13. Dulce no venganza.

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Movía mi dedo contra el volante al ritmo de la canción que sonaba en la radio. Aquella canción terminó dejando que otra comenzara; ya habían pasado tres canciones y Laney aún no salía.

Impaciente tomé mi móvil para volver a llamarle, cuando de repente la puerta del copiloto fue abierta. Una Laney agitada subió al auto cerrando la puerta tras de sí.

—Estoy tan emocionada ¡Siempre quise hacer esto! Es como en Mini Espías o Misión Imposible —gritó con entusiasmo al momento en que sacaba una tela negra de su mochila para luego, mirándose en el espejo comenzara a ponérselo cubriendo su cara.

Pero que...

La miré de pies a cabeza con el ceño fruncido.

Terminando de acomodarse aquel pasamontañas, al percatarse de que la había estado mirando, volteó—. ¿Qué? —preguntó confundida.

— ¿Por qué vienes vestida de negro? —pregunté mirando su atuendo que a mi parecer, no era para nada normal, o al menos de que fuera a salir en una película de espías tal y como ella había comentado al principio.

Vestía un pantalón y blusa negra, al contrario de sus tenis blancos, así como portaba aquel pasamontañas del mismo color que todo su atuendo.

—Me dijiste que espiaríamos la cita de Dylan con Jane y bueno... pensé que esto sería muy útil si queremos pasar desapercibidos —respondió, pudiendo notar una sonrisa ya que aquel pasamontañas no cubría su boca. Algo que en este momento deseaba.

—Laney... —suspiré negando—. Así llamaremos más la atención.

La miré con una ceja levantada. Me miró haciendo una mueca, para luego ser sustituida por una sonrisa.

—Pero acaso no está genial, le pone más dramatismo y suspenso a esto —tomó aquella mochila para sacar de ahí otro pasamontañas que sostenía frente a mí—. Este es para ti.

—Oh no, claro que no, yo no usaré eso —negué mirándola.

Ella rodó los ojos volviendo a guardarlo—. Aburrida —bufó acomodándose en el asiento cruzando los brazos.

—Laney, no te enojes —dije un tanto burlona por como mi amiga hacía pucheros.

—No estoy enojada, ahora solo maneja hacia aquella cita y terminemos esto —suspiré encendiendo el auto, comenzando a manejar hacia aquel restaurante que Dylan había mencionado hace pocos minutos en aquel mensaje donde avisaba que ya habían llegado ahí.

Estaba un tanto nerviosa; nerviosa porque Dylan llegase a darse cuenta de que estaría ahí, y nerviosa porque pudiera causar algo y arruinar todo entre ambos a pesar de que tal vez aun ni había algo entre ellos.

Pero bueno, no podría salir nada mal ¿o sí?


(...)


Habíamos llegado ya hace varios minutos al lugar, o no exactamente al lugar ya que Laney y yo nos encontrábamos detrás de unos arbustos que quedaban justo al frente de aquel gran ventanal del local, donde perfectamente podíamos ver a Dylan y Jane platicando animadamente.

Sonreí al ver como Dylan reía tal vez por algún comentario que Jane le había dicho. No sabía que me pasaba, pero el verlo sonriente con ella, me hacía sentir feliz por él. Sabía muy bien que tarde o temprano ella terminaría saliendo con él, porque ¿quién rayos no podía ver lo asombroso que es él? Dylan tenía todas aquellas cualidades que una chica busca en un chico, y a pesar de haber sido un mujeriego antes de comenzar con todo esto, él sabía que podía enamorar a cualquiera.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora