Desperté tan tarde que el sol ya estaba en lo alto cuando abrí mis cansados párpados. A pesar de la hora, me quedé recostada en la cama, viendo la vida pasar y sin pensar en eso a lo que había accedido.
Nos quedamos en la azotea un rato más, sentados en absoluto silencio. Luego, acordamos vernos hasta el día siguiente porque Alex quería planear algo lindo, así como pasar por ropa limpia al hotel donde se hospedaba, por lo que me dejó en la puerta de mi habitación y se despidió con un beso en la mejilla.
Una sonrisa ancha se dibujó en mi rostro al recordarlo caminando hacia el elevador, todavía con mi suéter puesto. No obstante, no pasó mucho para que esa sonrisa desapareciera.
Apenas vi el nombre en la pantalla cuando mi celular sonó, un nudo me estrujó cada intestino de una forma más que desagradable. Ni siquiera entendía por qué la culpa me carcomía si no había hecho nada malo y no tenía ni la mínima intención de hacerlo, pero ahí estaba, aguda y ansiosa. Supuse que era, más que cualquier otra cosa, el hecho de ocultarle algo a Graham cuando llevábamos años de transparente honestidad; nunca le había guardado secretos, excepto el de la existencia de Alex y eso había sido por mis planes de averiguar la verdad, no porque no quisiera que lo supiese.
Dudé en contestar. Quizá, si no lo hacía, desistiría y llamaría por la tarde.
No, me dije a mí misma. Si tenía el valor suficiente para pasar unos días a solas con Alex, siendo consciente del riesgo que eso suponía, también debía tener las agallas para afrontar las consecuencias incluso si éstas aún no llegaban.
Respiré profundo y acepté la llamada.
—¡Hola, Grahms! —dije efusiva, pegándome el teléfono a la oreja.
—Hola, cariño —respondió tranquilo. Luego, tras unos segundos, cuestionó—: ¿Estás bien?
Me conocía a la perfección, por lo que podría identificar cualquier actitud extraña inclusive por teléfono.
—Sí, es solo que..., bueno, me alegra escucharte. ¿Tú cómo estás? ¿Alguna novedad?
Graham rio. Algunos cláxones se escuchaban en la lejanía, por lo que supuse que iba hacia el trabajo, o recién regresaba.
—No, ninguna. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien.
Vi la pantalla del teléfono y me di cuenta de que tenía varios mensajes sin leer.
—Sí, yo... —improvisé, regresando el aparato a donde estaba—: Salí con unos amigos y olvidé por completo el celular. Regresé tarde al hotel y no tiene mucho de que desperté, así que... —Suspiré, cansada de buscar pretextos—. Siento si te preocupé.
—No pasa nada, cariño, al menos suena a que te divertiste.
Ciertamente no habría utilizado la palabra diversión para todo lo que sentí durante la velada, pero no iba a entrar en detalles.
—Sí, así fue.
Tras un lapso un tanto incómodo de silencio, Graham carraspeó y continuó:
—Entonces supongo que tampoco has leído las noticias de Valerie.
—¿Qué noticias? —contesté con verdadero interés.
—Ayer me la encontré en el lugar de comida china al que solíamos ir, ¿recuerdas? Me dijo que tiene un par de semanas de vacaciones y que había quedado contigo de pasarlas en Escocia.
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Doppelgänger
Paranormal¿Sabías que en algún lugar del mundo hay alguien idéntico a ti? ¿Sabías que si lo encuentras podrían pasar cosas terribles? O, peor aún, ¿Que si él te encuentra a ti, podrías morir? No, de seguro no lo sabías. La vida de Merybeth McNeil cambia cuand...