• Treinta | Ruggarol •

cinco

                             Carolina
—¿Sós tarada?..sabés que las personas tienen sentimientos.— Estabamos regresando de la comisaría, hablando de lo que nos habia pasado.

—Sí lo se.— Dijo cruzandóse de brazos. —Pero ese tipo era muy raro, creo que lo conozco..tengo el presentimiento de que lo conozco.—

—Valentina, calláte mejor.— Dije seria.

—¡Pero es verdad! ¡Le ví cara de Ruggero!.— Mis ojos se abrieron de repente, ella me confundía. Estoy segura que el está muerto

—No puede ser Valen, no te creo.—

—¡Yo lo ví! ¡Te lo juro!.— Miré a Valu seria y ella me fulminó

Peleabamos por el chico raro que habiamos visto, no sabíamos quien era pero a mí ni me importaba.

—Pero bueno, ¡ya! Cambiemos de tema y punto.— Levanté mis brazos enojada y ella se asustó

—Okey, okey perdón..— Dijo sarcasticamente ella.

                             Agustín
Me estaba despidiendo de cada uno de mis amigos de celda, la verdad es que los iba a extrañar. Me habían apoyado siempre y fueron buena compañía para mí.
Salía por la puerta y volteé a verlos a todos por ultima vez, ellos estaban como la primera vez que entré aquí..se cerró la puerta y tuve que empezar a caminar hacia la salida.

—Muchas gracias.— Le dije educadamente al polícia y corrí como loco a buscar un taxi
Con mi brazo, hice una seña con mi brazo para que se detuviera y me subí.

—Al barrio Caballito.— Dije acomodandóme en el asiento.

—Esta bien joven.— El hombre arrancó y el auto comenzar a circular por la calle.—Se nota que está entusiasmado.—

—Sí.— Dije en un tono alegre. —Hoy salí de la injusticia de mí papá.—

—Si no es molestia..— Carraspeó el hombre. —¿Que le hizo su padre?.—

—Me metió preso.— Bajó su cabeza. —Por alguna razón que no sé, y hoy iré a la casa de mi hermana a vivir con ella hasta que tenga un departamento.—

—Lo lamento señor.— Dijo el hombre. —Me alegro demasiado por usted, su hermana debe de estar muy alegre de que vuelva a su casa.—

—Sí..yo tambien lo estoy.— Respondí jugando con mis dedos. —Ella es muy importante para mí.—