Cuatro.

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***

...Pronunció esa dulce voz que tanto se le era conocida, Elsa...

___Capítulo cuatro; Una noche rutinaria___

El joven albino tomó sus llaves entre la cerradura y giró del pomo con delicadeza, otro cansado día de trabajo había terminado. Entró cerrando la puerta tras el, era una completa lástima que no hubiera nadie del que supiera que estaría esperándole en casa, o alguien que se emocionara por su llegada. Se tiró en su sofá con las luces a medio encender, jaló de su corbata perfectamente bien acomodada y la deshizo por completo.

Un suspiro cansado brotó desde el fondo de su garganta. Tomó el control remoto en sus manos y buscó en el televisor algo para ver, dandole así vueltas y vueltas a la cartelera sin nada que le llamase la atención.

Cenó solitario, como cada noche, mirando al vacío mientras escuchaba las noticias desde su televisor. Su típica rutina.

Miró sus redes sociales, se dió un baño de burbujas, jugó solitario, y aún así aún era la 9;40. Esto era lo que tanto temía, terminar solo, pudriéndose en la rutina marcada en su vida cotidiana. Temía no tener un destino bien escrito, temía el no tener una historia que contar. ¿Acaso había algo más cruel que la soledad misma?

—¡Hey, Bro'!—Musitó la rubia desde el otro lado de la pantalla—¿Estas ocupado?

—Nop.

—Eso demuestra lo contrario—Murmuró señalando detrás de el, logrando mostrarle el sostén que parecía estar oculto entre los cojines de su sofá.

—¿Que? Yo no sé cómo llegó esto aquí —Habló, cejudo.

—Esa es una prueba incriminatoria, mi amigo.

–No es lo que parece—Bufó—¿Que quieres, Elsa?

–Solo llamé para alegrarte la noche—Bromeó la rubia, divertida.

—Bueno, pues, tengo una linda noche solitaria.

—Es lo que veo—Bromeó.

—Vi la tv, cené una rica comida, jugué cartas, me di un buen baño, y ahora estaba a punto de dormir, alegremente de no tener a una extraña a mi lado que se abrace de mi torso mientras no deja dormir con sus ronquidos...

—Hmmjum, suenas muy triste—Desmintió la joven.

—Si, bueno, lo estoy—Suspiró.

—¿Sabes que?—Intervino la rubia, animada—¡Voy a encontrarte a la chica perfecta!

—Oh, no, no, no. No.

—¡Ey! Soy tu mejor amiga, ¿Quien mejor que yo para encontrarte a una chica?

—Cualquiera—Gruñó—¿Recuerdas a Rapunzel? Era casada y tenía dos hijos, ¿Quien más mala en esto que tu?

—¡Jack! Solo fue un pequeño error, ¿Sabes que? ¡Te mostraré cómo puedo ser la mejor casamentera de lo que te puedas imaginar!

—Tu alegato es convincente y, como siempre, desconcertante.

—¡Créeme! Con los años conocí a muchas tipas geniales, que si no fuera una heterosexual soltera empedernida, hubiera atrapado a algunas de ellas. Yo pierdo, tú ganas. ¡Te encontraré esposa, mi amigo!—Exclamó emocionada— Prepárate, porque iremos de cacería.

–¡Me prepararé para el impacto, entonces!—Rió.

—Adiós, amigo.

El joven, sonrió ilusionado y se acomodó entre las sábanas. Podría encontrar al amor de su vida mañana, ¿No? ¿Por que no estar preparado?

Continuará....

Un Plan A Largo Plazo [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora