XVI

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 Janis lucía algo cansada, no sé si ha dormido en el viaje, yo si pude. El calor del pequeño cuerpo de mi hija sobre mi pecho, me calmo en la caída del cansancio.

Mi cabeza dolía un poco, así que nos detuvimos en una farmacia del aeropuerto.

Tomé una píldora. Al mismo tiempo le entregué a Janis una caja con bombones de chocolate. Ella sorprendida lo tomó. Le dediqué una media sonrisa, y ella sonrió con naturalidad.

-Gracias por tomarte en serio lo de empezar otra vez –Me dijo y me besó en los labios.

-Sólo quería darle algo de sabor a tu día.

Ella volvió a besarme. Se sentía tan bien como cuando sabes que te espera una tarde de chocolate caliente y galletas con chispas de chocolate. Ese remedio contra cualquier malestar, ella.

Habíamos llegado al hotel. Esto sería por un tiempo corto, hasta que consigamos un apartamento. Teníamos en la cuenta de Janis, mucho dinero de parte de la familia Sullians, también me confesó que Niall le transfirió ahorros. Sugerí otra vez la llamada a sus padres, eso la incomodaba, pero ellos podrían ayudarnos como los Sullians o Niall. Aunque creo que nos bastará hasta que nos acomodemos.

Janis descansó en la tarde. Yo ordené nuestras cosas, sin dejar de observar a Clara, desde el pasillo. Estaba en una pequeña habitación, la cual es suya por ahora.

Janis despertó, estaba de buen humor. "¿Quieres que prepare café?" y asentí.

"Iré a buscar galletas y comida para estos días, y hablaré con el gerente del Hotel otras cuestiones, ¿me aguardas?"

"Claro. Bañaré a Clara"

Me fui de la habitación dejando todo casi impecable.

Me demoré unos diez minutos en el mercado, y otros diez hablando con el supervisor del Gerente. Le conté nuestro plan de quincena por el momento, me dijo que puedo pagar por adelantado y será más económico. Accedí e hice el pago.

Llegué y olía a café todo el quinto piso. Abrí la puerta y allí estaba Janis secando a Clara con una toalla. El humo sabroso del café inundando mi nariz. Entonces dejé las cosas en la cocina y caminé hasta Janis, la abracé desde atrás y ella giró para besarme. Continué con Clara mientras ella preparaba las tazas.

-¿Has traído cereal?—Preguntó.

-A Clara le gusta. Debo dejarlo un rato en la leche mientras se ablanda, eso le gusta—Dije mirando a mi hija.

-Me he perdido tanto de ella. Lamento eso—Dijo angustiada.

Me volví de pie y caminé hasta la segunda castaña, la más hermosa de aquí: -Ahora lo estás recuperando—Dije y besé sus labios. Ella siguió el beso.

Disfrutamos el café y las galletas, sobre la cama. Mirábamos una película del género del cine negro, el que más le gusta a ella.

-Te amo, Janis—Le dije, pero no recibí respuesta de ella. Estaba dormida, otra vez. Me encargaría de la comida.

Muchas veces, cuando me sentía solo, cuando me preguntaba cuál era el propósito de seguir, de vivir, de estar aquí... respirando y soltando aire, comiendo y llenando satisfacciones mínimas; aparecía el rostro de Janis. Quizás, las personas que entienden lo que digo, que se descontentan con los días de soledad y sin rumbo alguno, son los amantes que no tienen permitido llorar, o extrañar. Que su dureza les obliga a buscar otro propósito en la vida que no sea otra persona, porque nos convence de que la alegría crece en uno, no se busca en otro. ¿Y qué me dicen si admito que lo mejor de mí, aparece gracias a ella? Que... mi alegría, mi buen humor, mis risas, mi satisfacción, surgen por su presencia. Que las cosas mínimas que hago en solitario, si está ella... pues eso pinta de magia toda mi vida. Sé que no podemos depender de alguien, pero a veces lo hacemos, y aquella dulce pena es imposible de domar, de exterminar. A veces aguantar esa alegría gracias al otro, nos alienta a dar los pasos, para llegar a una muerte... donde estaremos juntos y nadie nos dirá si debemos o no hacerlo, si seremos felices siendo tan unidos, nadie nos dirá que la independencia es mejor. A mí no pueden engañarme, yo vivo por ella, y eso no cambiará. Tendré una enfermedad mental, seré una persona depresiva... titúlame como quieras, pero yo creo en el amor. El amor mueve cualquier cosa, incluso, nos mueve en el tiempo de vivir.

Ahora le prepararé la cena, al amor de mi vida.

@h

REGRESSION - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora