cuando varios minutos pasan y empiezo a sentir el frío que congela cada parte de mi cuerpo- deje mi abrigo en la escuela- Eva para un auto que avanza lento entre la gran calle. Miro confundida a Eva, pero cuando me hace un gesto para subir, lo hago.

-Buenas noches- Eva se abrocha el cinturón- a Otsubra 21 por favor- nunca antes en mi vida había escuchado esa dirección. El hombre comienza a manejar, ahora sí, no sé qué trama Eva, pero cada segundo que paso me siento más intranquila. Eva me observa, sin ninguna expresión en su rostro, yo también fijo mi mirada en la suya, es una mirada que me calma, cada detalle de su rostro me hace una vez más pensar en lo hermosa que es, me siento afortunada. Se acerca más hacia mí y apoya una de sus manos en mi muslo, sabe que estoy nerviosa, algo en su mirada quiere transmitirme paz, me tranquilizo. Su toque me hace tragar saliva, otra vez siento cada parte de su cuerpo junto al mío, la besaría ahora mismo, la abrazaría.. Pero el auto se detiene y Eva y yo bajamos dejando más dinero que el que nos pidió el conductor.

Hace más frío, me cruzo de brazos intentando darme calor, Eva lo nota y solo me dice que ya estamos por llegar. Solo veo sombras de árboles mientras camino de la mano con ella. Cruzamos un puente largo, sé que estoy muy lejos, no sé exactamente donde, ni tampoco qué hora es. ¡Basta de pensar Eugenia¡ Estás con ella, no necesitas más. Menos de cinco minutos pasan caminando por un gran camino de tierra hasta que a lo lejos una sombra grande se ve. Nos vamos acercando más y distingo una cabaña, es mediana, no puedo observar más, todo está demasiado oscuro.

-Es aquí, dame un segundo- me besa mi mano y desaparece en la oscuridad, todo queda en silencio, no siento miedo, hace rato que ya nada me asusta. Pero quiero saber qué hacemos aquí, de quien es este lugar, ay Dios. Doy vueltas a mi alrededor para combatir el frío, troto, doy saltos, pero nada mee funciona, me siento débil. De un momento a otro la cabaña se ilumina desde dentro, me extraño ¿será su dueño? Me acerco más, ahora puedo observar más detalles, es de un café precioso, hay escalones grandes que dan a un pequeño espacio antes de la puerta donde hay una mesa y dos sillas, paso mis manos por la fría madera, huele bien. Desde dentro alguien avanza, estoy a punto de echar a correr, pero la puerta se abre silenciosa y Eva desde el otro lado me sonríe.

-Ven, entra- me sonríe, me derrito- vamos, o te congelarás- me despierto de su sonrisa y la imito. Subo los peldaños y entro. Pasando la puerta hay un pasillo que sigue hasta el final de un gran ventanal, pero Eva gira hacia la izquierda y se pierde en otra habitación. Cierro detrás de mí y sigo el rastro de Eva. Donde llego hay una gran salita con sofás grandes y una alfombra azul preciosa. La habitación es blanca, no hay cuadros en la pared, no hay televisión, solo una pequeña chimenea al final de la habitación. Eva no está ¿pero cómo?. Sigo avanzando hasta la mitad, veo una puerta a mi derecha, Eva esta allí con trozos de madera apilados en sus brazos, dejo que pase y se agacha junto la chimenea. Se da media vuelta y camina hacia mí, debe darse cuenta de mi cara de duda porque me explica donde estamos.

-Esta es la casa de mi Abuela, hace tiempo que no vengo- me mira con ojos tristes- ella murió hace un tiempo y bueno, no podía volver aquí. Estamos casi en los límites de la cuidad, no hay otro lugar habitado hasta cruzar el puente- se acerca más a mí. Esta vez soy yo la que la agarro y beso, es más pequeña que yo, así que se levanta en puntas de pies, cosa que me hace reír.

Enamorada de mi alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora