Huevos verdes.

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¡Me gustan los huevos verdes con jamón! ¡Sí! ¡Me gustan Juan Ramón! –Steve leía entusiasmado mientras Johnny atento, lo escuchaba con los ojitos bien abiertos y una sonrisita– ¡Son tan buenos, tan buenos, lo ves! ¡Los comería por montones, y comería más de tres!


La noche anterior a Steve le había tocado leer cuentos a los niños así que a la mañana siguiente Johnny despertó y rápidamente se dirigió a la cocina en donde su papi Tony intentaba cocinar.

–¿Papi? –Tony desvió la mirada del sartén donde freía salchichas hacia el marco de la cocina en donde su pequeño hijo de 7 años estaba.
–¿Sí cariño?
–¡Quiero huevos verdes con jamón! –Johnny alzó las manitas y corrió a subirse al taburete para niños– Papá me leyó un cuento y quiero huevos verdes.
–No creo que pueda hacerte huevos verdes hoy, hijo.

Johnny comenzó a patalear e hizo un puchero, Tony enarcó una ceja y se cruzó de brazos. Él no permitía berrinches ni en su casa ni fuera de ella y eso, el pequeño Johnny lo sabía muy bien.

–Ya dije que no Johnny.
–¡Ya pueeeees!

Tony harto del lloriquear de su hijo, comenzó a maldecir en alemán y buscó en la alacena el maldito colorante verde. Cuando lo encontró, tomó una gran bocanada de aire y volvió a donde la estufa pues aún debía hacer más salchichas, su esposo engullía comida como un caballo.

–Ya deja de llorar, maldita sea –Sacudió el gotero del colorante y Johnny sonrió, había triunfado–. Te haré tus huevos podridos.
–¡Son huevos verdes, papi!

¿El problema? El pequeño ya no comía huevos si no eran verdes y Tony debía hacérselos, de lo contrario Johnny le diría a Steve que su papi había dicho malas palabras en la cocina frente a él. Johnny resultó ser todo un Stark cuando de chantajes se trataba.

No es fácil ser papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora