Capítulo 37

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Capítulo 37

No había muerto, había sobrevivido hasta ahora, desperté en una habitación blanca, repleta de luz y una enfermera a mi costado cambiándome el suero.

-¿No morí?

-No jovencita,  tuviste mucha suerte,  gracias a que te trajeron al hospital enseguida,  y con nuestros cuidados pudiste sobrevivir

-Gracias entonces

Estaba un poco confundida.

- ¿Hace cuánto estoy aquí?

-Llevas dormida 5 días

- ¿5 días? ¡Que locura!

- Pero no te preocupes aquel hermozo muchacho a venido a visitarte todos los días

- ¿Todos los días? Nathan

- No recuerdo su nombre pero era alto,  pelado y muy apuesto

- ¡¿Max?!

- Sí,  así me dijo que se llamaba,  Max

La enfermera se retiró de la sala dejándome completamente sola y adolorida en aquella vieja camilla.

Al cabo de unos pocos minutos me quedé dormida,  creo que eso era lo que más necesitaba en ese momento,  dormir.

- Hermosa despierta

Sentí una leve caricia en mi cabello.

- Max,  ¿Qué haces aquí? Por favor no me hagas daño

Me senté en la camilla,  podía sentir como mi columna vertebral sonaba y dolía de una forma imprecionante.

- Tranquila,  no te voy a hacer nada,  lo juro,  solo quiero cuidarte

- ¿Pero qué haces aquí?

- Te seguí todo esté tiempo,  tenía miedo de que Nathan te haga daño,  y quería protegerte

- ¿Protegerme de qué? Tú eres el que me hizo daño

- Encerio,  tienes que entenderme,  estaba mal,  ya recibí ayuda,  estoy bien,  prometo no dañarte,  mira,  encerio e sido un tarado pero cambié,  fuí un estúpido y en verdad lo siento

Max comenzó a llorar,  no sé por qué pero algo en sus palabras me parecía real y verdadero,  tal vez de verdad había cambiado,  yo también tuve problemas como él cuando consumí drogas,  te cambian completamente, tu forma de ser,  y bueno,  uno se convierte en un monstruo.

Con todo el dolor que llevaba encima lo abracé,  el me devolvió el abrazo y pude sentir a sus lágrimas caer sobre mi hombro.

- Marian,  podemos cambiar,  encerio lo siento

- Max,  intentaste matarme,  dos veces,  ¿y ahora quieres que empecemos de nuevo de alguna forma?

- Sí

- Mira,  encerio me siento sola en este momento

Comencé a llorar,  en verdad sentía que lo había perdido todo,  ya nada quedaba el amor se había ido al igual que el resto de mis sentimientos,  solo la tristeza quedaba.

Max me miraba con cara de comprender aquello que le había dicho,  y depositó un beso en mi mejilla.

- Encerio,  te entiendo,  es de muy poco hombre lo que hice pero te prometo recompensarlo. Encerio.

- No sé si confiar en tí,  ya me hiciste demasiado daño,  Ariana te debe haber dicho que vengas a molestarme

- No,  lo juro,  Ariana se encuentra en New York,  dudo que cruce el mar solo por nosotros

- ¿Hasta cuándo me tengo que quedar aquí?

- La enfermera me dijo que ya te puedes ir,  cuando estés lista

- ¿A dónde iré? murmuré.

- Estoy parando en un hermoso hotel,  ven conmigo,  encerio te cuidaré

Me sequé las lágrimas,  me paré y Max me tomó de la mano,  salimos juntos del hospital, no podía creer lo que estaba haciendo,  pero Nathan me había despreciado y parecía que Max encerio sentía arrepentimiento.

- ¿Estas segura?

- ¿Debería estarlo?

- Si, deberías estarlo, todo va a salir bien, estaremos juntos, nos mantendremos juntos, yo te cuidaré, te daré todo lo que necesites y te haré sentir segura

- Gracias Max

Luego de caminar unas 10 cuadras teníamos al hotel enfrente,  la verdad que Max tenía razón,  era bellísimo.

Entramos y nos dirigimos a la habitación,  estaba demasiado ordenada para mi gusto.

- ¿Y ahora qué? Le dije.

- ¿Te gusta la comida china?

- Jamáz la e probado

- ¿Es encerio Marian?

- Sí

- Entonces te llevaré a comer comida china

- No lo sé Max,  no me siento segura

- Por favor,  encerio

- Bueno,  vamos

Me abrazó,  sentí todo el calor que no había sentido antes en ese abrazo.

Me tomó de la mano y cruzamos la calle,  el restaurante quedaba justo en frente.

Era bastante lindo,  no me lo esperaba,  los restarestaurantes chinos en mi ciudad eran horribles.

- ¿Y qué te parece?

- Es muy lindo Max,  gracias por el gesto

Nos sentamos en una mesa que estaba justo a un costado del salón, a los pocos segundos un mozo vino a tomarnos la orden, Max ordenó de parte de ambos.

- Verás que te encantará lo que te pedí

- De seguro Max

- Por fin me tratas bien bebé

- Te estás ganando mi respeto con estos buenos actos

Enseguida llegó la comida, no habíamos tenido demasiado tiempo de charlar pero aún así comenzamos a comer, estaba delicioso, cada bocado los difrutaba aún más.

- Es la comida más rica que jamáz e probado Max

- Me alegro de que te guste, a mí también me encanta

Continuamos comiendo hasta que nuestros platos se encontraron vacíos, nos habíamos llenado de una forma impresionante.

Max pidió la cuenta al mesero y luego abandonamos el lugar.

- ¿Por qué tanto apuro Max?

- No lo sé,  tal vez es mejor estar en un lugar más privado

- Okey

Llegamos al hotel que quedaba justo en frente y entramos a la habitación, nos sentamos en la única cama que había y comenzamos a charlar.

Max me contó cosas de él que nunca antes había escuchado, me explicó toda su vida.

- Woow Max, no sabía que habías pasado por todo esto

- No te preocupes, pocas personas son las que me conocen en verdad, y tú eres una de ellas

- Pues, estoy feliz de serlo

Nos recostamos en la cama, uno al lado del otro y nos quedamos dormidos sin saber lo que nos esperaba…

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Hola disculpen que no subí antes, es que tuve unos problemas en la vista voten y sigo, comenten besitos hermosuras c:

La vida por delante (Nathan Sykes, The Wanted)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora