Extra 2. Especial Navidad.

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Dylaaan... mueve tus pies —gruñí al oír aquella voz que me estaba haciendo despertar, apreté mis ojos tratando de volver a dormir, para luego volverla a escuchar. — Dylaaan.

Volví a gruñir, quitando mis brazos del cuerpo de Mer, para poder tallar mis ojos y empezar a abrirlos, sintiéndolos pesados acostumbrándome a la luz del día que entraba en el cuarto. —Perdón pero no sabía que mis pies eran un problema para ti —dije con voz ronca y en tono ofendido, recibiendo una risita por parte de Mer.

—Tienes los pies muy helados, los tenías pegados a mí y me dio frio.

Voltee a verla, la luz del día hacía que su cara luciera aún más bella de lo que ya, sus mejillas sonrojadas por la calefacción. Me miró sonriendo de lado, dejándome ver un poco de rastro de baba seca, riéndome ahora yo.

—De que te ríes —dijo al momento en que bostezaba.

—De nada, cariño —dije limpiando con mi pulgar la comisura de su labio quitándole el rastro.

Sonrió enternecida, y juro que pude sentir como mi corazón palpitaba más de felicidad.

Aún no podía creer que todas las mañanas al despertar, la tenía a ella a mi lado, acurrucada o recostada en mi pecho, dándome pura paz y tranquilidad, más de la que alguna vez pude sentir.

Claro que esa paz y tranquilidad siempre la había sentido cuando estaba con ella, pero no me había dado cuenta de que ella era la razón de ello.

Estos meses viviendo juntos habían ido de lo mejor, habíamos aprendido mucho de ambos, habíamos sobrepasado pequeños problemas al vivir juntos que nos dejaban un nuevo aprendizaje y lección para ir mejor en el proceso.

Me acerqué a ella y dejé un beso en su frente, recibiendo una sonrisa por su parte.

—Qué haremos hoy —dije estirándome. Las vacaciones de invierno ya habían comenzado, así como también mi trabajo había comenzado a ser desde casa por lo que tenía tiempo en casa.

La vi sonriendo. —No hemos puesto el árbol de navidad, podemos empezar a adornar —sugirió sonriendo.

—Pero hace mucho frio —me quejé. —Aunque eso no sería impedimento para mí ya que soy muy caliente —dije mirándola sonriendo de lado y moviendo mis cejas divertido.

Claaaro —dijo divertida levantándose de la cama. —Entonces ¿Qué te parece la idea?

—Pero ¿podemos hacer galletas y chocolate caliente también? —la miré simulando la cara que hace el gato con botas. Porque nadie se resiste a esa cara, menos viniendo de mí.

Sonrió divertida acercándose a mí. —Claro que sí, cariño —dejó un beso pequeño en mis labios y se alejó. —Pero tu tiendes la cama —dicho eso salió corriendo de la recamara.

— ¡No es justo! —me quejé levantándome de la cama mirándola. —Si me quedo dormido de nuevo no es mi culpa.

(...)

Tal y como había dicho, haríamos las galletas y chocolate caliente, pero como no teníamos las cosas necesarias para ello, aquí nos encontrábamos, en el super haciendo el mandado.

Y no, no me había quedado dormido haciendo la cama.

—Ya llevamos harina, leche, mantequilla... —escuche decir a Mer a mi lado mientras leía la lista, mientras que yo empujaba el carrito con las cosas, algunas veces subiéndome y deslizándome con él, poniendo nerviosa a Mer de que nos llegaran a decir algo.

—Ya no falta nada creo yo —dije tomando una caja de galletitas en forma de Darth Vader y echándola en el carrito con las demás cosas.

—Eso no Dylan, todavía quedan en casa —dijo Mer guardando la lista.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora