Ratón de los dientes II.

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–Hice algo malo –Le repetía Tony a Steve– ¡Le arruiné la infancia a nuestro hijo!
–Estoy seguro que él entenderá –Steve abrazó a su esposo por la espalda, estaban a punto de dormirse–, intenta explicarle que dijiste eso sin pensar pero que el ratón de los dientes sí existe, mañana podrás arreglar las cosas con él. Tranquilo, descansa.
–No sé qué haría sin ti –Tony se acurruca más contra su esposo–, en serio.

Tony se da la vuelta, besa a su esposo y proceden a dormir.

Al día siguiente, Tony hizo huevos verdes especialmente para Johnny e incluso formó una carita con el tocino y la cátsup pero su hijo ni siquiera le habló. Tony se sintió el peor padre del mundo.

Por la tarde, cuando Johnny había llegado de la escuela se vio sorprendido con un ratón gigante sentado en la mecedora de su habitación.

–¡Johnny estaba esperándote! –Johnny estaba estático, agarrado a su baúl de juguetes– Según mis cuentas, anoche debía recoger un diente tuyo, ¿qué pasó?
–Ya sé que eres tú, papá –Johnny tiró su mochila sobre la cama y comenzó a sacar sus libros–. Ya sé que el ratón no existe.

El ratón se puso de pie y caminó hacia la cama, Johnny le observó con los ojos entrecerrados y los bracitos cruzados.

–¿Tu papá te dijo que no existo? –El ratón se cruzó de brazos– ¡pero qué locura! ¡Claro que existo! Vine por tu diente, porque ayer se te cayó uno y en la noche mientras dormías no encontré nada bajo tu almohada.
–¿De verdad eres el ratón de los dientes? –Johnny aún dudaba.
–¡Claro que sí!

Johnny corrió a su armario y de una lonchera de Superman sacó su diente.

–¡Yay! –El ratón pegó un salto e hizo un pequeño bailecito– ¡Ahora deberás dármelo para que pueda darte dinero! –El pequeño rubio se lo dio y a cambio aquel ratón le dio un billete de diez dólares– ¡Muy bien Johnny! Ahora debo irme, tengo que recoger otros dientes en Egipto.

Johnny iba a despedirse cuando en un abrir y cerrar de ojos aquel gran ratón desapareció. Se quedó observando el espacio en donde había estado parado y sonrió, su papá no lo había engañado ¡el ratón era real!

Bajó corriendo y se abrazó a la cintura de su papá que se encontraba en el estudio buscando un libro.

–¡Papá, el ratón si existe! ¡No me mentiste! –Tony sonrió y abrazó a su pesado hijo que le besó ambas mejillas– ¡Me ha dejado un billete!
–Lamento lo de ayer cariño –Tony le besó la frente y lo bajó–, estaba ocupado y algo molesto.
–¡No te preocupes!

Johnny salió corriendo cuando la voz de Steve anunciando su llegada se hizo presente. Tony sacó su móvil y le marcó a cierta persona.

–Gracias Hank, te debo una muy grande.
– De nada Tony, ya sabes –Hank soltó una risa–. Per más te vale que el maquillaje salga fácilmente.
–Saldrá con desmaquillante –Ambos hombres rieron–, te veo el sábado.

Tony colgó y suspiró, al final... no le había arruinado del todo la infancia a su hijo.

No es fácil ser papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora