41-¿Dónde estoy?

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Extendió sus enormes alas plateadas y las encorvó para regresarlas como escudo, haciendo que un viento fuerte nos arrojara a Zem y a mí contra un árbol. Intente ponerme de pie pero alguien estaba detrás de mí, sentí el frio metal atravesar mi costado, me deje caer nuevamente en el suelo, entre seis personas sujetaban a Zem, otros más me sujetaron y vendaron los ojos, intente gritar, pero fue inútil, algo paso que me hizo perder la conciencia.

Abrí lentamente los ojos, sentía mi cuerpo pesado y un dolor de cabeza comenzaba a llegar, hacía mucho frio, estaba oscuro, tenía las manos atadas en la espalda, también los pies pero algo metálico cubría el pie derecho. Me senté como pude, note el dolor de los golpes y cansancio de mi cuerpo.

— ¿Zem?

No recibí respuesta, eso aumento el miedo que sentía, intente hacer fuego en mis manos para retirar la soga, pero no pude, ni fuego, nada de hielo, sin rastros de agua ni un poco de aire.

La herida no había dejado de sangrar, dolía bastante y lo que sea que ataba mis manos en la espalda, era demasiado ajustado.

Me intenté poner de pie, pero perdí el equilibrio y termine golpeándome en el suelo.

La puerta se abrió y un sujeto pálido, de ojos completamente negros y pelirrojo.

— La comida, princesa.

Arrojó unos trozos de lo que supuse, era pan.

— ¿Cómo se supone que lo coma si estoy atada? —su sonrisa fue prepotente.

— Ése, no es mi problema.

Me quedé nuevamente sola, en el frío lugar, me negué a comer, pero tras lo que parecían varias horas, mi estómago gruñó. Como pude llegué al pedazo de pan, intente agarrarlo con la boca, pero una especie de duende o hada, de no más de diez centímetros apareció corriendo con sus inusuales pies, demasiado largos para su estatura, de color naranja fosforescente y ojos negros saltones. El muy grosero, tomó los dos trozos de pan y se los comió en dos grandes bocados.

Soltó una risita bastante aguda, sonrió mostrando las dos hileras de pequeños dientes puntiagudos. Desapareció entre las sombras.

Bien, entonces solamente no tengo que pensar en comida, como aquel pastel de piña con nueces que solían hornear para Navidad. Mucho menos en la deliciosa sopa de lentejas o en la pasta fría con verduras y tiras de pollo asado.

Esto no está funcionando.

Intenté dormir la mayor parte del tiempo. Pasaron tres días, justamente ayer logré ganarle al mini demonio, así que pude comer un trozo de pan.

Nuevamente abrieron la puerta, era extraño ya que no es la hora usual de comida, pero yo que sabía, ni siquiera podía saber si era de noche o de día.

— El jefe tiene razón, serán menos molestos juntos.

Dos sujetos entraron y arrojaron a Zem al fondo del lugar, parecía bastante golpeado y cansado.

— Sigue siendo difícil comer.

— ¿La pobre princesita no puede comer?

— Soy menos peligrosa que él, solamente quiero poder alimentarme.

— Vamos a hacer esto, liberaré solamente una mano de cada uno.

Así fue, libero nuestras manos izquierdas, en cuánto cerró la puerta me preocupe, Zem no había dicho palabra alguna. Me acerqué a él con dificultad y finalmente me di cuenta de que estaba inconsciente, totalmente golpeado del rostro, retire un poco su playera solamente para encontrar su torso adornado con varios cardenales que seguramente tardarían en desaparecer, en su pierna izquierda pude ver una gran herida que aún sangraba.

Tome su cabeza con cuidado y la recargue en mi pierna, comencé a acariciar su cabello, ahora entendía, de alguna extraña manera, el sentimiento que Ahiry tenía por Meikel; si Zem me hubiese mentido y usado en la forma que Meikel lo hizo, definitivamente estaría completamente destrozada. Pero aun así, no la teníamos tan fácil, seguíamos sin saber lo que ocurriría al final de la historia. Si existiera una forma de conocer lo que realmente pasó entre Kaurus y Argrem, además de la situación entre Zem y yo, sería más que un milagro.

Zem comenzó a abrir los ojos, cuando se adaptó a la luz, se sobresaltó incorporándose, pero el dolor lo hizo regresar.

— ¿Estas bien?

— Creo que no, perdí la memoria o estoy alucinando.

— ¿Qué?

— Lo último que supe fue que estaba solo en un cuarto apestoso, no que estaba frente a la princesa más linda del cosmos. —No pude evitar sonreír, seguí acariciando su cabello, él parecía adaptarse al dolor.

— ¿Duele mucho?

— Un poco, es soportable. ¿Te encuentras bien?

— Si.

Esa fue una pregunta peligrosa, me estaba intentando mantener fuerte, Zem suspiro, se incorporó abrazándome con su brazo libre y hundiendo mi rostro en su pecho.

— Sé que no estás bien, no tienes que hacerte la fuerte frente a mí. Sé que eres fuerte.

Sus palabras fueron suficientes, mi barrera imaginaria se desmorono, las lágrimas comenzaron a salir, sujete con fuerza su playera mientras él acariciaba mi cabello. Había sentido mucho miedo, más del que jamás pensé sentir, me dolían los golpes y heridas, moría de hambre y frio, quería salir en ese momento y me apanicaba pensar en no poder salir nuevamente.

Mis sollozos invadieron la habitación, Zem no dijo nada, solamente acariciaba mi cabello, entonces, otro sentimiento de miedo surgió de mi ¿Y si no estaba destinada a escuchar esos latidos tan acompasados? ¿Y si estaba destinada a Meikel o Anthony?

— Estarás bien, estoy contigo, daré mi vida para protegerte. Tranquila.

— Solamente dime que estarás con migo por mucho, mucho tiempo. —Me aparto, limpiando las lágrimas de mi rostro, su sonrisa era cálida.

— Vivo y muerto, estaré contigo por la eternidad, mi corazón te pertenece y mi alma también.

La puerta se abrió y el sujeto simplemente lanzo los dos trozos de pan duro, por fin pude comer decentemente, Zem se burló de mi cuando le conté mi historia con el pequeño demonio que resultó ser un kyte, una especie de duendecillo. Finalmente nos quedamos dormidos, fue una noche menos solitaria y escalofriante.

***

 Puedo oler el final :O ¡que emoción! 

Por favor sigan compartiendo con sus amistades y dejando lindoscomentarios que me motivan a seguir escribiendo. 

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3-La historia que no fue contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora