Capítulo 3

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A la mañana siguiente, un dolor punzante en la pierna izquierda despertó a Bum. Con un sobresalto abrió los ojos y miró hacia atrás, pues se hallaba en posición fetal en dirección a la pared de la recámara. Sangwoo se encontraba ahí, sentado en flor de loto con una mano sobre la jeringa enterrada sobre su muslo. El supresor.

--¿Lo hiciste a propósito? –Preguntó. Su voz era fría, severa. Hacía eco en la cabeza de Bum.

Tomó al chico del rostro con despiadada fuerza.

--Contesta

Y lo miró a los ojos, mientras los suyos no reflejaban un solo rayo de luz. Inertes, profundos y secos, como siempre. Bum sentía el peligro en el que se hallaba.

--Yo...no...

--¿No qué? –aumentó la presión de su mano. Bum tuvo que cerrar un párpado para proteger su ojo.

--Tomé las pastillas, pero no hicieron efecto...

Sangwoo ladeó los ojos y miró hacia la mano que aún sostenía la jeringa clavada. La sacó, ya sin la medicina.

--¿Por qué no habrían de hacer efecto? –Soltó un momento su rostro, pero de inmediato lo tomó por el cuello y comenzó a apretar--¿No querías esto? Tú, jodido acosador, ¿No te cercaste en primer lugar porque querías que pasara? ¡Pequeña mierda loca! ¡Por supuesto que tenías que ser un Omega! ¡Un perdedor como todos ustedes!

Bum comenzó a toser. Un hilo de saliva se deslizó por su mentón y llegó a la mano de Sangwoo, que cada vez aplicaba más fuerza. Un sabor acre le llegó al paladar. Se sentía desfallecer.

--Déjame...¡Explicar..! te...! –Aquello lo dijo entre espantosas carrasperas mientras la sensibilidad de su tráquea aplastándose causaba que sus ojos comenzaran a lagrimear.

Sangwoo no contestó, y asestó una serie de dolorosos puñetazos al rostro de Bum con una sola mano. Duró un par de momentos más estrangulándolo, mientras éste intentaba inútilmente de quitar el brazo de Sangwoo de su garganta, pero en un momento dado, se detuvo. Bum comenzó a toser nuevamente, hacia el suelo, sosteniéndose con un brazo en el colchón y otro en su cuello, que tenía las marcas rojas de la mano del otro. Recuperando el aliento que había perdido.

Sangwoo se puso de pie y tomó a bum del cabello, como si fuese no algo más que un costal de harina.

-¡AAhhg! –exclamó Bum.

Y fue arrastrado desde el colchón de la cama hasta el interior del sótano. Ese lugar que era ya bien conocido. Todo su cuerpo sufrió contusiones sobre las escaleras. Su nariz recibió directamente la esquina de uno de los tablones de éstas y como el botón de una camelia en primavera, floreció la sangre a borbotones. Sus labios se partieron, la fricción le quemó la espalda y sentía como si su cuero cabelludo se hubiese desprendido si Sangwoo no lo hubiera soltado en el momento en el que lo hizo. En el frío concreto del suelo junto a la cañería que subía como tronco hacia el piso superior, donde aún se hallaba la cinta de aislar que había utilizado para matar a aquél desafortunado hombre de lentes. Uno de sus oídos emitió un zumbido agudo. Sangwoo lo botó ahí, sin nada que cubriese la parte inferior de su cuerpo, y comenzó a caminar de regreso.

--Sang..woo... --Musitó Bum con el hilo de voz más débil que había hecho hasta ese día. Éste se detuvo, aún de espaldas—Las pastillas... No todas funcionan en mí... A veces fallan...

Sangwoo no respondió. Volteó el rostro a un lado. El ojo que quedaba visible de perfil miraba fijamente a Bum. Con el rostro ensombrecido, las pupilas contraídas a un único punto negro nadando en el iris. Aterrador.

--Un jodido Omega defectuoso...

Y seguido de eso, salió, cerrando la compuerta tras de sí.

Bum cayó desplomado contra la pared. Suspirando, llorando en silencio con el ceño fruncido. Desde su interior y atravesando sus glúteos, una corriente de semen se colaba entre sus piernas y creaba un espeso charco junto a él.

No hubo señales de Sangwoo. Bum, después de pasar bastante tiempo acostado en el mismo lugar en el que lo había dejado, aún no recuperaba sus fuerzas, pero se las había arreglado para arrastrarse con mucho dolor hasta una esquina del sótano, en donde había una especie de lona plástica enrollada con cintas junto a las herramientas de Sangwoo. Probablemente una de esas que se utilizaban para hacer picnics. No obstante, cuando estaba a punto de tomarla para cubrirse, dudó, y prefirió quedarse como estaba. La experiencia le decía que tuviera miedo, y el miedo le hacía tomar precaución. Se encogió en posición fetal y esperó.

No supo cuándo se había quedado dormido. Habían sido horas, de eso estaba seguro, pero no sabía si ya era el otro día, o si era de noche. El primer pensamiento que le vino a la mente fue sobre la horrorosa posibilidad de estar embarazado. Se ayudó con un brazo para levantarse lentamente, con la nariz chorreando de sangre coagulada, y la otra mano la apoyó sobre su vientre. "No puede pasar... No debe pasar..." Pensaba "Si estoy embarazado... No. No deberá de nacer. No puedo dejar que nazca..." Pero la pronta realización de que, en ese caso, Sangwoo seguramente lo mataría antes de dejar que el embarazo continuara, en parte lo alivió, y en parte lo horrorizó. Si estaba, efectivamente, preñado, esconderlo de él sería inútil. Sólo podía esperar con todas sus fuerzas que aquello no fuese a suceder. Cerró los ojos y encajó la punta de sus dedos en su abdomen. "¿Por qué nací siendo Omega?" Se lamentó y lágrimas de impotencia corrían por sus lesionadas mejillas "¿Por qué?..."

En algún punto de sus fantasías, cuando aún no tomaba la fatídica decisión de colarse en la casa de Sangwoo, el ser Omega había sido un rayo de esperanza para él. Siempre supo que Sangwoo era Alfa. Soñaba en que, para ambos, no habría sido imposible formar una familia. Incontables veces había fantaseado con estar embarazado con sus niños, y por supuesto, también sobre estar casados, cuidar a sus bebés. Dejar dormir en su cama, junto a ambos, al pequeño que había tenido una pesadilla. Pero eso se encontraba en el pasado. Ahora, un escenario así sería imposible y un embarazo, su peor pesadilla.

Bum se hallaba en medio de aquellas cavilaciones cuando Sangwoo entró al sótano. Vestido como si hubiera salido a un coctel nocturno. Con el cabello sin peinar, pero con el traje a punto. Podía ser un enfermo mental, pero siempre había vestido bien.

--Bum –Dijo. El chico lo miró acongojado.

Sangwoo se puso en cuclillas delante de él, y lo miró como siempre hacía. Extrajo del bolsillo de su saco negro una píldora azul y roja y la sostuvo con el índice y el pulgar frente a su cara.

--¿Quieres esto? –Inquirió.

--Ah...

--Es para que no puedas tener hijos, Bum –Siguió-- ¿La quieres?

Sus ojos se abrieron esperanzados.

--¡Sí! Por favor... –Contestó, y estiró el brazo, casi seguro de que la podría tomar.

Sangwoo la alejó.

--Estuve pensando, YoonBum...

El alivio de su rostro se esfumó a la velocidad de la luz. Sintió un apretón en el pecho.

--¿Por... --Bum vaciló—Tú... tú dijiste que sería problemático...

Con aquellas palabras, Bum se arriesgaba el pellejo, o al menos, a otra golpiza. Necesitaba convencerlo para que se la diera. ¿Por qué ahora parecía haber cambiado de opinión? él mismo había comprado los inhibidores para evadir su celo. Entonces, ¿Por qué?...

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KILLING STALKING OMEGAVERSE FICTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora