Escena I

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-Y ahora, preparen sus cheques... ha llegado el momento más esperado.... con ustedes, les presento, a Alice Clarck!! Nuestro diamante más caro y brillante!! Directamente de Londres, piel suave y tierna, una sumisa única, figura sensual y sobre todo... virginal, una joya! Cuanto ofrecen mis queridos caballeros.... Empezaremos con €1000!!

Mis piernas tiemblan, estoy con cadenas en manos y piernas... siendo tratada como un animal, mi cabello está atado a una cola alta, mi cabeza duele... mi cuello está entumido, por ese collar de cuero negro que lo rodea, mi cuerpo está cubierto entre corsé, tiras y ligas de cuero, por todas partes... ropa interior negra y con encaje, no recuerdo cuándo ni dónde ocurrió todo esto, todos me observan detenidamente, en la mayoría viejos tercos y adinerados, no son más que cerdos. Siento repugnancia, todos sonríen, quiero matarlos... pero estas cadenas me lo impiden completamente. El vendedor, se anima cada vez más, pues todos suben la apuesta. No sé qué haré, apenas tengo 18. Prácticamente todos están apostando por quien me lleva a casa... no podría explicar el desinterés que tengo sobre mi propio cuerpo, ya nada me asusta, los únicos sentimientos que tengo, son ira y repugnancia.

-Llevamos €3500!! El número 602 sube a €4000!! A las una, a las dos....

- €5000.

-El número 16 da €5000!!!! A las una... a las dos... a las tres!! Vendida al número 16 por €5000!!

Ah... mierda. Analizo un instante a aquel hombre, al número 16. Es alto, 1,90 quizás... muy formal, zapatos negros brillantes, pantalones lisos y negros... un terno a juego y camisa alborotada, pero sigue siendo formal... ah, he llegado a su rostro... admito que estoy un poco sorprendida, ojos azules penetrantes, me intimidan. Labios perfectos, mentón definido y pestañas largas, cabello castaño oscuro, sus brazos se ven fuertes, creo que con un golpe podría quebrarme algún hueso.

Ahí viene, camina hacia mí desafiante, todos en silencio, algunos con envidia y otros con miedo, al parecer todos lo conocen.

Escucho un 'click' en mi cuello, ha enganchado una tira de cuero, con detalles de metal. Lo jala, y mirando al suelo comienzo a caminar.

-Fué un placer presentarles nuestra mercancía señores...hasta la próxima subasta, buenas noches.

Todos se levantan, algunos victoriosos se llevan una que otra 'sumisa' es así como nos llaman, otros amargados, y con ganas de haber obtenido a una belleza, para 'adiestrarla' como esclava o una simple mascota, como ellos prefieran.

Este hombre, del que aún no sé el nombre, me sube a su auto, me cubre los ojos, y maneja por casi una hora, ambos en silencio. No me ha preguntado nada, ni mucho menos me ha tocado. Solo estoy allí sentada en el asiento del copiloto, sin vista, ni con suficiente valor para hablar.

El camino suena como a piedrecitas pequeñas, suena una especie de rejilla corrediza, avanza y se detiene. Siento que se baja del auto, en un instante abre mi puerta y me jala de la correa. Oigo que se abren unas puertas, creo que son grandes, pues suenan muy grave además de que puedo visualizar sólo los pies de lo que deberían ser sirvientes, moviendo lentamente las puertas.

Me jala más brusco, escucho varias cerraduras al final de un pasillo luego de varios minutos subiendo escaleras y caminando, haciendo que pierda totalmente mi orientación. Me ha tomado el cabello, y sólo sentí que caí en algo blando, quizás una cama... quedo boca abajo, me toma de las caderas y deja sólo mi torso en aquella cama, y ambos pies en el suelo.

Estaba un poco inquieta, no me ha hablado nada, y ya se muestra un poco agresivo. No alcanzo a hablar, y apega algo contra mí intimidad, deducí que podría ser su miembro, siento su cinturón y demás presionándome, me jala de la correa, me acaricia el trasero, a continuación lanza un gruñido y siento su respiración en mi cuello.

En seco, se aparta.

-Quítate la venda.

Obedezco.

-Párate.

Apoyo mis manos en la cama, y me levanto. Me giro y lo observo. Sus ojos están diferentes, se muestran dilatados. Sólo me observa detenidamente, mi respiración se vuelve regular, recorro la habitación con mi mirada, nada anormal.

-Te dejaré todo claro, no lo voy a repetir, así que presta atención.

Asiento.

-Te compré, únicamente para que me satisfagas, eso es sinónimo a que harás al pie de la letra todas mis órdenes, o de lo contrario, por cada error o desobediencia serás castigada, y sólo yo soy quien decide cuales serán.

Su mirada se torna en seriedad.

-No tienes derecho a hacer o a decir nada a menos que sea una orden de mi parte. Nadie más puede dirigirte la palabra a menos que sea yo. Piensa de ti misma como una mascota, ni siquiera eso, eres desde ahora mi sumisa.

Siento repugnancia.

-En este juego, no puedes hacer lo que se te dé la gana, y no es un consejo, es una orden. Alguna pregunta?

-Si debo mantenerme sumisa a ti, podría siquiera saber tu nombre?

-Erick Stone. Vé a asearte, está será tu habitación, tienes todo lo adecuado, esa puerta es la del baño, esa otra es la de tu ropa y calzado, lo demás lo tienes a tus ojos. Vendré en una hora, tienes que estar lista.

Cierra la puerta, puedo respirar tranquila. Quiero quitarme todo esto, entro a la puerta del baño, es inéditamente grande, ignorando toda curiosidad, lleno la bañera con agua a mi gusto, y me sumerjo.

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Extravagante Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora