Capítulo 08

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El lugar era amplio y tenía buen ambiente. No estaba tan lleno, quizá porque era un día entre semana o porque en Londres la gente no solía desvelarse hasta altas horas de la noche, en especial si al día siguiente se debía volver al trabajo.

Alex señaló una mesa al fondo del pub, en la que tres chicos ruidosos reían a carcajadas. Poco antes de llegar, una mujer corrió hacia nosotros desde la barra y abrazó a Alexandre con fuerza, se separó de él y lo miró directo a los ojos, aunque sin dejar de tocarlo.

Debo admitir que era muy bonita. Era más alta que yo, blanca como la leche, y el cabello de un rubio que casi parecía blanco. Sus ojos grises estaban enmarcados por unas pestañas que parecían sacadas de un comercial de maquillaje.

—¡Qué alegría verte, Alex! —dijo con voz cantarina y un acento que no supe identificar.

—¡Sigrid! Sigues igual de bella. ¿Qué tal el norte? ¿Cómo estuvo la boda de tu hermano?

—Increíble. Muy tradicional como mamá sugirió e Igor muy contento.

—Pensé que tardarías más en alcanzarnos. O que tu hermano saldría huyendo.

La tal Sigrid lo tomó del brazo y ambos caminaron hacia la mesa de sus amigos, mientras ella lo ponía al tanto de lo que sea que estuvieran hablando.

Yo me quedé parada sin saber qué hacer. Desde que la princesa nórdica hizo acto de presencia, Alex le prestó toda su atención. Me debatí entre dar la vuelta e irme sin decir adiós, o ir hasta donde estaban, quedarme cinco minutos y luego decir que me sentía mal.

Mi plan de fuga fracasó en el momento en que Alex me hizo señas para que los alcanzara.

—¡Hey, chicos! Silencio, por favor —dijo, llamando la atención de las cuatro personas en la mesa—: Les presento a mi amiga Merybeth. —Extendió sus manos, mostrándome cual edecán en la exhibición de algún objeto—. Digan hola.

—¡Hola! —gritó un chico regordete de cara amable. Los otros dos solo sonrieron y la rubia me miró con atento escrutinio.

El chico efusivo se paró con torpeza y me dio en beso en cada mejilla. Luego se fue rápido, como si alguien lo hubiese llamado al otro lado del recinto, mientras todos lo mirábamos alejarse y perderse detrás de un grupo de chicas que iba llegando.

Alex carraspeó para llamar mi atención.

—Ellos son Robert —anunció, señalando a un tipo alto de piel oscura, ojos marrones y sonrisa ancha. Le tendí la mano y la estrechó con fuerza—. Él es Lucas. —Un chico delgado, de cabello y ojos castaños, que me hizo chocar puños—. Esta noruega de belleza singular es Sigrid, y el que se acaba de ir es Tom John, pero prefiere que lo llamen TJ. Lo sé, no es muy original. No le hagas mucho caso, ya está ebrio y eso que apenas comenzó la fiesta.

Robert quitó un par de chaquetas de una silla para que me pudiera sentar y en ese momento regresó TJ con una jarra de cerveza en cada brazo.

—¡Ya llegó el alma de la fiesta! —gritó contento. Dejó las jarras sobre la mesa y señaló unos vasos desechables al lado de un gran plato de botanas—: Sírvete cuanto quieras, Mely.

—Es Merybeth —corrigió Alex—: Con erre.

Sigrid, al sentir que perdía la atención, apretó con suavidad el antebrazo de Alex y le preguntó algo en voz baja. Él asintió con una sonrisa y luego los dos se enfrascaron en una conversación privada.

—¿De dónde eres, Merybeth-con-erre? —me preguntó TJ, sirviendo cerveza en un vaso que me ofreció. Robert y Lucas estaban más atentos a nuestra conversación que a la de los otros dos—. No te ves de por aquí ni de por allá.

DoppelgängerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora