23. ¿Quieres apostar?

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No sabía cuánto tiempo habíamos pasado en silencio, el lugar comenzaba a sentirse tenso que podría cortarse con cualquier cosa.

No me atrevía a mirar a Dylan a los ojos ya que, sabía que si lo hacía, tendría que comenzar a explicar todo, aunque ya lo hubiera hecho, no queriendo volver a pasar por lo mismo.

—Mer —lo oí decir por lo que, nerviosa lo miré.

Suspiró mirando sus zapatos, pasó su mano por su cabello para luego mirarme.

—Lo siento, por mentirte —dijo, haciendo que frunciera el ceño.

¿Mentirme? ¿En que me había mentido?

Pareció darse cuenta de mi desconcierto ya que siguió diciendo—. Todo este tiempo, en el que estuve con Jane, no fue verdad, lo nuestro no fue cierto en ningún momento —dijo con voz nerviosa.

Me enderecé dando un paso hacia él pero luego me detuve.

—A que te refieres —dije no queriéndolo creer.

—Cono escuchaste, Jane y yo nunca fuimos pareja, todo…

—Fue una mentira—terminé por él, no creyéndolo.

A mí me había parecido tan real, y supongo que a los demás también ya que todos parecían sorprendidos y haberlo tomado bien cuando ambos eran pareja, o no.

Miré a Dylan esperando una respuesta. Él me miraba con una pequeña sonrisa nerviosa, para luego encogerse de hombros.

—Pues, si, lo fue.

Lo miré mal—. ¿Pero porque? ¡Me lo hubieras dicho! ¿Acaso lo hiciste por la apuesta? No, eso no tendría sentido, saldrías perdiendo —dije recordando el trato que habíamos hecho.

—La razón por la que lo hice, es muy diferente, no lo creerías —dijo recargándose en una de las mesas cruzándose de brazos.

Suspiré, un tanto molesta por el que no me hubiera dicho aquello—. Entonces dime.

Lo vi soltar un gran suspiro, se enderezó alzando la cabeza para mirarme—. Lo hice por ti.

Fruncí el ceño—. ¿Por mi?

—Si, por ti, tal vez me odies después de esto pero, tengo que decírtelo —rascó su nuca, como muestra de nerviosismo—. Al principio, tal y como te lo había dicho, lo del plan y la apuesta fue sin duda para llegar a Jane. Los primeros días, lo hacía por ella, pero conforme pasaban los días, fue cambiando. Desde aquella vez donde me dijiste que no tenía que cambiar para agradarle alguien, cuando dijiste que me querrían por la forma en que soy, el torpe, narcisista, egocéntrico chico que soy, que no tenía que cambiar nada en mi porque soy perfecto tal y como soy, desde esa vez todo cambió —suspiró, para luego soltar una risita.

—Conforme pasaba los días mucho más tiempo contigo, me daba cuenta de que la amistad que sentía hacia ti, iba cambiando, pero yo no quería darme cuenta porque, sin duda, tú no estaba interesada en mi, o al menos eso creí. La noche en que Jane y yo salimos, fue donde yo le pedí que fingiéramos ser pareja para ver si causaba algún efecto en ti y poder darme cuenta de si tú sentías algo hacia mi… ¡Auch! —no lo dejé terminar ya que le había arrojado un libro que permanecía en uno de los escritorios.

—¡Me mentiste! —grité, molesta. Algo que no sabía si debería estarlo o no.

—Si, lo sé, pero… oye Mer tienes buen brazo —gruñó, frotándose la parte del brazo donde le había pegado con el libro.

—Todo este tiempo fingiste ser novio de Jane, y yo durante todo ese tiempo, no sabes lo mal que lo pasé creyendo que jamás podría haber algo entre tú y yo, que yo estaba mal por sentir algo por ti, mi mejor amigo a quien...

—¿Me dejarías terminar? —dijo, interrumpiéndome.

Lo miré peor—. Y todavía te dignas a interrumpirme cuan…

—¡Mer! ¡Si! Te menti y lo siento, no sabes cuánto lo siento porque si no te hubiera mentido, si te hubiera dicho lo que sentía por ti desde el primer momento en que lo hice, no estuviéramos ahorita discutiéndolo, en cambio podríamos estar bien, juntos, que es lo que más he deseado en estas últimas semanas, y que quiero para siempre —dijo alzando la voz, tomándome desprevenida—. Lo siento en verdad Mer, perdón si en el momento en que me dijiste lo que sentías por mí no te respondí, no lo hice porque, sinceramente tenía miedo, y lo tengo, porque sabía que si te respondía con la verdad, llegaría el momento en que lo echaría todo a perder y saldría lastimándote, por lo que decidí no hacerlo, pero ahora, veo que de todas formas terminé lastimándote, y no sabes cuánto me odio por eso —terminó de decir, su pecho se alzaba y baja de forma rápida, por las respiraciones que daba.

Me miraba, así como yo lo hacía también, sin nada que decir, no porque no quisiera, sino porque no sabía que decir.

Quería estar molesta por lo que había dicho anteriormente, pero no podía, sería injusto de mi parte cuando yo también le había mentido no diciéndole lo que sentía en realidad cuando se supone que como amigos nos contábamos todo.

Comencé a repetir todo lo que había dicho, y sin duda, en muchas cosas coincidíamos.

Mentiría si dijera que esto no me emocionaba, porque realmente, esto me ponía más que feliz, si no estuviera él frente a mi, habría saltado y bailado como si no hubiera fin, pero tenía que mostrarme como si no me afectara porque, orgullosa tenía que ser, pero al verlo en este momento, decidí dejar eso atrás.

Minutos en silencio pasaron en los que solo permanecíamos mirándonos, hasta que alejó su mirada.

Lo escuché suspirar para luego ver como se alejaba poco a poco de aquel escritorio—. Está bien si no quieres nada después de esto, pero solo te pido que al menos la amistad que teníamos siga —dijo, mirándome atentamente.

Miré la punta de mis zapatillas mordiendo mi labio, nerviosa por lo que diría—. Yo, yo no quiero que nuestra amistad sea como antes —dije, alzando la cabeza para mirarlo a los ojos.

Lo vi tragar para luego asentir—. Bien —respondió, bajando la mirada—. Creo que, lo tengo merecido.

Dicho eso comenzó a caminar hacia la puerta de la biblioteca. Pasando al lado mío, volteó a verme para luego seguir caminando, lo cual no logró, ya que lo detuve tomándolo del brazo.

Volteó a verme con el ceño fruncido, abrió la boca para decir algo pero no lo dejé que siguiera ya que sin pensarlo lo acerqué a mi, haciendo que nuestros labios se juntaran no dejando espacio alguno entre ambos.

El beso fue tan solo un pequeño roce  al principio, no sabiendo de donde había sacado la valentía para hacerlo.

Parecía haberlo tomado de improviso, ya que no correspondía al beso, por lo que, nerviosa, comencé a alejarme, algo que pareció llamar su atención ya que me detuvo con sus manos en mi cintura, acercándome a él para luego, tomándome desprevenida, besarme con fuerza, algo que correspondí.

Rodeé su cuello con mis brazos, poniéndome de pinturas para lograr estar a su altura, Dylan apretándome más a él, si eso fuera posible.

Pasamos varios segundos así hasta que comenzamos a necesitar el aire, por lo que poco a poco comenzamos a separarnos.

Lo miré con la respiración agitada así como él, agradeciendo que el lugar estuviera un poco oscuro para que no pudiera ver cuan roja estaba, ya que sentía mi cara caliente.

Me miró por varios segundos, sus manos acariciando mi cintura no alejándome de él.

—Crei que habías dicho que no querías que nuestra amistad siguiera —dijo con el ceño fruncido pero con una sonrisa de lado.

—Me refería a que quería que nuestra amistad fuera algo más que solo amistad —respondí, sonriendo.

Asintió sonriendo divertido—. Ahora todo tiene sentido —reí al oírlo, para luego sentir sus labios presionar los míos, con calidez.

Me alejé mirándolo sonriente—. Además ¿A dónde ibas? La puerta está cerrada por si no lo recuerdas.

Se encogió de hombros—. Quería hacer esto mucho más dramático —dijo, guiñando el ojo a lo cual negué.

—Ahora, hablando de ello, hay que esperar a que vengan —dije divertida mirando hacia la puerta.

—O podemos quedarnos aquí —murmuró, dejando varios besos en mi mandíbula.

—No, hay que esperar a que vengan.
Se alejó mirándome divertido—. Es muy probable que no tengamos que esperar, ya que si no me equivoco, por el tiempo que llevo conociéndolos, es muy probable que estén espiando.

Miré de nuevo hacia la puerta, tratando de ver algo.

—No lo creo.

—¿Quieres apostar? —dijo.

Lo miré negando, para luego recordar—. A todo esto ¿Quién perdió de nosotros? —dije mirándolo, él encogiéndose de hombros.

—Creo que ambos —dijo luego de varios segundos—. Esto será divertido ¿Lista para tu cumplir con el castigo?

Lo miré poniéndome nerviosa, lo cual pareció divertir le ya que rio, para después acercarse y volver a besarme—. O podríamos solo estar aquí un rato más, porque, estar conmigo es un privilegio por si no lo recuerdas.

Negué divertida para tomándolo de sus mejillas acercarme y besarlo, tal y como había querido desde hace tiempo.

Si después de todo así era como terminaríamos, no me importaría seguir apostando con él.


N/a: aquí está el final, dentro de unos días estará el epílogo, así que nos leemos pronto, muchas gracias de todo corazón.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora