XII

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 Desperté un poco adolorido, desorientado.

Estaba atado a una cama, solo. Nadie se asomaba, a pesar de mis gritos. Rebosaba mi ira cuando no podía escurrirme de los amarres bien logrados. Aunque hacía mucho frío en la habitación, yo era un fuego, sentía como éste salía desde el pecho y también se divertía estirando la piel interior de mi garganta.

Tenía sed. Mucha. Y como por arte de magia, alguien me daba de beber. Entonces giré un poco mi cabeza, observé a Lucy.

-Lo sabía—Dije hecho un revoltoso.

-¿Qué sabías? —Rió— ¿Qué siempre cumpliría tus deseos?

-Que escondías algo raro.

-Yo no escondo mucho—Dijo desvistiéndose.

-¿Dónde está Janis? — Pregunté.

-A nuestro lado, con su familia. Con Niall, y con Clara.

-¡Él no es su familia! Yo lo soy, ¡yo lo soy!

-No creo que ambos lo vean igual, creo que como siempre... ven muy diferente.

-Tú no sabes nada. No nos conoces.

-Claro que lo hago. Son mi Karma—Dijo seria.

-¿Zayn? —Vino a mi mente su nombre, su rostro, y ahora detrás de los tiernos ojos de Lucy, estaba la mirada de Zayn.

-Un placer volver a verte.

Tragué saliva.

Él comenzó a torturarme y mis gritos ascendían como el humo, como así entraba en cualquiera y no salían hasta alarmar.

¿Cuál era su propósito con la tortura? Y poco después lo entendía. Se terminó de desvestir, luciendo el cuerpo de Lucy. Llamaron a la puerta, la abrió... Janis. Miró mis ojos, me miró cubierto por una sábana y a Lucy desnuda.

-Quisiera que bajen el volumen—Pidió y se fue... con esa marca pesada en sus ojos, no podré olvidar que gusto amargo me generó.

Lucy, mejor dicho Zayn, volvió a dormirme. Y desperté en casa.

Ahora sabía muchas cosas. Zayn asesinó a Janis, quedó atrapado entre la vida y la muerte, y de aquel cuerpo no puede escapar. Lo contrario a Janis, ella sí pudo librarse de ese infierno, pero no entiendo por qué, y por qué ahora.

Barbara estaba delante de mí, con sus brazos cruzados. Estaba molesta porque desaparecí toda la noche, sin avisarle.

-No te diré nada, sólo que estoy bien—Dije.

-Necesito confiar en ti, Harry. Por favor dime a dónde has ido y porque apareces dormido en la entrada de nuestra casa, esta mañana.

-Yo no necesito que confíes en mí. Puedo solo.

-¿Por qué ya no quieres hablar conmigo?

-No eres tú, Barb, estoy un poco cansado, ¿podrás dejarme dormir?

Ella a regañadientes se marchó.

Solté el aire acumulado y dejé que ingrese otro más fresco. Janis probablemente ahora me odiaba más que antes. Yo no sabía que sentir, no entendía mis deseos, tampoco estaba seguro de si eran deseos o necesidades. Siento que mucho antes escogí un camino y ahora no recuerdo cuál fue. No tengo poder de decisión, estoy desarmado, tan sensible e inútil, un perdedor.

Ya no sirve anotar o recordar cuánto la quiero, cuánto la deseo y también la necesito, eso lo asumo más que otras cosas. Ahora lo que debe ser primordial para mi es entender por qué regresó, por qué Niall, por qué ha vuelto a Zayn y se han acercado a mí y luego se han ido, y por qué... Cher luce más preocupada que de costumbre. ¿Será miedo? La última vez que nos vimos, volvimos con su marido muerto.

Ya no puedo participar de casos. Ya sé lo que debía saber de Lucy y de Sam. Todos ellos... sea lo que sean, tienen a alguien de quién sostener, en cambio yo estoy solo. Nadie me apoya ahora.

Recordando todo lo que caminé para llegar a donde estoy ahora, encontré alguien que podría ayudarme. Liam.

***

Los días pasaron y no tuve noticias de Liam. Ahora si estaba solo. Ni siquiera tenía sueños o contacto con Goir. Mi existencia era innecesaria. Toda mi energía, todo mi tiempo, siempre tuvo un significado y llevaba el nombre de ella, ahora que ella no me necesita, yo tampoco necesitaré demandar.

Caminaba hasta el puente, me inquietaba la marea revoltosa, llamativa, acogedora para cualquiera en una situación efervescente.

Miré el cielo por última vez, entregando cada idea, cada enseñanza... como la firma del alumno que se gradúa. Sin Janis, esto no es una historia, esto es una pequeña carta de como mi vida no es más que la existencia de otra.

El agua con su presión quería aturdir mi cerebro. Fui astuto y coloqué un ancla en mi pie, aunque sabía que no iba a arrepentirme. Mi piel empalideció con los segundos, mis lágrimas dejaron de sentirse, y los latidos de mi corazón se oían como tambores. El fuego en mi pecho cesaba... estaba siendo abducido por mi angustia.

Sentí un soplo de vida. Sentí la corriente de aire caliente y rezaba, aunque no me lo creía, que estuviese muerto. Abrí mis ojos y algo más hermoso que la muerte me miraba con lágrimas gordas en sus mejillas, Janis.

-¿Por qué? —Solté en un intento de fuerza.

-Porque te amo—Modularon sus labios.


REGRESSION - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora