Treacherous [j.b]

Conociendo a Bieber.

Conociendo a Bieber.

POV'____

Algo que había aprendido de la vida, es que las cosas siempre- pueden- ir- peor. Lo aprendí en un laxo de un mes, dos semanas y tres días; en los que todo lo que creía propio, simplemente se esfumo y trato de decirme que las cosas empeoran para mejorar. Pero la verdad, sigo esperan.

-____, al menos debiste peinarte un poco-me reprocho mi madre por quinta vez de camino a la tienda de comestibles.

No contestes casi me grite, ella es un caso perdido. Carla de O'Connor era el tipo de mujer que prefería despertarse a las cinco de la madrugada antes de salir a la calle sin su capa de maquillaje en el rostro y un cabello arreglado por tenaza. Pero para su mala suerte yo, ____ O'Connor prefería dormir lo doble, despertar y atar su cabello en una coleta. Simple. Como esa mañana, ella me despertó a las diez y solo dijo "____, vamos tenemos que hacer las compras" ¡Siquiera me había duchado! Así que me talle cabello y cuerpo en tres minutos y al salir ate mi cabello en un moño despeinado. Jeans, blusa básica y estaba lista. O al menos para mí.

Con mi madre pisándome los talones y sus comentarios de lo desalineada que me hacía ver el cabello semi-seco, entre a Wal-Mart.

Acepto que ese no era mi mejor día, pero ayer tampoco había sido mi mejor noche. Ni la pasada y la que le sigue. He tenido mala racha. Amigas que se acuestan con tus novios, novios que prefieren a tus amigas. Amigas hipócritas. Lo normal. Pero mi madre debería agradecer que pusiera crema en mi rostro y rímel en las pestañas. Aparte de que llevaba una campera de mi padre de sus tiempos de gloria sobre la camiseta de "Los chicos perfectos solo existen en libros" En total, creo, no estoy tan mal.

Mamá manejaba el carrito por los pasillos, tachando lo que ya había metido a este y buscando lo que le faltaba, yo solo miraba como lo hacía. Y pensaba en lo mucho que me gustaría estar en cama, con un capitulo de The Vampire Diaries en TV y mi pijama.

-_____, ve por el queso.

Gruñí. Creí que acompañarla implicaba no hacer nada.

-¿Algún tipo?

-El que le gusta a tu padre y si quieres alguno-se encogió en hombros, asentí satisfecha y salí de pasillo para ir a el área de frigoríficos donde se encontraba todos los productos lácteos. Entre un queso amarillo y uno que parecía ya rancio, encontré el de mi padre lo tome y ojee para encontrar algo que me gustara. Pizza, quería pizza. Tonteando, fui hacia las pizzas congeladas y tome una de peperoni individual.

-Perfecto-me susurre a mí misma. Me gire sobre mis tobillos para regresar cuando mi cuerpo choca contra algo, o alguien. Pierdo el equilibrio y cuando siento cerca mi muerte o un buen golpe, ese alguien me sostiene por la cintura, pegándome a su cuerpo y evitando mi caída. Aun con los ojos cerrados, saco el aire contenido.

Lo que odio más que la hipocresía, es caerme en público.

Poco a poco abrí los ojos. Las manos del desconocido seguían en mi cintura, sujetándome con fuerza, sentía calor en esa zona y el corazón palpitándome con fuerza. Pero se detuvo cuando me encontré con un par de ojos mieles, iluminados por una perfecta y blanca sonrisa. Fue como si mi cerebro dejara de funcionar. Sonreí estúpidamente, mi estomago estaba pegado al suyo y su brazos rodeaba mi cintura. Así fue como evito mi caída. Parpadee algo aturdida y entonces caí en cuenta. La garganta se me seco.

-Cuidado-su voz fue aterciopelada, con una pisca de burla. Que lo arruino todo. Fruncí el ceño.

-Lo mismo digo.