Capítulo 6

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Los días pasaban lentos, y el tortuoso proceso por el que Bum tendría que vivir apenas empezaba a notarse. Después de las primeras dos semanas comenzaron los repentinos mareos y las nauseas matutinas. Su vientre poco a poco se comenzaba a abultar, y la hipersensibilidad hormonal, sumada a toda la angustia que Bum portaba, no le hacía nada bien. Ya podía levantarse, dar un par de pasos sin las muletas y sin ayuda de la silla de ruedas, pero no tenía nada de útil si ni siquiera le apetecía salir de la cama a veces por días enteros. Aquellos malestares dejaban en segundo plano el miedo que tenía en presencia de Sangwoo, quien, tal vez de manera extraña, no se había comportado agresivo del todo durante todo ese tiempo. Había acercado un balde a la cama para que Bum pudiera vomitar si lo creía necesario en medio de la noche sin tener que levantarse al baño, y tal vez porque no tenía otra opción, le llevaba el almuerzo a la recámara al menos dos veces al día.

Cierto día Bum despertó en plena madrugada con la garganta seca. Sangwoo aún estaba acostado a su lado, dándole la espalda. Había silencio. Mucho silencio. Bum observó el relieve de su abdomen que se levantaba un poco bajo las cobijas. Su mirada era triste. En sus pensamientos cada vez eran más frecuentes la preguntas "¿Qué voy a hacer? ¿Qué debería hacer?" Mientras observaba cómo su embarazo avanzaba inexorable. Se le habían presentado ya algunas oportunidades para escapar, pero tenía miedo. Miedo al fracaso, a lo que podría pasar con él si lo intentaba y Sangwoo lo descubría. Especialmente en un estado tan inconveniente. Además, ahora esto ya no se trataba sólo de él. Posó una mano sobre su vientre, con angustia latente.

Con cuidado de no hacer ruido y de no mover demasiado el colchón, se levantó, apoyándose en el balde vacío que había junto a su cabecera. Sus piernas aún temblaban, estaban débiles. Se ayudó a caminar por el pasillo con ambos brazos sobre la pared. Sentía cómo algo de sudor de su espalda se evaporaba con el aire. Desde que se había embarazado, siempre sudaba en las noches. Su temperatura corporal estaba hecha un lío. Pero aquella sensación le agradó. Se sintió refrescado.

Se acercó al fregadero y se sirvió agua en un vaso de la alacena que a duras penas alcanzaba. Una vez terminó, se sentó un momento a la mesa. Intentando relajarse. Poner en orden sus pensamientos, aunque parecía imposible. Tomó su cabeza con ambas manos se recostó sobre sus brazos. La sensación del nuevo volumen de su vientre le parecía extraña. Si en sus fantasías muchas veces había deseado estar embarazado, ahora era diferente. Jamás lo había considerado como algo que realmente pasaría en toda su vida. Se imaginaba a los cuarenta años, solo, como siempre había sido. Perdiendo su fertilidad de omega sin si quiera haberla utilizado una vez. Y eso era un golpe desconcertador. Dio un largo suspiro. En poco tiempo no podría mirar sus propios pies. En algo más, ni siquiera podría agacharse.

"El bebé de Sangwoo..." Pensó, acariciando su barriga "Y... mío..." Ese último pensamiento le supo increíble. Irreal.

Se levantó para regresar a la habitación, aunque, de no encontrarse en la situación en la que estaba, podría haber intentado salir por la puerta. Si es que no estaba cerrada con llave, como siempre Sangwoo tenía la costumbre de hacer. Cuando se dispuso a tomar el vaso para ponerlo en el fregadero, la oscuridad hizo de las suyas y accidentalmente lo empujó con el dorso de la mano, haciendo que se impactara contra el suelo y se rompiera. El ruido lo hizo saltar del susto. De inmediato, esperando con todas sus fuerzas que Sangwoo siguiera dormido, se inclinó sobre sus rodillas para recoger los pedazos, y los acumuló en su playera para tirarlos a la basura, pero un trozo le picó la palma de la mano y no pudo evitar quejarse un poco. Una presencia inconfundible se acercó hacia él. Bum se arrinconó al mueble de la cocina y miró a Sangwoo, que se comenzaba a inclinar hacia él.

--Ah, ¡Lo siento! Lo recogeré

Cuando estuvo más cerca, cerró los ojos, esperando un golpe, y cubrió su Vientre por instinto. Pero nada pasó. Sintió cómo tomaba su mano y la examinaba.

KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora