Capítulo 1.

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Louis entró a la biblioteca como cada uno de los días desde que había entrado a esa preparatoria que tanto había deseado, unos meses atrás. Se encontraba perdido en los títulos de las obras que se encontraban en aquel lugar hasta que uno en particular logró llamar su atención, ¿Cuál era su problema? Su ubicación. Soltó un suspiro y empezó a intentar alcanzar ese libro que estaba en un lugar muy alto, llevaba varios intentos fallidos pero él realmente lo quería así que no se rindió hasta que se tambaleó a punto de caer. Cerró los ojos esperando que su espalda tocara el suelo, pero no fue así, el cuerpo de alguien a sus espaldas lo detuvo.


- Lo sien… - se volteó enseguida para disculparse con aquella persona con la que había chocado pero no pudo continuar al toparse con unos hermosos ojos verdes que lo miraban atentamente.


Se perdió en aquella mirada profunda por algo que a él le pareció una eternidad hasta que el chico aquel, más alto que él, dirigió la mirada al libro que Louis había estado intentando alcanzar antes de chocar, lo tomó con facilidad y sin más se lo extendió para después alejarse del chico sin decir nada.

Louis dudoso caminó hasta una mesa, abrió aquel libro que ese chico le había proporcionado e intentó concentrarse, pero no pudo, esos ojos tan hermosos no salían de su mente, habían provocado que su corazón latiera con fuerza y que su boca se quedara completamente muda ante su presencia. Se había perdido y desafortunadamente no quería encontrar el camino de regreso a donde se encontraba antes de mirar esos bellos ojos pero el timbre que anunciaba el fin del descanso lo saco de todo aquello. 

Se levantó como si eso le costara la vida y caminó depositando el libro en una mesa que tenía arriba un letrero que decía “deposite los libros que utilizó aquí” no sin antes escribir su nombre en la ficha de papel que se encontraba en la parte de atrás de aquel libro. Salió del lugar y sus ojos vagaron por los pasillos intentando toparse con esa mirada o con ese cabello rizado tan peculiar que le pertenecían aquel chico que había alterado todo su sistema, pero no tuvo éxito, así que sin más corrió hasta su clase debido a que se le hacía tarde.

Entró a su aula un poco agitado y se dirigió a su lugar acostumbrado, a un lado de la ventana dejando que sus pensamientos volaran minutos atrás pero nuevamente se vio interrumpido sintiéndose frustrado.


- ¿La biblioteca cuenta algo nuevo? – preguntó la voz de su amigo Zayn completamente divertido a lo que se ganó una mirada desaprobatoria de Louis.
- Déjalo en paz – dijo Liam sentándose frente a sus dos amigos que se encontraban uno al lado del otro – a él le gusta ir a la biblioteca en su tiempo libre, le gusta leer, no tienes por qué molestarlo.
- Prefiere leer que comer – dijo Zayn en un tono exagerado – toma la hora del descanso para ir allá.
- Dejen de hablar de mí como si no estuviera presente – dijo Louis en un tono un tanto molesto.
- Es sólo que los libros no te alimentan hermano – dijo Zayn dejándose caer en la silla de una forma no muy propia pasando sus dos brazos debajo de su cabeza.


Hablaron un momento más sobre lo tosco que era Zayn al decir las cosas y es que así eran sus amigos, esos dos chicos con los que había conectado desde la primera conversación que habían tenido, esa era la razón por la que en tan pocos meses se habían vuelto los mejores.


- Señor Malik – los interrumpió la voz de la maestra que acababa de entrar al aula – siéntese como la gente.


Liam y Louis soltaron una pequeña risita al ver el fastidio de su amigo al tener que acomodarse en su asiento… ese era un día normal de Louis, pero había algo diferente, algo que simplemente lo había logrado hacer completamente especial.

Las clases no le resultaron cansadas, al final estaba acompañado de sus amigos que lo hacían reír de vez en cuando si los profesores se distraían. Sabía que si ellos no estuvieran a su lado estaría perdido porque sin dudas se dormiría en clase. Cuando estas dieron fin se levantó sin muchos ánimos y empezó a guardar sus cosas.


- ¿Qué harán ahora? – preguntó Liam curioso mientras cerraba su mochila y empezaba a caminar a la salida seguido por los otros dos.
- Yo llegaré a dormir – dijo Zayn despreocupado.
- ¿Y tú Lou? 
- No se lo preguntes – dijo Zayn divertido – sabes a donde va.
- ¿Biblioteca? – insistió Liam a Louis
- Si – respondió el de ojos azules.
- ¡Te lo dije! – cantó victoria el de cabello negro – a la próxima apostaré.


Entre unas cuantas bromas acompañaron a Louis hasta la biblioteca donde lo dejaron en la entrada despidiéndose amistosamente de él como siempre lo hacían y el chico entró sin más a buscar nuevamente aquel libro que no había logrado leer debido a su tonta mente que había decidido perderse en esos ojos verdes.

Se acercó a la mesa de los libros leídos y soltó un suspiro al comprobar que la encargada de la biblioteca no había acomodado aún los libros dando como consecuencia que aquel libro que le interesaba siguiera ahí. Sonrió para sí mismo y lo tomó para poder llevárselo a casa y leerlo con tranquilidad, al fin y al cabo no tenían muchos deberes así que lo terminaría.

Caminó por las calles hasta su casa debido a que esta no quedaba muy lejos de la escuela aparte de que sentía que su mente lo necesitaba, ese espacio que había entre la escuela y su casa para ahora si poder divagar con tranquilidad acerca de aquel chico que había hecho de sus sentimientos una revolución completa… no lo entendía, nunca en su vida había sentido algo parecido y lo peor era que en ese momento que lo estaba sintiendo era por alguien que desconocía completamente, simplemente lo había mirado, ni siquiera habían intercambiado saludos o palabras interesantes formando una conversación… nada y se sentía completamente estúpido porque con sólo imaginárselo esos sentimientos volvían a él como si aquel chico estuviera enfrente nuevamente después de haber detenido su caída.

Cuando menos se lo esperó ya se encontraba en la puerta de su casa, en el interior podía escuchar los gritos de sus hermanas pequeñas que seguramente se encontraban jugando aquellos juegos inocentes que sus mentes creaban para divertirse. Abrió la puerta y sintió dos golpes, uno en cada pierna y era que las gemelas lo habían abrazado con fuerza.


- Hola princesas, ¿Cómo están? – preguntó lo más animado que pudo.
- Bien Lou – dijo Daisy emocionada.


Fue en ese punto en el que Louis dejo de entender completamente lo que sus hermanas decían ya que las dos hablaban demasiado rápido y al mismo tiempo intentando contarle quien sabe qué cosa sobre su día, había entendido solamente la palabra “colores”… nada más.


- Que interesante – dijo para que ambas guardaran silencio.
- ¿Jugarás con nosotras? – preguntó Phoebe con la voz cargada de ilusión.


Louis todos los días se hacía un tiempo para poder jugar con ellas pero realmente ese día no se encontraba con ánimos de hacerlo. Su mente se encontraba desconcertada por todos sus sentimientos desatados en un día.


- Hoy no podré – intentó reflejar tristeza en la voz – tengo demasiada tarea.


Las dos niñas un poco desilusionadas se alejaron de él murmurando cosas como “te entendemos”, “no te preocupes”, con lo que Louis se sintió libre de aquello aunque fuera por ese día.


- Al parecer fue un día interesante - dijo su madre que se encontraba apoyada en el marco de la puerta que llevaba a la cocina.
- No te había visto – dijo Louis sorprendido
- Pero yo a ti si – sonrió - ¿Qué sucede? No tienes una cara muy contenta, ¿Día malo?
- No realmente – dudó un momento – fue demasiado normal.


Dijo lo más convincente posible para que su madre no se preocupara. No era que no confiara en ella, simplemente no quería agobiarla con sus tontos sentimientos que no sabía si eran únicamente pasajeros.

Subió las escaleras hasta su habitación cerrando la puerta detrás de él, a pesar de tener cuatro hermanas se sentía alegre de tener un cuarto propio, lo que le daba la completa libertad de acostarse a pensar sin preocuparse por los ruidos que ellas solían hacer. Escuchar a Daisy y Phoebe jugar o a Charlotte y Felicite pelear por el control remoto de la tv no eran sus actividades favoritas, aunque sabía que sin ellas sentiría un vacío enorme no disfrutaba escucharlas.


- Louis – la voz molesta de Charlotte que había entrado a su habitación sin avisar hizo que se levantara de golpe - ¿Por qué no vas a jugar con las gemelas? – dijo frunciendo un poco el ceño.
- Tengo mucha tarea – dijo él despreocupado mirándola.
- Yo te veo muy tranquilo – dijo para después relajar sus facciones y acercarse a él para hablarle en tono de suplica – ¡por favor! No quiero tener que volver a disfrazarme de “príncipe”.
- Llevas mucho sin hacerlo – dijo divertido.
- Tengo mis razones – insistió desesperada.


Eso fue lo último que su hermana pudo decir antes de que las gemelas llegaran a donde ella se encontraba y tiraran de Charlotte logrando así sacarla de la habitación de Louis llevándosela con una expresión de sufrimiento intenso en el rostro… definitivamente el chico de ojos azules no cambiaría ningún momento con su hermana por nada del mundo, eran lo mejor que tenía y su madre sin dudas era su mejor amiga.

Se levantó de su cama y se acercó a la puerta cerrándola esta vez con seguro, no quería interrupciones. Tomó sus cosas y sacó el libro aquel que no había logrado leer en la escuela pero al toparse simplemente con la portada recordó cada detalle del rostro de ese chico. Era realmente guapo y nunca en su vida lo había visto, no era que llevara una vida entera en esa escuela, porque no era así, pero llevaba los suficientes meses como para haber visto aunque sea una vez a cada uno de los estudiantes de la escuela.

Abrió la primera página pero no leyó absolutamente nada, se sentía como si estuviera frustrado.

Había leído una gran cantidad de libros que había leído a lo largo de su vida y ninguno le había costado tanto trabajo como aquel, ni siquiera sabía de qué rayos trataba.

Su situación lo llevó a sentirse como si fuera el protagonista de “Seda” de Alessandro Baricco que es la historia de un hombre. Se llama Hervé Joncour y, como suele suceder, el misterio del amor entra en su vida en el momento menos pensado. Amaba como el autor lograba narrar esa breve y deliciosa historia con una luminosa melancolía.

Miró ese librero que se encontraba en su habitación, realmente tenía una cantidad de libros, la mayoría comprados por él, los demás eran obsequios. Sin más tomo ese libro: Seda… rebuscó entre las páginas y leyó “estoy cerca de ti, ¿me sientes?, estoy aquí, te puedo rozar, esto es seda, ¿la sientes?”… eso era exactamente, aquel chico tampoco sabía de su existencia, no lo miraba ni siquiera, sólo había tenido un acto amable hacia su persona, nada más.

Cerró el libro, lo aventó sin saber exactamente donde había caído, sólo lo escuchó golpear el suelo y su mente voló. Si su vida fuera escrita desde ese momento de su vida seguramente sería una historia de amor trágico o un amor no correspondido la cual todas las personas que llegaran a leerla la tacharían de estúpida porque en ese momento el mismo creía que estaba mal de la cabeza por decir que eso era “amor”… por haberse enamorado por ese simple hecho.

Sin mucho más que hacer se quedó mirando el techo… eso no podía estar pasándole a él.


- ¡Louis! – escuchó el grito de su madre desde la planta baja y sintió un gran alivio como si ella lo estuviera salvando con su voz de caer al vacío.


Se levantó de su cama dispuesto a olvidarse de todas esas tonterías del amor. Ese amor era más que imposible y estúpido, ni siquiera debía llamarlo amor debido a que apenas lo había visto ese mismo día, pero ¿Cómo controlar a su mente? ¿Cómo tranquilizar a su corazón que latía con fuerza al recordar a ese chico?

Sin más se sentó en la mesa a comer un poco en compañía de su familia dispuesto a dejar todo eso a un lado y seguir con su vida normal.

A Primera Vista... [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora