Capítulo 32

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Capítulo 32

A la mañana del día siguiente desperté y Nathan no se encontraba en el cuarto del hotel, no lo encontraba por ningún lado.

Al cabo de unos minutos había decidido bañarme ya que la noche de ayer había sido magnífica y agotadora.

Mientras me bañaba podía sentir como alguien abría la puerta.

-¿Nathan? ¿Nathan eres tú?

Nadie contestaba.

Cerré la ducha y me envolví con una toalla

- Nathan si heres tú dejame decirte que no es gracioso, me estoy asustando, por favor contesta

Nadie contestaba y me estaba comenzando a asustar, los ruidos habían parado y me había dado cuenta de que la puerta del baño no tenía traba para cerrarla y pude sentir como alguien le daba tres golpez.

- Por favor, quién sea, deje de hacer eso, estoy asustada

Pude notar como poco a poco la cerradura iva bajando y la puerta se iva abriendo, pero aún así no veía a nadie detras.

Alguien saltó y me tapó los ojos mientras me hagarraba por la cintura.

- Ahora eres mía. Dijo Nathan con vos de villano.

Me solté de él.

- ¡Nathan eres un idiota! Lo empujé y salí del baño.

- ¡Por favor no te enojes! ¡Amor! Me siguió y me abrazó.

-¡Eres un idiota Nathan! pero te amo.

Lo besé, me llevó contra la pared y me tapó los ojos.

- ¿Qué te pasa Nathan? ¿ Por qué me tapas los ojos?

- Es que tengo una sorpresa Marian

Continuaba tapándome los ojos con una mano y con la otra me hacía caminar.

- Abre los ojos Marian

Abrí los ojos y pude encontrar que la parte superior de la cama estaba llena de regalos y rosas rojas que formaban un I love u.

- ¿Nathan tu hiciste todo esto?

- Sí, ¿Te gustan?, abre los regalos que son todos para tí

- Woww, gracias Nathan. Salté a sus brazos a abrazarlo y luego me puse a abrir los regalos.

La mayoría de ellos eran ropa y zapatos, nunca había visto nada tan lindo como lo que me había regalado Nathan.

- ¡Nath todo lo que me regalaste es hermoso! No tenías por qué gastar

- A las reinas se les debe hacer regalos

- Pero yo no soy ninguna reina. Dije entre risas.

- Tú sí lo eres, eres la reina de mi corazón, ahora vamos, vístete, ponte algo de lo que te regalé

- Okey, debo admitir que tienes un gusto increiblemente bueno para elegir ropa y zapatos

Comencé a cambiarme, esta vez no me daba verguenza que él me mirara, me vestía poco a poco, me había puesto un vestido floreado con unos zapatos de taco negros de charol con un moño, la verdad que nunca había usado ese estilo de ropa, pero era hermosa.

- ¿Por qué quieres que me vista?

- Porque te tengo una sorpresa

(Comienza a sonar Iris versión de sleeping with sirens)

Me tomó de la mano, se vé que él ya había estado en Paris y sabía algunos caminos, caminamos durante varios minutos y luego tomamos un tren.

El paisaje que se veía por la ventana era simplemente hermoso, verde, divino, Nathan iva a mi lado, yo del lado de la ventanilla, me tomaba de la mano, siempre quize hacer eso, escapar con el amor de mi vida.

Habíamos dejado todo atrás, estabamos empezando una nueva vida juntos, su mirada me tranquilizaba, había poca gente en el tren, la mayoría eran personas mayores, y luego estábamos nosotros, una pareja de jóvenes que estaban aprendiendo a explorar el mundo.

Los besos de él me tranquilizaban, sus manos rozando con mi mejilla y mí menton eran lo más preciado en ese momento, no podía parar de preguntarme a mí misma cómo había logrado todo eso.

- ¿Sabes que te amo verdad?

- Claro que sí Nath, y espero que tu sepas que yo también, no tengo palabras para decirte lo agradecida que estoy de todo esto

- No se necesitan palabras

Me besó, brindándome calor en aquél frio tren, su mano derecha se posaba en mi cintura mientras que la otra acariciaba mi cuello lentamente, mi mano se posó en sú cuello mientras que otra había quedado atrapada en su pierna brindandole caricias.

Dejó de besarme, tomó mi cuello con sus dos manos firmemente...

- Marian, encererio te amo, gracias a tí

- No hay de qué Nath, ¿A dónde vamos?

- Eso todavía no te lo puedo revelar pero contéstame una pregunta, ¿Te molestaría pasar la noche viajando en tren?

- No, no me molestaría.

Nos besamos nuevamente y posé mi cabeza en su hombro mientras el me envolvía en sus brazos y besaba mi frente.

Al cabo de unos minutos nos habíamos quedado dormidos, juntos, cada tanto me despertaba y veía a Nath dormir, era encantador verlo de esa forma, me encantaba eso, era simplemente perfecto, me encantaba sentír su respiración, sus brazos sobre mí, me encantaba todo de él.

Cada tanto se movía dormido y me abrazaba, me sentía segura, valía la pena estar con el, todo lo que había hecho valía la pena y nuestro amor era más que sagrado.

No pensaba en el futuro, solo pensaba en lo que estabamos viviendo en el presente, que del futuro se encargue el destino, disfruta el momento, eso es lo que tenía en la cabeza, y eso es lo que hacía...

La vida por delante (Nathan Sykes, The Wanted)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora