Justificar.

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Hecho una furia cerró de golpe la puerta de su apartamento.

No sabía que hacer. En parte sabía que había cometido un error con su pareja, pero en su mente Paul no era quien decía ser. Algo en su mente le gritaba que Paul no era Paul. Pero...¿Cómo probarlo? Él se había ganado la desconfianza de casi todos, hasta la de Musa. Mientras que ese maldito encantó al mundo por ser un caballero.

En cierto modo trataba de culpar al recién llegado de su error. Pero bien sabía que Paul no controlaba ni su boca ni sus pensamientos.

Bajo la ducha pensaba en como lo arreglaría. ¿Y si no lo llamaban más para hacerle un favor a Musa? ¿Y si de nuevo era el final? No, no se permitirá dejarla ir. Jamás.

Con la toalla envuelta a su cintura llegó a su cama y observó algo.

Genial. El mundo lo estaba maltratando por mandarse tremenda sacudida.

En el escritorio se encontraba la fotografía que su novia le había mostrado hace unos meses. Nunca la encontró hasta ahora que discutió con ella.

Se acercó al papel y observó a su Winx, tan bella como él la veía. Recordó que gracias a un estúpido comentario hacia la foto había creado otra discusión. ¿Cómo arregló las cosas esa vez?

Repasó los hechos para ver si podría imitarlos y así lograr ser perdonado...otra vez.

-Dios- exclamó sentado en su cama.

Su gata dormía plácidamente sobre la almohada que normalmente solía ocupar Musa, cuando siempre descansaba sobre la almohada de Riven. Otra señal.

Suspiró ante esto. ¿Un mensaje?

Estaría dispuesto a mandarle un mensaje, pero no le serviría de nada. Aunque valía la pena intentar, por lo menos sabría que tan enojada estaba.

Musa...¿Estás?

...

-Imbécil. Se cree que luego de tratarme como lo hizo le contestaré un estúpido mensaje- exclamó tirando el celular lo más lejos de la cama.

-Parece que las cosas no cambiaron- dijo Layla al lado de ella.

-¿Que sucedió?- Tecna salió del baño con su pijama puesto y se acomodó al lado de Layla en la cama de su amiga.

-Solo porque Paul no le cae bien piensa que yo me pondré de su lado. Pero no es así- explicó -Y como eso no sucedió dijo que lo estaba defendiendo. ¡Hasta que me gustaba! Me acusó de cosas que no eran y como le contesté mal el hizo de las suyas como siempre- terminó por decir.

-Dijo que si tanto lo defendía que se acueste con él- concluyó Layla.

La de pelo rosa abrió la boca en indignación. En serio que Riven se pasaba a veces.

-Cruzó la línea- sentenció.

-¿Qué te puso?- preguntó Layla.

-Musa...¿Estás?- imitó un voz de retrasada mental en forma de burla provocando sonrisas de parte de sus amigas.

-No le contestes- aconsejó Tecna.

-Claro, si quiere arreglar algo que lo haga cara a cara y más con este error-

...

-No, no, no- negaba rotundamente que fuera él. Sospechas confirmadas pero su boca llenaba su mente.

La había lastimado, herido y arrancado un sueño que toda mujer tiene.

Cayó de rodillas al lago mojándose las piernas. La luz de la Luna iluminaba el reflejo de su rostro en el agua. Solo lágrimas llenas de rencor.

Su mente viajó a muchos recuerdos, luego de su salida temprana de prisión. Sus redes sociales indicaban que siempre iba de fiesta en fiesta. Había optado por dejar de seguirlo en todo momento hasta en cuanto tecnología. Pero como toda mujer curiosa quería saber de su vida, ver si algo había cambiado en él.

Se había encerrado un día entero en su cama sin comer nada al ver una foto con una chica y un lindo mensaje. El idiota no había entendido nada. ¿Y si ella sufría lo mismo? ¿Y si abajo de esa foto se escondían moretones y heridas? Solo pensarlo la lastimaba mucho más.

Con el tiempo se acostumbró a verlo de parranda casi todos los fines de semana y hasta evitaba seguir revisando sus redes. Pero la curiosidad le ganaba la mayoría de las veces.

Uno esos días su estado cambió a soltero, regalando una bella sonrisa al hada rubia. Nuevamente miró sus fotos para afirmar que se deshizo de la pobre chica. No supo el motivo pero si el resultado. No más preocupaciones por buscar en una foto moretones en la cara de una mujer que no conocía más que en imágenes , no más miedo de que este haciendo lo mismo con otra pobre mujer. No más Max. Desde ahí decidió bloquearlo permanente de sus redes sociales, de las redes y de su vida.

Pero tenía que volver. ¿No le alcanzó con lo de hace casi cuatro años?

Para este momento ya se había sentado en una piedra que constantemente las mareas pequeñas la mojaban de cintura para abajo.

...

Había tomado la decisión incorrecta al acercarse tan de golpe a Dalila. Ahora se había alejado completamente de él, lo había olvidado y sentía solo odio de parte de ella. Tenía sus razones.

Caminaba por el bosque en completo silencio tratando de que solo el destino la choque con él.

No se acordaba dónde ni de quien pero había escuchado que las hadas son seres tan mágicos que cada una tiene su encanto. Siempre dotadas con la belleza por lo que el odio en sus almas era imposible. Un ser vivo capaz de amar pero jamás odiar. ¿Cómo la había tratado así? No era su culpa, pero eso era algo que sólo él y la maldita bruja sabían.

Si sus amigos se entraban de quien era en realidad su vida ya tendría un fin cerca. En especial por ese hombre de pelo magenta, parecía odiarlo con cada mirada asesina.

El tipo de pelo largo lo estrangularia con sus sogas especiales. El de pelo marrón con esos músculos le partiría la cara. El rubio le cortaría la cabeza. El que vestía de rojo y no de azul lo patearia hasta que pase el otro lado. Y el castaño...bueno el buscaría una tecnología que le permitiera rastrearlo por si intentaba escapar de su golpisa.

  Y ni hablar de las bellas pero fuertes hadas.

La castaña clara lo reventaria. La rubia lo rostizaria. La pelirroja lo quemaria. La morena lo ahogaria. La de pelo rosa le quemaria la mente en un segundo mientras que la asiática le rompería los oídos y las cuerdas vocales.

Menos mal que aún no lo recordó. Si no ese pensamiento se volvería realidad.

Aún no sabía cómo explicar que mientras arruinaba una vida tan bella como la de Dalila a él también se la estaban arruinando de la peor manera: dañando a quien más quería.

Tenía pruebas de su inocencia pero solo una persona podría verlo. Sus ojos eran verdes puro, mientras que en momentos sombríos para el hada eran marrones casi negros. Una prueba que solo ella sabría ver.

Y ahí la vio. Sus alas se movían lentamente pero sin lograr que se separe de la roca. Su mirada tan baja que sabía en que pensaba. Un hada tan bella con una vida anteriormente tan arruinada.


Amor vs AmistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora