Entro a mi casa e intento concentrarme en cualquier otra cosa, menos en mi mente, pero, como es costumbre en mí, fallo en mi plan. Nadie puede escapar de sus pensamientos, somos esclavos de todo lo que reprimimos en nuestra mente. Me echo en mi cama y llamo a Liam.
- ¿Sí?
- Sé que es algo tarde, perdona por llamar, pero tengo un problema.
- ¿Estás llorando?
- Pasaron la canción en la fiesta- le digo y ahora sí me pongo a llorar- Es una tontería, Liam, una estúpida canción, ¿cómo puede hacerme tanto daño algo tan inofensivo? ¿cuándo podre estar bien Liam? ¿cuándo?
- ¿Quieres que vaya a tu casa?
- No- digo secando mis lágrimas- tan sólo quiero llorar y botar todo.
- Estaré aquí para todo lo que necesites Abby, en verdad, si quieres que vaya a tu casa, sólo dímelo y en menos de veinte minutos estaré contigo.
Dos años atrás...
Quedé devastada tras la muerte de mi padre, todo el mundo me decía que el dolor pasaría y que el tiempo curaría mis heridas, pero no podía esperar, necesitaba sentirme bien ahora, no después. Sentía como si me hubiese quedado sola. Y en parte lo hice.
Unos meses después mi madre había conocido a Joe, y se enamoraron en poco tiempo. Nuestra relación nunca fue perfecta, pero jamás habíamos estado tan distantes como en aquel entonces.
Llegado un momento aquella relación entre mi madre y Joe se volvió más seria, y había llegado el momento de conocerlo oficialmente. Fuimos a cenar los tres.
Ahí fue donde lo conocí.
Dieciocho años, despreocupado y rebelde. Sus ojos miel me cautivaron desde la primera vez que lo vi. Tenía dos tatuajes, bueno, tenía uno, el otro se lo hizo en mi honor, o eso fue lo que dijo.
Era simplemente guapo.
Dicen que nada es casualidad, que todo pasa por una razón. Ellos saben muy bien a quién escogen. Es como si tuviesen en su mente un radar, que les dicen cuáles son las chicas más frágiles y con problemas familiares, y se acercan de inmediato.
Y yo, con quince años, ingenua, aún triste por la pérdida de mi padre y enojada con mi madre y la vida lo endiosé en todos los sentidos. En poco tiempo él se convirtió en mi vida entera.
Logró de una manera tan inteligente ir alejándome poco a poco de todos. Hasta que finalmente éramos sólo él y yo.
Cuando cumplimos seis meses de relación lo acompañé a una fiesta, incluso invitamos a Liam, el único amigo que me quedaba cerca, ese día Austin bebió demasiado, y, en un momento tomó un micrófono para hacer un anuncio delante de todos.
Lo extraño de todo, es que, recuerdo muy bien que, ese día no tenía ánimos de salir, sentía como que algo malo fuera a pasar, pero ignoré mi instinto, porque la verdad es que no quería decirle "no", a Austin.
- Hace seis meses empecé a salir con Abby- yo sonrío y los demás gritan un "wuu" en respuesta – oh vamos, no digan eso – dice riendo – no es tan genial como parece ser. Mi vaquita de Pandora tiene muchos secretos, que esconde tras la comida ¿entendieron? Debería ser "cajita", pero a Abby mejor se le da ser una vaquita – todos comienzan a murmurar - ¿alguno conoce a algún buen nutricionista? Qué asco toparme con tanta grasa.
Vaquita de Pandora.
Todos comienzan a reír con Austin por ese apodo de mierda. Jamás me había sentido tan humillada en mi vida. Salí lo más rápido que pude del lugar, seguida de Liam. Ninguno de los dos dice nada mientras esperamos un taxi.
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She Will Be Loved
FanfictionElla a sus 17 años ha pasado por muchas cosas, pero se mantiene ahí, resistiendo a todo. El a sus 20 cree haberlo visto y vivido todo, busca algo nuevo en la vida. Ambos juzgados, incomprendidos, en la búsqueda de algo mas que vivir por vivir. Cuan...