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Elsa salió de la ducha, se afrontó a su realidad y se acercó hasta quedar frente al espejo. La rubia pasó su pequeña mano por su vientre plano mientras se miraba atentamente y se desvaneció aún más.

¿Cómo demonios iba a decírselo a Jack?

Gotas saladas salieron de sus ojos sin previo aviso. Era una completa mierda.

Elsa mojó su rostro con ambas manos en el intento de desaparecer cualquier rastro de lágrimas que la delatara, sonrió ampliamente y salió de su baño.

- Buenos días, mi amor -musitó el albino alegremente mientras besaba la cabeza aún húmeda de la menor- hice tu desayuno favorito.

Dios, ese peso de nuevo: El peso del mundo sobre ella, sobre sus delicados hombros, ese peso que le oprimía el corazón, ¿cuándo podría parar?

- Gracias -susurró Elsa secamente, intentando evadir a toda costa la mirada azulada de su esposo.

El albino la miró cabizbajo, desde hace días había estado así; Distante, sin remedio, imposible, calladamente.

Jack temió lo peor, ¿era culpa suya? Quizá se había aburrido de él, quizás él no era para ella como se encargaban de creer... Quizás..

- ¿Hoy tienes trabajo? -dijo Jack mientras la miraba tímidamente comer de sus panqueques.

Por otro lado, Elsa miraba fijamente su plato de comida y se disponía a llevarla a su boca como si estuviera intentando comerse sus problemas.

Estaba tan ausente, y Jack desfallecía por ello.

Todo eso que le molestaba, que tanto le distinguía del resto se convirtió en lo que todos tenían.

No supo en qué momento pasó. Pero lo hizo.

Todo eso que a Jack le hacía decir; ¡Oh, rayos! ¡La tercera es la vencida, ya lo verás! Se convirtió en algo de lo que le molestaba. Elsa ya no se fijaba en las pequeñas cosas, esas pequeñas cosas ya no hacían la diferencia.

Elsa ha descuidado sus pequeñas cosas, sus pequeños detalles, sus pequeñas flores y sus pequeñas ojeras.

Él lo sabía, había cambiado en tan poco tiempo. ¿Cómo podía aceptarlo sin perder el control?

Elsa no estaba presente jamás, ¿Cuantos días habían pasado desde entonces? ¿Seis? ¿Diez? Once o catorce, tal vez.

La hermosa rubia con la que se había casado no estaba más, había desaparecido y..., lo único que era cierto, es que él también deseaba desaparecer.

- No, realmente -Elsa miró de reojo al muchacho y suspiró suavemente con pesadez, cortando sus panqueques con su tenedor. El albino no se percató de esto al estar lo demasiado ocupado mirando su taza de café- Saldré con unos amigos de el trabajo hoy que es nuestro día de descanso.

Elsa sorbió de su jugo de naranja.

Jack parpadeó, y levantó la vista hasta la chica al otro extremo de la desayunadora. Frunció el entrecejo.

Supo entonces que algo andaba mal entre los dos, mucho peor de lo que había imaginado. Elsa nunca salía con alguien que no fuera Jack cuando su día de descanso caía entre semana, prefería esperarle a que llegase por la tarde y quedarse a ver películas todo el día juntitos con una manta cubriéndolos, saliendo a cenar a un gran restaurante o yendo juntos a una fiesta. La boca de Jack se abrió y volvió a cerrarse en más de una ocasión, entonces paró. Debía calmarse, quizás Elsa quería un tiempo para ella. Desde la boda habían estado tan juntos que nadie podría separarles ni con una espátula, y era lo más probable que ella requiriera de su espacio, en su ambiente y con sus propios amigos.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2018 ⏰

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