49

3.5K 268 79
                                    

La acosté en la cama y se quedó con su mirada perdida, la arrope y no dijo ni una palabra suspiré, esto no sería nada fácil.

—Tienes hambre? —pregunté y pareciera que lo meditó por unos segundos.

—Si —Solo respondió.

Fui a la cocina, me recoste sobre el mesón y limpie un poco mi cara con mis manos, en realidad la estruje algo estresada, preparé unos sándwich, un respectivo jugo de naranja, con algunas galletas, fui al cuarto nuevamente y se veía tan débil que mi corazón se hacia añicos.

—Bueno! —Trate de sonar con ánimos. —Es hora de comer! —Deje la bandeja a un lado para acomodarla bien, deje una servilleta en sus piernas, era raro, no podía moverse pero si sentía, bueno fue lo que me dijo hace unos días, tome un trozo de comida y se lo llevé a la boca, lo tomo y sonreí.

—No creas que esto me hace muy feliz —Dijo siguiendo comiendo.

—Lo sé y a mi tampoco, no es porque no quiera hacerlo, no me mal interpretes, porque te conozco! —Tome el jugo y coloque la pajilla en sus labios. —Solo es que no me gusta verte así, además hay una luna de miel que nos espera... —Sonrió a medias, pero sonrió. —Ya todo estará bien solo tenemos que ser fuertes y luchar por esto, creo que ya hemos llegado muy lejos para rendirnos.

Terminé de darle su comida, limpie un poco la casa, me recordé que le tocaba su baño, agarre las cosas, acomode la tina y la llevé hasta allí, empecé a enjabonarle su cuerpo, lavar su cabello...

—Llamaste a Dinah? —Preguntó.

—No, por qué? —Chillo sus dientes.

—Osea que no sabes si la pastelería no se ha quemado aún —Reí.

—Ahorita la llamó no te preocupes, no hagas tanto drama.. —Abrí el grifo para empezar a quitar el enjuague de su cabeza.

—Cuantas veces te voy a decir, que es de Dinah de quien estamos hablando.. —Asentí.

La lleve devuelta a la habitación, le seque y peine su cabello, la vestí con una pijama muy abrigadora, la recoste de nuevo en la cama, acomodándole las almohadas.

—Tengo calor.. —Dijo de la nada.

—Si? —Pregunté extrañada, asintió.

—Prende el aire acondicionado —Busque el control e hice lo que me pidió, la deje allí, fui a darme una fugaz ducha, por si Camila me llamaba.

Salí y llegue, escogí mi ropa y me acosté sumamente exhausta, esto seria todos los días, pero esto es el matrimonio no? En la salud y enfermedad en las buenas y malas blah blah blah, nos arrope.

—Ya te vas a dormir? —La miré y asentí muy lentamente ya con el sueño de mi lado.

—Si —apenas dije.

—Bien hasta mañana mi amor... —Sonreí un poco y rodee mi brazo por su cintura.

Había caído en tan profundo sueño que no se que hora era la que me acosté y la que me recordé, oí pequeños jadeos y algunas sonadas de nariz, me giré y era Camila.

—Que pasa Camila? —Prendí la lámpara de mi mesa de noche.

—Nada..—Las lágrimas en sus ojos eran evidentes, me recordaba a sus ataques de ansiedad de medianoche, al parecer este era uno.

—Vamos! Estas llorando obvio que tienes algo amor... Dímelo estoy aquí. —Limpie sus lágrimas.

—Gracias —Dijo débilmente, luego que se calmara un poco, volví a ello.

Clásicos Encontrados. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora