Capítulo 2

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--- La inyección... Sangwoo...

Bum gateó junto a sus piernas, intentando llegar al comedor, evitando a toda costa mirar hacia arriba. Sin embargo no había recorrido ni la mitad del corredor cuando Sangwoo lo alcanzó con un brazo y lo inmovilizó contra el piso. Sus rodillas aún se encontraban flexionadas, por lo que su postura era totalmente inconveniente.

--No... por favor... –Musitó en un débil intento por resistirse

Bum levantó la cabeza y trató de voltear su tembloroso cuerpo, recargándose sobre uno de sus codos, pero Sangwoo enlazó sus dedos a su negro cabello y lo obligó a mantenerse en la manera en la que estaba. Fuerte, rápido, violento. El miedo se apoderó de Bum. Si antes no había podido darle pelea a aquella desquiciada fuerza, ahora menos en el medio de su celo. Sin embargo el deseo fisiológico era imponente. Tanto, que el poderoso cuerpo de Sangwoo sobre el suyo lo hacía perder la cabeza. Antes habían tenido contacto, pero aquellos incontrolables periodos de celo lo hacían todo, hasta el más mínimo roce, mil veces más placentero. Fuese con la punta de un dedo o uno de sus cabellos. En muchas ocasiones había tenido que saltar días enteros de la universidad para quedarse en casa debido a su periodo de celo. Sólo había un tipo de supresores que eran totalmente efectivos para él, y saberlo había sido cosa de prueba y error con muchos otros más.

--Sangwoo, no... --Gimoteó

El otro no parecía escucharlo, no parecía humano. Justo como se veía al asesinar a alguien, Bum tuvo el pavor a flor de piel, pero con la mente nublada no podía hacer mucho y tampoco en plena lucidez habría tenido elección. Sangwoo tomó con sobrehumana fuerza el rostro de Bum con el dedo pulgar y el índice clavándose dolorosamente en sus rojizas mejillas. Un beso agresivo y voraz le siguió a eso, y Bum lo único que acertó a hacer fue tomar a Sangwoo por el antebrazo. El musculoso, masculino antebrazo de aquél que era el objeto de sus pasiones. O más bien, que había sido, objeto de sus pasiones. Antes de que supiera que ese de quien se había enamorado era en realidad sólo una parte. La punta del iceberg de lo que se ocultaba. Específicamente, en el sótano.

Con los ojos cerrados, recibiendo placer casi en contra de su voluntad a raíz que aquel beso en el que sus lenguas se habían tocado en un abrazo íntimo, las feromonas se habían incrementado y ahora de manera directa a través de la saliva. Bum intentó forcejear para zafar su cuerpo del agarre de Sangwoo, pero una vez más, con el torso sobre el suelo y la cabeza mirando en dirección opuesta, era imposible.

Sangwoo lo tomó del cuello y Bum emitió un grito ahogado. Velozmente arrancó de manera literal el largo pedazo de tela que Bum utilizaba en la parte posterior del cuerpo a manera de falda, y abrió sus piernas, colocándose entre ellas.

--¡Sangwoo, detente!... ¡Por favor! –Exclamó el debilitado muchacho. Ambas rodillas escocidas por la fricción con el suelo de madera. El rostro agolpado sobre su costado derecho. Lo único que podía ver con claridad era la palidez de la pared en medio del oscuro pasillo. Un poco más adelante se hallaba el comedor. Miró hacia allá y estiró el brazo, sin ánimos ya de escapar, con el poco razonamiento que pudo recoger entre el caos de su cuerpo. Desesperanzado, sintió cómo una de las manos de Sangwoo oprimía su cabeza contra el suelo y soltó un quejido de dolor. Seguidamente, el palpitar de su espalda baja, de su vientre, de sus genitales.

--Ah... ¡Ahh! –Jadeó.

Su entrada naturalmente se había cubierto de la secreción del celo que lo lubricaba. Al primer contacto del miembro de Sangwoo con su cuerpo, éste se estremeció bruscamente. En ese momento fue en el que Bum se dio por vencido. En ese momento la excitación había podido con él.

El primer impacto fue brutal. Si bien antes Bum se había acostumbrado a masturbarse sólo, la sensación de que algo grande, caliente y de carne entraba en su cuerpo fue indescriptible. Especialmente por el hecho de que era Sangwoo quien lo estaba haciendo. El mismo Sangwoo del que estaba enamorado, el que todos querían, el que siempre estaba rodeado de gente, el que, de haberse hallado en una situación diferente, jamás se habría acercado a Bum por cuenta propia. En ese momento ambos estaban teniendo sexo. Conectados, cuerpo con cuerpo. Sangwoo dentro de él y Bum temblando del placer. Durante esos instantes no le importó nada de lo que hubiera pasado antes. Ni que hubiese intentado matarlo en varias ocasiones, ni que ésos intentos de asesinato se hubiesen transformado en crueles torturas físicas y mentales. Estaba vivo, sintiéndolo en su interior desde su vientre hasta la espina dorsal que se curvaba con cada empujón que Sangwoo realizaba con sus caderas en la pelvis del chico.

--Ah! Sangwoo... No más... --Murmuró entre ávidos gemidos de placer, sin querer decirlo realmente. Probablemente con la poca conciencia realista de lo que ocurría que le restaba.

Intermitente, sin cesar. Sin piedad alguna. Sangwoo levantó a Bum del suelo con ambos brazos y dando un par de pasos hacia atrás, en dirección al cuarto, lo lanzó al colchón. Bum pudo ver con los brazos sobre la cabeza, cómo se despojaba de la camiseta sin mangas, cómo sus pantalones se deslizaban sobre sus piernas y como su erección se mantenía firme ante él. Sin perder más tiempo volvió a dejarse caer con toda su potencia sobre Bum. Éste lo envolvió con sus brazos, con ambas piernas alrededor de su cadera que se adentraba profundamente dentro de él y lo volvía loco. No obstante, la fuerza bruta estaba siempre presente. Cuando Sangwoo tomaba a Bum, sus manos lo aprisionaban como grilletes de concreto y sus miembros dolían por el violento manejo que tenía. Con los dientes mordía su piel, sus manos, su pecho. Cuando por fin parecía que todo terminaría, Sangwoo, como su condición de alfa dictaba, abotonó a Bum con la protuberancia de la base de su pene, y fue entonces cuando el chico supo que debían detenerse.

--¡Sangwoo! ¡No! me voy a embarazar ¡Detente por favor! ¡Te lo suplico! ¡Sangwoo!

Con ambas manos intentó empujar los hombros de Sangwoo hacia atrás, pero era demasiado tarde. Con los ojos cerrados, recibió la descarga dentro de sí, y al mismo tiempo, un gemido se ahogó dentro de su garganta mientras una enorme cantidad de semen se esparcía en su interior. Los alfas tenían esa cualidad, por lo que las probabilidades de reproducirse se elevaban casi al cien por ciento. Bum se dejó caer en el colchón. Sin fuerzas, jadeando. También se había corrido. Su rostro aún sonrojado y su pecho subiendo y bajando rítmicamente como después de haber corrido un maratón. Segundos después, perdió el conocimiento.

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KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora